La amenaza islamista en Siria y Egipto, dos historias paralelas (1)
Guardia en el Hospital Militar de Tishreen por 42 soldados muertos en Damasco en la lucha contra los insurgentes yihadistas, el 23 de junio de 2012 |
Absolutamente
horrorizado, el lunes día 2 de julio, escribí en mi página de Facebook:
¿POR QUÉ, POR QUÉ, POR QUÉ...?
Los
yihadistas extranjeros que combaten en Siria, apoyados por EE.UU. y
sus acólitos de la OTAN, decapitan a un sacerdote franciscano
perteneciente a la Custodia de Tierra Santa. Es urgente que algún
representante político, sea del partido que fuere, pregunte en el
Congreso acerca del apoyo que ofrece el Gobierno de España a estas bandas
de asesinos, una de cuyas bases de reclutamiento fue desmantelada en
Ceuta hace escasos días. ¿Qué oscuros intereses determinan la
postura occidental respecto a Siria?
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/07/01/internacional/1372703825.html
Milicianos yihadistas en Siria |
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/07/01/internacional/1372703825.html
“¡¡QUÉ
HORROR!! NO HE VISTO NADA MÁS ATROZ EN MI VIDA: DECAPITACIÓN A
GOLPE DE CUCHILLO DEL SACERDOTE CATÓLICO FRANCOIS MURAD AL GRITO DE
“¡ALÁ ES GRANDE!”
La
advertencia que aparece en la presentación del vídeo previene de la
brutalidad de la grabación y menciona que la Agencia Siria de
Noticias permitió su difusión tan solo porque aún hay gente que
niega la comisión en territorio sirio de semejantes actos de
barbarie por parte de los combatientes islamistas que se consideran el brazo armado de Alá.
Alguien
tiene que exigir la comparecencia del Ministro de Asuntos Exteriores para que explique la cobertura que el Gobierno de España presta a estos matarifes
criminales. ¿Por qué TVE no informa de estas salvajadas? No tengo
palabras para manifestar mi indignación. Personalmente, reitero la
advertencia de que la grabación cuyo enlace inserto a continuación son gravemente dañinas y no deberán ser vistas por personas fácilmente impresionables:
El fraciscano François Murad, perteneciente a la Custodia de Tierra Santa, salvajemente decapitado por los yihadistas |
La decapitación del sacerdote François Murad ha sido reconocida oficialmente por el Vaticano, según pude saber gracias a una información que recogí en la prestigiosa BBC y posteriormente aparecida en el diario El Mundo. Así pues, no se trata de propaganda oficialista, sino de un asesinato brutal, pese a que nuestros telediarios no la hayan recogido, ni ningún comentarista español, que yo sepa, se haya hecho eco de ella:
Después
de haber leído estos breves comentarios y, sobre todo, ante la
contemplación del macabro espectáculo, realizado a mayor gloria de
Alá, un buen amigo me dirigió el e.mail siguiente:
“Estimado
amigo, no hace mucho anunció en uno de sus artículos lo que iba a
suceder con la comunidades cristianas de Siria. Y así será, porque
los que no logren escapar serán brutalmente decapitados como el
Padre Murad. Pero hay algo que no logro entender, a pesar de que hace
poco me dio una explicación.
“No
entiendo qué puede sacar nadie, aparte de la venta de armas y
material militar, dejar el poder de estos países en manos de
musulmanes radicales y bandas de asesinos descerebrados si al final
no pueden ser otra cosa que incontrolados y enemigos declarados. No
me entra, dentro de lo que pudiera ser un nuevo orden mundial. No le
encuentro sentido por ningún lado y menos a medio o largo plazo”.
A
vuelta de correo, a vuela pluma como quien dice, le respondí con el
texto que sigue:
“Efectivamente,
amigo Eugenio, la cuestión que procede es encontrar una explicación
plausible del por qué EE.UU., única nación todopoderosa, rectora
del actual "desorden" mundial y decididora exclusiva de la
política occidental respecto al Oriente Medio, ha optado por apoyar
al islamismo de los Hermanos Musulmanes (¡considerado "moderado"
por la propaganda que nos sirven a modo de información!) en Túnez,
Libia, Egipto y Turquía, y apostar por el derrocamiento sangriento
del régimez Baaz en Siria, el único sistema político del Oriente
Medio, aparte de Israel, que ha venido garantizando, con todos los
poderes del Estado, la existencia en libertad de las dos grandes
corrientes religiosas musulmanas (sunismo y chiismo), así como de
todas la ramas cristianas, que desde hace siglos, han venido
conviviendo en Siria.
Me
temo que la respuesta no es fácil, porque, como siempre sucede, la
actuación norteamericana no responde a una sola causa, sino a que
habrá que repasar en profundidad el comportamiento de EE.UU. desde
del momento en que decide intervenir directamente en Oriente Medio
para asumir la hegemonía en esta zona caliente del Mediterráneo,
expulsando del escenario a las dos potencias europeas aliadas, Gran
Bretaña y Francia, que hasta el conflicto de Suez en 1956 habían
desempeñado el papel rector.
Será
un trabajo que me llevará un cierto tiempo y que puedo acometer
desde la más absoluta libertad de espíritu, porque el único afán
que me ha de guiar será el de la búsqueda del conocimiento, sin
sentirme mediatizado por condicionante alguno de carácter
ideológico. Me anima a ello el hecho sorprendente de que, en poco
más de un año, mi bloc está a punto de sobrepasar las 12.000
visitas, procedentes de casi todos los países del mundo, algunos tan
sorprendentes como Kazajistán, Albania, Indonesia o las Islas Aland.
Aparte de que estoy de acuerdo con Lord Bertrand Russell cuando dijo
aquello de que "prefiero volverme loco con la verdad, que cuerdo
con las mentiras". Intentar comprender las realidades de este
mundo terrible en que nos ha tocado vivir es también, no me cabe
duda, la única manera digna de ese "conócete a ti mismo",
que el maestro Sócrates tomó del lema que en la Antigüedad
presidía el frontispicio del santuario panhelénico de Delfos.
Como
siempre, reciba mi más cordial saludo y un fuerte abrazo.
Panorama urbano desde la ventana de mi hotel de Alepo, en noviembre de 2010 |
Panorama actual de una calle de Alepo |
Yihadistas en una desolada calle de Alepo, en julio de 2013 |
Hasta
aquí los antecedentes del presente artículo, que he titulado “La amenaza islamista en Siria
y Egipto, dos historias paralelas”.
Debo
comenzar mi análisis diciendo que el examen detallado de las
correspondencias históricas existentes entre Siria y Egipto ocuparía
toda una enciclopedia, ya que ambos pueblos han sido sujetos activos
de la Historia desde los albores mismos de la civilización, hace más
de cuatro mil años. No entraré, pues, en la antigua cultura hitita,
que alcanzó su esplendor en suelo sirio alrededor del siglo XVIII
a.C., ni en los más de dos mil años del periodo faraónico egipcio
en el que ambos pueblos estuvieron en permanente relación. Tampoco
pasaré revista a las analogías que presentan sus respectivas
trayectorias en la Antigüedad, con la incorporación de ambos
espacios geográficos al dominio macedonio de Alejandro Magno, así
como su posterior ocupación por el Imperio Romano, en el que ambos
territorios desempeñaron un papel estelar, de igual modo que sucedió
cuando el papel hegemónico pasó a Bizancio hasta que, con la
irrupción del Islam a principios del siglo VII, tanto Siria como
Egipto fueron incorporados al mundo musulmán, que, precisamente
elevó Damasco a la categoría de capital del Califato, después de
que fueran derrotados los abasidas que gobernaban desde Bagdad.
Se trata, como es posible comprobar exhaustivamente en los libros de Historia, de una trayectoria larguísima que, para el caso que nos ocupa, solamente nos interesa destacar, por su trascendencia definitiva para comprender el presente, que en estos años iniciales del islam ya se fragua la escisión que desde entonces enfrenta radicalmente al mundo islámico entre sunitas y chiitas, una guerra viva e inacabable que cobra cada día su tributo sangriento a través de la violencia terrorista en Pakistán, Afganistan, Irak, Yemen, numerosos países africanos, y, desde marzo de 2010, también en Siria (con brotes muy peligrosos en el siempre explosivo escenario libanés) y que constituye la crónica negra de la realidad cotidiana en estos países. Así pues, es necesario destacar que los musulmanes están divididos entre sí por corrientes distintas, contradictorias y hasta opuestas entre sí, una de las cuales, de moderna aparición, es el islamismo.
Aunque este término se ha terminado imponiendo cuando se hace referencia al islam, resulta ambiguo porque ha terminado por identificar islam, fundamentalismo y violencia terrorista. La verdad es que, a pesar de las muchas relaciones que se dan entre ellos, hay una diferencia importante. Como su propio nombre indica, el fundamentalismo es una corriente islámica ortodoxa que postula el regreso a las tradiciones originarias sacralizadas por los textos coránicos. Es, si se quiere, una posición teológica tradicionalista. El islamismo, en cambio, no busca legitimar su acción sobre la base de la recurrencia a textos, sino que se trata de una corriente moderna que es revisionista y heterodoxa. Se trata, en suma, de una ideología que, independientemente de lo que digan los textos, postula la destrucción definitiva de los supuestos enemigos del islam, que en su discurso son los judíos, los cristianos y los ateos. Y ese discurso no está basado en fundamentos teológicos, sino que, a lo más, utiliza fragmentos de textos religiosos sacados de su contexto. En principio, si es que tiene alguna teología, se trata solamente de una teología de la guerra y del exterminio, de una teología de la muerte, que, para mayor confusión y peligrosidad, se da dentro de las dos grandes ramas en que se divide el islam, sunismo y chiismo.
Entrada a la Mezquita Omeya de Damasco |
Interior de la Mezquita Omeya de Damasco |
Se trata, como es posible comprobar exhaustivamente en los libros de Historia, de una trayectoria larguísima que, para el caso que nos ocupa, solamente nos interesa destacar, por su trascendencia definitiva para comprender el presente, que en estos años iniciales del islam ya se fragua la escisión que desde entonces enfrenta radicalmente al mundo islámico entre sunitas y chiitas, una guerra viva e inacabable que cobra cada día su tributo sangriento a través de la violencia terrorista en Pakistán, Afganistan, Irak, Yemen, numerosos países africanos, y, desde marzo de 2010, también en Siria (con brotes muy peligrosos en el siempre explosivo escenario libanés) y que constituye la crónica negra de la realidad cotidiana en estos países. Así pues, es necesario destacar que los musulmanes están divididos entre sí por corrientes distintas, contradictorias y hasta opuestas entre sí, una de las cuales, de moderna aparición, es el islamismo.
Aunque este término se ha terminado imponiendo cuando se hace referencia al islam, resulta ambiguo porque ha terminado por identificar islam, fundamentalismo y violencia terrorista. La verdad es que, a pesar de las muchas relaciones que se dan entre ellos, hay una diferencia importante. Como su propio nombre indica, el fundamentalismo es una corriente islámica ortodoxa que postula el regreso a las tradiciones originarias sacralizadas por los textos coránicos. Es, si se quiere, una posición teológica tradicionalista. El islamismo, en cambio, no busca legitimar su acción sobre la base de la recurrencia a textos, sino que se trata de una corriente moderna que es revisionista y heterodoxa. Se trata, en suma, de una ideología que, independientemente de lo que digan los textos, postula la destrucción definitiva de los supuestos enemigos del islam, que en su discurso son los judíos, los cristianos y los ateos. Y ese discurso no está basado en fundamentos teológicos, sino que, a lo más, utiliza fragmentos de textos religiosos sacados de su contexto. En principio, si es que tiene alguna teología, se trata solamente de una teología de la guerra y del exterminio, de una teología de la muerte, que, para mayor confusión y peligrosidad, se da dentro de las dos grandes ramas en que se divide el islam, sunismo y chiismo.
Volviendo a nuestro marco de referencia, circunscrito a los casos sirio y egipcio, resultará imprescindible que nos detengamos en la Historia de estas dos naciones a partir del momento en que alcanzan su independencia respecto a las potencias coloniales europeas, Francia en el caso sirio, y Gran Bretaña en el egipcio, que se repartieron el mapa del Oriente Medio después de la I Guerra Mundial, cuando fueron desmembradas del decadente Imperio Otomano, tras largos siglos de dominación turca. Particular importancia tiene la revisión de algunos acontecimientos relevantes que tuvieron lugar en el último tercio del siglo XX y que justifican que pueda hablarse de historias paralelas, tanto que hasta las trayectorias de Siria y Egipto llegaron a fundirse políticamente, aunque por pocos años, para formar la República Árabe Unida (RAU), para mayor gloria del panarabismo triunfante liderado en aquellos años por el coronel Gamal Abdel Nasser, con la evidente finalidad de contrarrestar la emergencia del fenómeno islamista.
El Presidente Nasser marca el apogeo del Ejército y su papel de columna vertebral del Estado egipcio |
La hoy célebre Plaza Tahir de El Cairo, lugar de las multitudinarias manifestasiones contra los Hermanos Musulmanes y el presidente Mursi |
Cruzando el Nilo |
La subida de Nasser al poder también representó, entre otras cosas, la vinculación de la esfera política al poder militar, árbitro, en última instancia y a pesar de todos sus abusos, de la autoridad del Estado y, por qué no decirlo, garante indiscutible de la soberanía nacional frente a la voluntad dominadora y excluyente representada por el islamismo sunita, que en nuestros días acapara el triste protagonismo de un enfrentamiento secular que busca convertir, tanto a Siria como Egipto, en dictaduras teocráticas regidas por una de las agrupaciones más peligrosas del islamismo actual: la Hermandad de los Hermanos Musulmanes, entroncada en la corriente del salafismo, una de cuyas ramas se caracteriza por rechazar la vinculación de la acción religiosa a la predicación y hace de la yihad el centro de su doctrina, favorable al combate armado con el fin de liberar a los países musulmanes de toda vinculación extranjera. Para lograrlo, el salafismo se opone igualmente a la mayor parte de los actuales gobernantes musulmanes, que ellos consideran impíos, para imponer la umma (en árabe: امة) o comunidad de creyentes de carácter supraestatal compuesta por todos los fieles de la religión islámica, independientemente de su nacionalidad, origen, sexo o condición social, en consonancia con la interpretación que hacen sus dirigentes religiosos del Corán. Así, en la sura 3, 110 puede leerse: “Vosotros (los musulmanes) conformáis la mejor comunidad (Umma) que haya sido producida entre los seres humanos. Ella ofrece un derecho, prescribe lo pecaminoso y cree en Dios”. Para alcanzar la umma, los dirigentes de la interpretación islamista, única que ellos consideran verdadera, los creyentes han de estar dispuestos al sacrificio de sus vidas mediante el “martirio”, que para ellos es la manifestación definitiva de la yihad a nivel de testimonio personal.
Educación para la autoinmolación por la fe en Alá, el Misericordioso |
Más
allá de todas las diferencias que puedan existir entre las diversas
variantes del terrorismo islamista, hay dos puntos que todas tienen
en común. Una es la motivación religiosa, la otra es la voluntad de
sus militantes de ofrecer la vida por su causa, existiendo entre estos
dos puntos una vinculación muy estrecha.
La
predisposición a morir del terrorista islámico, aunque lo correcto sería decir “islamista”, implica una ofrenda del propio cuerpo a Alá. Esta disposición, de sentido profundamente sacrificial, también forma parte de un rito colectivo. Esto no quiere decir que en la
religión musulmana existan más predisposiciones suicidas que en
Occidente. Probablemente la tendencia a autoasesinarse sea la misma;
la diferencia está en que el suicidio asume en Occidente el carácter
de una decisión individual, mientras que en los países islámicos,
tanto sunies como chiitas, aunque también sea individual, aparece
como reflejo de una decisión colectiva, cuya enseñanza es fomentada en demasiadas ocasiones desde la misma infancia, por bárbara que esta manera de proceder nos
parezca. Utilizando otra conceptualización, el suicidio aparece como
un acto de masoquismo radical, mientras que en el caso terrorista, viene
a ser una combinación letal entre sadismo y masoquismo.
Desde la perspectiva de nuestra moral racionalizada, sea o no de base religiosa, nos produce horror la frialdad del terrorismo islamista, que no vacila en sacrificar hasta a niños para cumplir su objetivo simbólico. Desde su perspectiva, esos niños ofrecidos como víctimas seguirán viviendo después de su muerte; más todavía, los terroristas creen que no asesinan a esos niños, sino que al matarlos, simplemente apresuran su entrada en el paraíso, lo que supone la liberación definitiva del espíritu y del cuerpo, un don que es superior incluso al concepto cristiano de la santidad. Como precisa el islamólogo Peter Heine, "de acuerdo con el criterio musulmán no son los padres los que otorgan la vida a un hijo; tampoco son personas quienes los matan; ni siquiera son las circunstancias. Dios, solo Dios es quien da y quita la vida".
Recogiendo la carga explosionada de un terrorista suicida |
Desde la perspectiva de nuestra moral racionalizada, sea o no de base religiosa, nos produce horror la frialdad del terrorismo islamista, que no vacila en sacrificar hasta a niños para cumplir su objetivo simbólico. Desde su perspectiva, esos niños ofrecidos como víctimas seguirán viviendo después de su muerte; más todavía, los terroristas creen que no asesinan a esos niños, sino que al matarlos, simplemente apresuran su entrada en el paraíso, lo que supone la liberación definitiva del espíritu y del cuerpo, un don que es superior incluso al concepto cristiano de la santidad. Como precisa el islamólogo Peter Heine, "de acuerdo con el criterio musulmán no son los padres los que otorgan la vida a un hijo; tampoco son personas quienes los matan; ni siquiera son las circunstancias. Dios, solo Dios es quien da y quita la vida".
En este sentido, las ideologías totalitarias, y a ella pertenece el islamismo, han desvalorizado la existencia humana de sus combatientes, cuya muerte debe ser considerada como una dádiva que les permite, no ya la entrada al paraíso en la versión infantil propagada por la religión, sino la integración del ser en una totalidad superior. La semejanza del islamismo con el culto a la muerte del nacional-socialismo alemán resulta asombrosa. También los nazis se posicionaban en contra del duelo ceremonial de quienes daban su vida por el Reich y creían que en el momento de su muerte, los mártires no sienten ningún dolor. Por esas afinidades, mezcladas con consideraciones estratégicas, los Hermanos Musulmanes apoyaron al régimen nazi alemán frente a los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Como todas las creencias religiosas ideologizadas, al desembocar en la más radical despersonalización del individuo, el islamismo termina por sucumbir a esa puerilidad aberrante para cualquier inteligencia sana que es la exaltación necrófila, una circunstancia de la que las organizaciones islamistas se valen para escudarse con la población civil, ya sea en la guerra de guerrillas protagonizada por las milicias yihadistas en las zonas que ocupan, el caso Siria, como en sus manifestaciones de protesta, en las que las mujeres y los niños participan, presentando luego como "mártires" del islam a las víctimas de la violencia que ellos mismos desatan.
Sin comentarios... |
Como el islamismo yihadista sigue una estrategia revolucionaria y violenta para derrocar a los actuales dirigentes de los Estados musulmanes e instalar por la fuerza el poder islamista, regido por su interpretación salafista de la sharía, la dinámica combativa conduce a
la adopción de acciones extremas contra los países occidentales,
especialmente EE.UU. e Israel, a los que responsabilizan, en última
instancia, de las desdichas que sufren los países musulmanes, porque sus dirigentes han caído en la impiedad del ateísmo por haberse
apartado de la pureza que, según ellos, alcanzó el islam en tiempos del
Profeta Mahoma y de sus primeros sucesores. Precisamente, "salafismo" (del árabe: السلفية as-salafiyya) proviene del término "salaf", que significa "predecesor" o "ancestro", que designa a los compañeros del Profeta y las tres primeras generaciones que lo suceden. La expansión del islam se atribuye a la pureza de su fe, por lo que desde entonces, cada vez que las sociedades musulmanas se encuentran frente a una crisis económica, política o social, ciertos teólogos preconizan como solución el retorno al islam de los salaf.
El wahabismo es una corriente religiosa musulmana de la rama salafista del sunismo creada por el reformador religioso Muhammad Ibn 'Abd al-Wahhab Kirgiz (1703-1792) en el siglo XVIII, que debe su auge a la pronta vinculación con la dinastía Al-Saud y al pacto de protección seguido desde entonces. El wahabismo destaca por su rigor en la aplicación de la sharia y por un constante deseo de expansión por el mundo. Para ello, sus seguidores utilizan tanto sus instituciones de formación, como los recursos económicos que les proporciona la Corona saudí, empleados en la creación y sostenimiento de mezquitas y centros de estudios islámicos por todo el mundo.
En 1924 la dinastía wahhabí Al-Saud conquistó La Meca y Medina, lo que puso en sus manos el control sobre el Hajj, el peregrinaje anual a los lugares sagrados y la oportunidad de predicar el wahhabismo entre los peregrinos. No obstante, el wahhabismo no era sino una corriente menor del islam hasta 1938, cuando se descubrieron los yacimientos de petróleo en la zona. Los inmensos ingresos provenientes de esta nueva riqueza dieron gran ímpetu a la expansión del wahhabismo, gracias a que miles de millones de dólares han sido donados por Arabia Saudita para crear escuelas, mezquitas, periódicos y otros órganos divulgativos del wahhabismo entre los musulmanes de todo el mundo, tanto en los países islámicos como en todos donde habiten creyentes musulmanes. De ahí que el wahabismo sea el caldo de cultivo en el que florecen y se desarrollan los grupos yihadistas, que han encontrado en la prácticas terroristas el medio para reinstaurar la Jilafa, es decir, el Califato, una vez liberada de infieles y unificada la umma o comunidad universal de musulmanes.
Gran Mezquita de La Meca |
En 1924 la dinastía wahhabí Al-Saud conquistó La Meca y Medina, lo que puso en sus manos el control sobre el Hajj, el peregrinaje anual a los lugares sagrados y la oportunidad de predicar el wahhabismo entre los peregrinos. No obstante, el wahhabismo no era sino una corriente menor del islam hasta 1938, cuando se descubrieron los yacimientos de petróleo en la zona. Los inmensos ingresos provenientes de esta nueva riqueza dieron gran ímpetu a la expansión del wahhabismo, gracias a que miles de millones de dólares han sido donados por Arabia Saudita para crear escuelas, mezquitas, periódicos y otros órganos divulgativos del wahhabismo entre los musulmanes de todo el mundo, tanto en los países islámicos como en todos donde habiten creyentes musulmanes. De ahí que el wahabismo sea el caldo de cultivo en el que florecen y se desarrollan los grupos yihadistas, que han encontrado en la prácticas terroristas el medio para reinstaurar la Jilafa, es decir, el Califato, una vez liberada de infieles y unificada la umma o comunidad universal de musulmanes.
En
lo que respecta a Siria, aprovechándose de lo que tan estúpida y apresuradamente se denominó “primavera árabe”, el islamismo sunita vio llegado
el momento del desquite largamente esperado y apostó por derrocar violentamente
el régimen del Partido Baaz, tachado de “hereje” por el sunismo, y declaró la yihad al Estado sirio con la financiación principal de Dubai, Qatar, Arabia Saudita y EE.UU., cuyas aportaciones sirven para pagar los miles de voluntarios, que procedentes de todo el mundo árabe e incluso de algunos
países europeos, terminan recibiendo entrenamiento militar en
Turquía, bajo la supervisión directa de la CIA y con el apoyo económico y diplomático de los países de
la OTAN. Por eso algún observador independiente ha acuñado la expresión de "primavera otánica" para referirse a las revueltas producidas en los países musulmanes mediterráneos, que, sin excepción alguna, no han servido más que para encaramar en el poder a los Hermanos Musulmanes, en cualesquiera de sus ramas nacionales.
El desencadenante próximo de estas revueltas fue un suceso que conmovió el océano de marginación, pobreza y paro que caracteriza la realidad social de los países musulmanes del Mogreb y de Oriente Medio, mantenida por gobiernos autoritarios y corruptos tolerados y hasta financiados por Occidente: Todo comenzó el 17 de diciembre de 2010 en Sidi Bouzzid, una localidad del interior de Túnez, Cuando Mohamed Bouazizi, un joven informático de 26 años que desde los diez años recorría las calles como vendedor ambulante de frutas y verduras, para mantener a su madre y sus seis hermanos. El 17 de diciembre de 2010, la policía tunecina le confiscó el carro con sus mercancías por carecer de permiso y, según se publicó entonces, le abofeteó en público cuando protestó. Ese mismo día, intentó presentar una queja ante las autoridades locales, que no le hicieron caso, por lo que decidió rociarse con una lata de pintura inflamable enfrente de un edificio público y prenderse fuego, falleciendo el 4 de enero de 2011 convertido en héroe nacional, lo que dio origen a las revueltas que obligaron al dictador Ben Ali y a su corrompida familia a huir apresuradamente del país y buscar refugio (¿dónde mejor?) en Arabia Saudí.
Más que protestas "a favor de la democracia", tal como dicen los medios informativos de Occidente, los movimientos populares que prendieron en los países musulmanes representaban la expresión del malestar ante las difíciles condiciones de vida mantenidas por gobiernos que seguían los programas económicos fijados por las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial, que consideraba, precisamente, a Túnez y a Egipto como dos modelos de una adecuada política de desarrollo, sin reparar en la corrupción de los gobiernos, el empobrecimiento de las masas y el desamparo de unas generaciones jóvenes condenadas al paro, lo que ayuda a entender su destacado papel en las protestas.
Lo que en la primavera parecían revoluciones, se convirtieron durante el verano en transiciones vigiladas por los militares que aspiraban a dejar las cosas más o menos como antes, con los mínimos cambios de decorado necesarios. El inesperado hundimiento de unos regímenes corruptos, que las potencias occidentales habían contribuido a sostener durante más de treinta años en nombre de la democracia, obligaba a buscar soluciones de urgencia para evitar que se cumplieran las aspiraciones populares, en una perspectiva que entonces nada tenía que ver con Al-Qaeda o con "la guerra contra el terror", que aparecen ahora en toda su desnudez como patrañas legitimadoras del intervencionismo representado por EE.UU. y los países de la OTAN, que al margen de la retórica democrática oficialista, fijan su atención en la defensa de sus intereses económicos y en el mantenimiento del papel hegemónico que parece reservarse el gobierno de Washington por derecho divino.
El estímulo de Túnez se contagió inmediatamente a Egipto, la más importante caja de resonancia del universo musulmán. El caso egipcio puso al descubierto la doblez de la política norteamericana, que daba apoyo al régimen de Mubarak, entrenando a su policía y armando a su ejército, al tiempo que negociaba con los grupos de oposición al régimen una salida, entre ellos los Hermanos Musulmanes representados por su brazo político, el partido Paz y Justicia liderado por Mursi, al que los medios de comunicación occidentales siguen calificando de "moderado" sin que nadie sepa por qué. Los servicio de inteligencia norteamericanos fueron otra vez incapaces de advertir lo que se avecinaba, como lo revela el hecho de que en los días en que estallaba el conflicto en la Plaza Tahir de El Cairo, una parte significativa del alto mando militar egipcio se encontrase en Virginia del Norte, asistiendo a una reunión anual del Comité de Cooperación Militar egipcio-norteamericano.
Respecto a Siria, donde el gobierno de Bashar Al-Assad reprimió con dureza los brotes de rebeldía, la situación reviste mayor complejidad, ante el fundado temor, compartido por todos los analistas independientes, de que el gobierno que pudiera reemplazarle condujera la nación a un caos sin precedentes, lo que no ha impedido que las democracias occidentales no haya dudado en apostar por los "rebeldes". En cualquier caso, no parece que la violencia con la que el régimen de Damasco reprimió las protestas de 2011 fuese mayor que la vienen utilizando las fuerzas de seguridad egipcias en las manifestaciones contra los partidarios del depuesto presidente Mursi, que según los datos oficiales conocidos al día en que redacto estas líneas, alcanzan la pavorosa cifra de doscientos cincuenta muertos y miles de heridos. Lo que no ha servido de obstáculo para que el vicepresidente de los Estados Unidos, John Kerry, se apresurara inmediatamente a declarar que los militares egipcios devolverían la democracia al pueblo, como si la simple invocación de esa manoseada palabra sirviera para borrar los negros nubarrones que amenazan el inmediato futuro del país del Nilo.
Abundando en este asunto de la violencia ejercida contra los civiles, en Siria no parece ser que hubiera acciones de represiones masivas con disparos de bala a los manifestantes, como ha ocurrido en Egipto. Según viene afirmando el periodista francés Thierry Meyssan, residente en Siria desde hace años, las noticias sobre estos sucesos fueron manipuladas, porque ya existía la voluntad exterior de provocar una guerra civil que sirviera para poner fin al régimen de Al-Assad. Lo que si está más que probado, como ha denunciado el periodista francés, es la presencia en territorio sirio de grupos armados formados por yihadistas mercenarios que generan el caos y el terror entre la población civil. Meyssan publicó recientemente una investigación donde reveló que la mayoría de los cuatro mil muertos, que entonces se contabilizó como víctimas de la represión ejercida por las fuerzas armadas dependientes del Gobierno sirio, se encontraban vivas y que sus nombres habían sido tomados al azar de las páginas de la guía telefónica.
¿Cómo
se ha llegado a la situación actual? ¿Cuál ha sido la cronología de la
brutal contienda siria, que por número
de víctimas civiles, muchas de ellas menores de edad, y execrable
violencia, podemos calificar de holocausto? Las respuestas a estas
dos preguntas vienen dadas en las sucesivas entradas que he dedicado
en este blog al conflicto sirio, por lo que aconsejo su lectura a
cualquier lector interesado en saber cómo ha sido posible
convertir un Estado bien asentado y organizado en la situación desoladora que lleva padeciendo el pueblo sirio desde hace más de dos años.
El desencadenante próximo de estas revueltas fue un suceso que conmovió el océano de marginación, pobreza y paro que caracteriza la realidad social de los países musulmanes del Mogreb y de Oriente Medio, mantenida por gobiernos autoritarios y corruptos tolerados y hasta financiados por Occidente: Todo comenzó el 17 de diciembre de 2010 en Sidi Bouzzid, una localidad del interior de Túnez, Cuando Mohamed Bouazizi, un joven informático de 26 años que desde los diez años recorría las calles como vendedor ambulante de frutas y verduras, para mantener a su madre y sus seis hermanos. El 17 de diciembre de 2010, la policía tunecina le confiscó el carro con sus mercancías por carecer de permiso y, según se publicó entonces, le abofeteó en público cuando protestó. Ese mismo día, intentó presentar una queja ante las autoridades locales, que no le hicieron caso, por lo que decidió rociarse con una lata de pintura inflamable enfrente de un edificio público y prenderse fuego, falleciendo el 4 de enero de 2011 convertido en héroe nacional, lo que dio origen a las revueltas que obligaron al dictador Ben Ali y a su corrompida familia a huir apresuradamente del país y buscar refugio (¿dónde mejor?) en Arabia Saudí.
Retrato del joven Mohamed Bouazizi sostenido por su madre |
El dictador tunecino Ben Ali visita en el hospital a Mohamed Bouazzi |
Los jóvenes encabezaron las protestas en Túnez |
Más que protestas "a favor de la democracia", tal como dicen los medios informativos de Occidente, los movimientos populares que prendieron en los países musulmanes representaban la expresión del malestar ante las difíciles condiciones de vida mantenidas por gobiernos que seguían los programas económicos fijados por las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial, que consideraba, precisamente, a Túnez y a Egipto como dos modelos de una adecuada política de desarrollo, sin reparar en la corrupción de los gobiernos, el empobrecimiento de las masas y el desamparo de unas generaciones jóvenes condenadas al paro, lo que ayuda a entender su destacado papel en las protestas.
Lo que en la primavera parecían revoluciones, se convirtieron durante el verano en transiciones vigiladas por los militares que aspiraban a dejar las cosas más o menos como antes, con los mínimos cambios de decorado necesarios. El inesperado hundimiento de unos regímenes corruptos, que las potencias occidentales habían contribuido a sostener durante más de treinta años en nombre de la democracia, obligaba a buscar soluciones de urgencia para evitar que se cumplieran las aspiraciones populares, en una perspectiva que entonces nada tenía que ver con Al-Qaeda o con "la guerra contra el terror", que aparecen ahora en toda su desnudez como patrañas legitimadoras del intervencionismo representado por EE.UU. y los países de la OTAN, que al margen de la retórica democrática oficialista, fijan su atención en la defensa de sus intereses económicos y en el mantenimiento del papel hegemónico que parece reservarse el gobierno de Washington por derecho divino.
El estímulo de Túnez se contagió inmediatamente a Egipto, la más importante caja de resonancia del universo musulmán. El caso egipcio puso al descubierto la doblez de la política norteamericana, que daba apoyo al régimen de Mubarak, entrenando a su policía y armando a su ejército, al tiempo que negociaba con los grupos de oposición al régimen una salida, entre ellos los Hermanos Musulmanes representados por su brazo político, el partido Paz y Justicia liderado por Mursi, al que los medios de comunicación occidentales siguen calificando de "moderado" sin que nadie sepa por qué. Los servicio de inteligencia norteamericanos fueron otra vez incapaces de advertir lo que se avecinaba, como lo revela el hecho de que en los días en que estallaba el conflicto en la Plaza Tahir de El Cairo, una parte significativa del alto mando militar egipcio se encontrase en Virginia del Norte, asistiendo a una reunión anual del Comité de Cooperación Militar egipcio-norteamericano.
Partidarios de Mursi con el Corán como enseña política |
El presidente Al-Assad, presentado como encarnación siria del Gran Satán |
Respecto a Siria, donde el gobierno de Bashar Al-Assad reprimió con dureza los brotes de rebeldía, la situación reviste mayor complejidad, ante el fundado temor, compartido por todos los analistas independientes, de que el gobierno que pudiera reemplazarle condujera la nación a un caos sin precedentes, lo que no ha impedido que las democracias occidentales no haya dudado en apostar por los "rebeldes". En cualquier caso, no parece que la violencia con la que el régimen de Damasco reprimió las protestas de 2011 fuese mayor que la vienen utilizando las fuerzas de seguridad egipcias en las manifestaciones contra los partidarios del depuesto presidente Mursi, que según los datos oficiales conocidos al día en que redacto estas líneas, alcanzan la pavorosa cifra de doscientos cincuenta muertos y miles de heridos. Lo que no ha servido de obstáculo para que el vicepresidente de los Estados Unidos, John Kerry, se apresurara inmediatamente a declarar que los militares egipcios devolverían la democracia al pueblo, como si la simple invocación de esa manoseada palabra sirviera para borrar los negros nubarrones que amenazan el inmediato futuro del país del Nilo.
Abundando en este asunto de la violencia ejercida contra los civiles, en Siria no parece ser que hubiera acciones de represiones masivas con disparos de bala a los manifestantes, como ha ocurrido en Egipto. Según viene afirmando el periodista francés Thierry Meyssan, residente en Siria desde hace años, las noticias sobre estos sucesos fueron manipuladas, porque ya existía la voluntad exterior de provocar una guerra civil que sirviera para poner fin al régimen de Al-Assad. Lo que si está más que probado, como ha denunciado el periodista francés, es la presencia en territorio sirio de grupos armados formados por yihadistas mercenarios que generan el caos y el terror entre la población civil. Meyssan publicó recientemente una investigación donde reveló que la mayoría de los cuatro mil muertos, que entonces se contabilizó como víctimas de la represión ejercida por las fuerzas armadas dependientes del Gobierno sirio, se encontraban vivas y que sus nombres habían sido tomados al azar de las páginas de la guía telefónica.
SIRIA:
LA VERDAD, TODA LA VERDAD Y NADA MÁS QUE LA VERDAD
http://elsacodelogro.blogspot.com.es/2012/09/siria-la-verdad-y-solamente-la-verdad.html
http://elsacodelogro.blogspot.com.es/2012/09/siria-la-verdad-y-solamente-la-verdad.html
SIRIA:
SANGRE, FUEGO, MENTIRAS Y CINTAS DE VÍDEO
SIRIA:
ANTE UN FINAL ANUNCIADO. TRES MIRADAS CONVERGENTES
EL
HOLOCAUSTO SIRIO: POR EL BIEN DEL IMPERIO
Siria:
nuestro Gobierno miente hasta cuando dice la verdad
http://elsacodelogro.blogspot.com.es/2013/06/siriacomo-siempre-nuestro-gobierno.html
Miles de víctimas infantiles. La foto muestra el horror que cada día padecen los niños sirios en la imagen de esta pequeña, que abraza aterrada a su muñeco después de un atentado en Damasco |
¿Qué decir, cuando las palabras estallan...? |
Al día de hoy, Siria y sus Fuerzas Armadas siguen resistiendo, a un coste altísimo, la guerra internacional desatada para desmembrar la nación. El Gobierno de Basar Al-Assad se esfuerza, en la medida de sus posibilidades, en satisfacer las necesidades más perentorias tendentes a garantizar la resistencia contra los guerrilleros yihadistas venidos de medio mundo, mientras que el Ejército lleva a cabo, con desigual eficacia, sus operaciones militares para destruir las bases de los terroristas, que por decenas de miles se han infiltrado desde Turquía y Jordania durante los últimos dos años.
El presidente Basar El-Assad de visita en una zona de Damasco después de la explosión de un coche-bomba |
Todos los informes independientes demuestran que las principales fuerzas de combate yihadistas están integradas en la trama de esa matriz fantasmal que denominamos Al-Qaeda, compuesta por los voluntarios islamistas reclutados por el movimiento salafista, alentado desde las mezquitas que subvenciona el wahabismo imperante en Arabia Saudí, bajo la eficaz coordinación de la Sociedad de los Hermanos Musulmanes y la bendición de los "sabios" de la Mezquita de El-Azhar, los de mayor predicamento en el mundo islámico. Muchos de los grupos de matarifes y saqueadores que se mueven en esa nebulosa extremista, que campa por sus respetos en amplias zonas del suelo sirio, se parecen más a pandillas de delincuentes armados que a movimientos organizados y vertebrados en el marco de una estrategia militar unificada, aunque sus fines últimos sean los mismos que los del movimiento salafista.
La viñeta anterior no es producto de la propaganda gubernamental siria, sino que se corresponde exactamente con la realidad de unos hechos tan execrables que carecen de calificación posible, por su bestialidad salvaje e inhumana. Aunque recomiendo que pasen por alto el enlace que transcribiré a continuación por el impacto brutal que sus imágenes producen, no quiero soslayar la conveniencia de dejar en estas páginas horrorizado testimonio de la vesania con la que por parte de los "rebeldes" son tratados los civiles acusados de ser partidarios del gobierno de Damasco y, mucho más si cabe, en el caso de que se trate de los oficiales del ejército sirio que tienen la desgracia de caer vivos en manos de los yihadistas.
El vídeo cuyo enlace inserto a continuación muestra cómo un comandante rebelde abre con su navaja el pecho de un militar caído y, tras extraerle el corazón, se lo come, coreado, ¿como no?, por la inevitable y, para la mayor parte de los musulmanes, blasfema cantinela de “Alá es Grande”.
http://www.huffingtonpost.com/2013/04/30/syrian-rebels-terrorize-population-torture-kidnappings_n_3186444.html
Yihadista asaltando un domicilio particular |
Francotirador yihadista en Alepo |
Instalados como en sus propias casas |
Con el botín a cuestas |
Desde los puntos de procedencia donde son reclutados, los voluntarios yihadistas son enviados a centros de entrenamiento de Turquía, bajo la dirección de oficiales de la CIA, que junto con especialistas procedentes del mundo islámico, imparten órdenes directas a las unidades que operan en Siria, les imponen objetivos y les proporcionan armas, explosivos, dinero y todo tipo de material procedente de los países de la OTAN, entre ellos, ¿cómo no?, España.
A pesar del velo oficial de silencio, no se trata de ningún secreto desde que lo anunció explícitamente el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, con motivo de la reunión celebrada el día 21 de mayo en Madrid con Moaz Jatib, destacado miembro de la oposición siria y ex-presidente de la Coalición Nacional de las Fuerzas de la Oposición y Revolución Siria (CNFROS), desilvanada alianza opositora a la que España reconoció el 30 de noviembre de 2012 como el “legítima” representante del pueblo sirio, sin que a los españoles se nos haya explicado por qué.
El ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García Margallo, con Moaz Jatib, en Madrid, el 30 de noviembre de 2012 |
Para mayor escándalo, la reunión del Ministerio de Asuntos Exteriores con la oposición siria se organizó a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID) y su "Programa Masar", dedicado a la injerencia en los países árabes bajo el pretexto consabido de apoyar la democratización en la región, ya que según el Ministerio, los objetivos de esta reunión coinciden plenamente con la línea de trabajo prevista por el Programa Masar.
El propio documento del programa Masar, que se puede encontrar en la página web de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo, habla abiertamente de intervencionismo extranjero en países como Túnez, Yemen, Egipto, Libia o Siria: "La conveniencia de la intervención de expertos españoles o de otros países es considerada y se determinan los medios y recursos de diverso origen necesarios para llevar a cabo cada actuación".
En el caso concreto de Siria ya han sido desembolsados unos 4,7 millones de euros para fortalecer a la oposición. Entre las instituciones colaboradoras del Programa Masar figuran la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), el laboratorio de ideas vinculado al Partido Popular (PP) y medios de comunicación españoles como el canal público Televisión Española, la agencia de noticias EFE, y periódicos como El Mundo, ABC y El País, lo que explica la desinformación sobre Siria en España.
También figuran el Club de Madrid, una entidad financiada por el Departamento de Estado de Estados Unidos (Club de Madrid Foundation Inc.), el Banco Mundial, la Comisión Europea (CE) y un conjunto de grandes empresas como las constructoras española Acciona, la mexicana OHL o el Rockefeller Brothers Fund.
No sobra decir que, como español que soy y contribuyente, me repugna profundamente que el Gobierno de mi país actúe con semejante descaro y, violando el derecho internacional que consagra el principio de no-intervención en los conflictos de terceros países, contribuya a financiar con mis impuestos el holocausto del pueblo sirio, cuando se ha retirado la financiación de organismos vitales para nuestro desarrollo futuro, como pasa con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, a causa de los recortes derivados de la profunda crisis económica a la que nuestros gobernantes nos han conducido.
García Margallo, Ministro de Asuntos Exteriores, en la "caravana otánica" |
La política de apoyo a los yihadistas por parte del Gobierno español ha cobrado una dimensión nueva muy difícil de enmascarar gracias al desmantelamiento y detención el 22 de junio de la red salafista establecida en Ceuta, que reclutaba voluntarios, incluso algunos menores de edad, para luchar con los grupos yihadistas infiltrados en Siria. Según consta al Ministerio de Interior, muchos de ellos se han inmolado para perpetrar atentados, un fenómeno que, según agregó el ministro Jorge Fernández Díaz en su comparecencia ante los medios de comunicación, “no es nuevo”.
Jorge Fernández Díaz, Ministro del Interior del Gobierno de España |
Resulta sorprendente que ningún periodista le preguntara cómo es posible que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado hayan actuado para neutralizar esta red, considerada una franquicia vinculada a la matriz de Al-Quaeda, cuando el Ministerio de Asuntos Exteriores del propio Gobierno apoya a estos mismos terroristas, que tras ser entrenados en Turquía, comenten sus crímenes en Siria, donde todos los medios de comunicación los llaman “rebeldes del Ejército de Liberación”. ¿Qué oscuros intereses se ocultan tras esta esquizofrénica contradicción en el seno de un mismo Gobierno? ¿Por qué cuando son detenidos en Ceuta son considerados miembros de Al-Qaeda y en cuanto llegan a Siria se convierten en opositores al régimen de Al-Assad y defensores de la libertad? ¿Qué juego es éste? ¿Por qué no se alza ninguna voz en el Parlamento para pedir explicaciones ante este trastorno bipolar del Gobierno presidido por el Sr. Rajoy?
Traducción: Repitan después de mi: ¡¡Somos rebeldes sirios!! |
Con el caso sirio se confirma la hipocresía occidental en lo tocante al terrorismo y a Al-Qaeda. Si se aplicaran en Siria los mismos criterios establecidos en las decenas de conferencias internacionales de “lucha contra el terrorismo” realizadas desde el 11 de septiembre de 2001, todos los que hoy financian y arman a los “rebeldes” en Siria tendrían que estar apoyando al Estado sirio en su lucha contra el terrorismo yihadista, que como reconoció el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en la comparecencia ya mencionada ante los medios de comunicación con ocasión del desmantelamiento de la célula yihadista ceutí, los voluntarios reclutados regresarán a sus países de origen convertidos en guerreros entrenados y bien mentalizados para actuar cuando convenga y se les ordene como terroristas suicidas.
Hafez Al-Assad |
En Egipto ha podido verse cómo la Hermandad Musulmana, que constituye el núcleo de esa cofradía transnacional sunita, trazó su plan para acceder al poder en base a un acuerdo con Washington firmado hace dos años, centrado en dos requerimientos de la Secretaría de Estado estadounidense: cortar el aprovisionamiento de armas a Hamas en la franja de Gaza, mediante la continuación de la política efectuada por Hosni Mubarak consistente en la destrucción de los túneles de aprovisionamiento desde Egipto y lograr la ruptura de relaciones entre las organizaciones palestinas e Irán. Requerimientos que, naturalmente, Mursi se apresuró a incumplir por exigencias de su vinculación a la doctrina islamista en cuanto alcanzó el sillón presidencial, creyendo que su encumbramiento era un hecho irreversible y que para realizar su programa de inmersión salafista bastaba el respaldo de los Hermanos Musulmanes y la tolerancia de Estados Unidos, presididos por el condescendiente y más que ignorante Obama, plenamente incorporado a su fatídico juego y más preocupado por llevar a cabo su plan de intervenir en Siria (¡la misma intención manifestada por los Hermanos Musulmanes egipcios!), que impedir su gobierno en Egipto, ya que éste contaba, al menos formalmente, con la apariencia de que por fin habían aceptado las reglas del juego democrático (cosa impensable para la ideología islamista), tal como es interpretado en su culpable zafiedad por los políticos estadounidenses y europeos, así como por la manipulada opinión pública occidental.
Los
partidarios de Hamás, en ese polvorín y nido de terroristas que es
la franja de Gaza, fueron los primeros en celebrar la caída del
anterior presidente egipcio, Hosni Mubarak y los primeros en salir a
las calles para celebrar la victoria del candidato de los Hermanos
Musulmanes egipcios en las elecciones generales de
hace un año. Su ascenso al poder fue considerado por el movimiento y
por otros musulmanes como "una victoria divina, un regalo
de Alá a sus creyentes".
Respondiendo a las expectativas, Mursi adoptó una política respecto a Hamás completamente diferente de la de Mubarak. Mientras éste consideró a Hamás y a Gaza como asuntos de seguridad interna, Mursi trató de legitimizar como interlocutor político a Hamás ante los ojos del mundo. Por primera vez, y para consternación de la Autoridad Palestina (AP), con Mursi los líderes de Hamás se conviertieron en invitados habituales y bienvenidos en el palacio presidencial egipcio. De este modo, el ascenso al poder de Mursi envalentonó al movimiento islamista palestino y le permitió reforzar su férreo control sobre la franja de Gaza. Para Hamás no había nada mejor que tener el pleno apoyo político de Egipto, el país más grande e importante de la región.
Durante el último enfrentamiento entre Israel y Hamás, y de nuevo para consternación de los líderes de la Autoridad Palestina, Mursi envió al primer ministro egipcio, Hisham Qandil, a la franja, en una muestra de solidaridad con su régimen islamista radical que carecía de precedentes. La visita de Qandil fue seguida por sendas visitas a Gaza y El Cairo de ministros y altos dignatarios de Hamás y del Gobierno egipcio, respectivamente.
Dado el permanente incremento del radicalismo islamista, del que el Egipto actual es ejemplo más que evidente, no hace falta ser especialista en la política del Oriente Medio para comprender que la decisión tomada por Estados Unidos de apoyar a los guerrilleros yihadistas en Siria para derrocar al Gobierno de Basar Al-Assad es una barbaridad que, en caso de triunfar, pondría a la nación siria en manos del salafismo, una de las ramas más radicales del integrismo sunita, como ya he indicado, creando un peligrosísimo precedente capaz de animar la reacción violenta de los islamistas egipcios, que no parecen dispuestos a resignarse ante la pérdida de un poder que ya tenían en sus manos.
Como se ve, la política de Obama, a quien, nadie sabe por qué, le fue concedido el Premio Nobel de la Paz al inicio de su presidencia, es esencialmente la misma que siguió el denostado Bush, hecha en función de los lobbys armamentistas y petroleros que influyen en el Pentágono y en la Secretaría de Estado al margen de los intereses del pueblo norteamericano. La reacción del gobierno ruso al intervencionismo otánico era de esperar, por la simple razón de que Rusia ha sido aliada tradicional de Siria y principal suministradora de su ejército, del mismo modo que hace EE.UU. con el egipcio.
A este respecto, el jefe del Comité de la Duma para Asuntos Exteriores de Rusia, Alexéi Pushkov, no ha vacilado en declarar que la información que se divulgó hace unas semanas en los medios occidentales sobre el uso de armas químicas por parte de las autoridades de Siria es falsa: "Los datos sobre el uso de armas químicas por parte de las tropas de Asad fueron inventados en el mismo lugar donde nacieron las mentiras sobre las armas de destrucción masiva de Sadam Husein. Obama está siguiendo los pasos de George W. Bush", escribió Alexéi Pushkov, en su Twitter.
La polémica sobre el posible uso de armas químicas en Siria fue tratado a principios del pasado junio en las Naciones Unidas, en donde Paulo Sergio Pinheiro, Presidente de la Comisión de la ONU sobre Siria negó que haya “evidencias concluyentes” de que alguna de las partes en conflicto en ese país haya usado armas químicas: “La Comisión desea clarificar que no ha encontrado evidencias concluyentes del uso de armas químicas en Siria por alguna de las partes en conflicto. Por lo tanto, la Comisión no puede hacer más comentarios al respecto en este momento", dijo en un comunicado. Pero ese mismo día Carla Del Ponte, la que fuera fiscal general del Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia (TPIY) y, asimismo, miembro de la Comisión sobre Siria, fue mucho más lejos en sus declaraciones que el mediatizado Pinheiro: “Nuestros investigadores han estado en países vecinos interrogando a las víctimas, a los médicos y, según su informe de la semana pasada, hay fuertes y concretas sospechas, aunque todavía no son incontrovertibles, sobre el uso de gas sarin..., pero, según lo que hemos comprobado hasta ahora, son los opositores al régimen los que han utilizado gas sarin".
Por su parte, el canciller ruso Serguéi Lavrov anunció en rueda de prensa, que el uso de las armas químicas en Siria se había convertido en motivo de especulación y provocación para ser utilizado como pretexto a la intervención militar extranjera en el país "por razones humanitarias", cuando la realidad es que las pruebas apuntan a que las muestras de gas sarin encontradas son de fabricación casera y elaboradas en el territorio ocupado por los querrilleros que luchan contra el régimen de Bashar Al-Assad, según aparece recogido en un bien documentado informe entregado a la ONU por el delegado ruso ante este organismo internacional.
Mucho más que un juego |
Respondiendo a las expectativas, Mursi adoptó una política respecto a Hamás completamente diferente de la de Mubarak. Mientras éste consideró a Hamás y a Gaza como asuntos de seguridad interna, Mursi trató de legitimizar como interlocutor político a Hamás ante los ojos del mundo. Por primera vez, y para consternación de la Autoridad Palestina (AP), con Mursi los líderes de Hamás se conviertieron en invitados habituales y bienvenidos en el palacio presidencial egipcio. De este modo, el ascenso al poder de Mursi envalentonó al movimiento islamista palestino y le permitió reforzar su férreo control sobre la franja de Gaza. Para Hamás no había nada mejor que tener el pleno apoyo político de Egipto, el país más grande e importante de la región.
Durante el último enfrentamiento entre Israel y Hamás, y de nuevo para consternación de los líderes de la Autoridad Palestina, Mursi envió al primer ministro egipcio, Hisham Qandil, a la franja, en una muestra de solidaridad con su régimen islamista radical que carecía de precedentes. La visita de Qandil fue seguida por sendas visitas a Gaza y El Cairo de ministros y altos dignatarios de Hamás y del Gobierno egipcio, respectivamente.
Pese
a que en público los líderes del movimiento islamista palestino quitan importancia al golpe militar en Egipto, informaciones procedentes de
Gaza indican su preocupación por el giro de los acontecimientos. Los nuevos
gobernantes egipcios han emitido órdenes de prohibir a
los dirigentes palestinos de Hamás la entrada en el país. Otra información afirma
que las fuerzas de seguridad egipcias han procedido al arresto de varios miembros
de Hamás residentes en El Cairo y en el Sinaí, por estar
involucrados en ataques terroristas contra una base egipcia, que han producido al menos ocho heridos, tres de ellos civiles. El Sinaí es una gran franja desmilitarizada desde los acuerdos de Camp Davis, pero de especial interés para los grupos islamistas: al comprender la frontera de Gaza, sirve de paso al tráfico clandestino de todo tipo, especialmente el de personas y armas vinculado al yihadismo a través de Hamás. Por eso, a requerimientos de la Fiscalía egipcia, Mursi será juzgado, entre otros cargos, por el apoyo que dispensó a esta organización terrorista durante su breve mandato.
Manifestantes islamistas partidarios de Mursi se manifiestan en El Cairo el día 16 de julio |
Dado el permanente incremento del radicalismo islamista, del que el Egipto actual es ejemplo más que evidente, no hace falta ser especialista en la política del Oriente Medio para comprender que la decisión tomada por Estados Unidos de apoyar a los guerrilleros yihadistas en Siria para derrocar al Gobierno de Basar Al-Assad es una barbaridad que, en caso de triunfar, pondría a la nación siria en manos del salafismo, una de las ramas más radicales del integrismo sunita, como ya he indicado, creando un peligrosísimo precedente capaz de animar la reacción violenta de los islamistas egipcios, que no parecen dispuestos a resignarse ante la pérdida de un poder que ya tenían en sus manos.
Como se ve, la política de Obama, a quien, nadie sabe por qué, le fue concedido el Premio Nobel de la Paz al inicio de su presidencia, es esencialmente la misma que siguió el denostado Bush, hecha en función de los lobbys armamentistas y petroleros que influyen en el Pentágono y en la Secretaría de Estado al margen de los intereses del pueblo norteamericano. La reacción del gobierno ruso al intervencionismo otánico era de esperar, por la simple razón de que Rusia ha sido aliada tradicional de Siria y principal suministradora de su ejército, del mismo modo que hace EE.UU. con el egipcio.
El presidente Obama en El Cairo, en junio de 2009 |
A este respecto, el jefe del Comité de la Duma para Asuntos Exteriores de Rusia, Alexéi Pushkov, no ha vacilado en declarar que la información que se divulgó hace unas semanas en los medios occidentales sobre el uso de armas químicas por parte de las autoridades de Siria es falsa: "Los datos sobre el uso de armas químicas por parte de las tropas de Asad fueron inventados en el mismo lugar donde nacieron las mentiras sobre las armas de destrucción masiva de Sadam Husein. Obama está siguiendo los pasos de George W. Bush", escribió Alexéi Pushkov, en su Twitter.
La polémica sobre el posible uso de armas químicas en Siria fue tratado a principios del pasado junio en las Naciones Unidas, en donde Paulo Sergio Pinheiro, Presidente de la Comisión de la ONU sobre Siria negó que haya “evidencias concluyentes” de que alguna de las partes en conflicto en ese país haya usado armas químicas: “La Comisión desea clarificar que no ha encontrado evidencias concluyentes del uso de armas químicas en Siria por alguna de las partes en conflicto. Por lo tanto, la Comisión no puede hacer más comentarios al respecto en este momento", dijo en un comunicado. Pero ese mismo día Carla Del Ponte, la que fuera fiscal general del Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia (TPIY) y, asimismo, miembro de la Comisión sobre Siria, fue mucho más lejos en sus declaraciones que el mediatizado Pinheiro: “Nuestros investigadores han estado en países vecinos interrogando a las víctimas, a los médicos y, según su informe de la semana pasada, hay fuertes y concretas sospechas, aunque todavía no son incontrovertibles, sobre el uso de gas sarin..., pero, según lo que hemos comprobado hasta ahora, son los opositores al régimen los que han utilizado gas sarin".
Carla Del Ponte |
Por su parte, el canciller ruso Serguéi Lavrov anunció en rueda de prensa, que el uso de las armas químicas en Siria se había convertido en motivo de especulación y provocación para ser utilizado como pretexto a la intervención militar extranjera en el país "por razones humanitarias", cuando la realidad es que las pruebas apuntan a que las muestras de gas sarin encontradas son de fabricación casera y elaboradas en el territorio ocupado por los querrilleros que luchan contra el régimen de Bashar Al-Assad, según aparece recogido en un bien documentado informe entregado a la ONU por el delegado ruso ante este organismo internacional.
El canciller ruso Sergei Lavrov |
De acuerdo con las informaciones de la agencia oficial SANA, confirmada por expertos rusos, los mercenarios extranjeros bombardearon indiscriminadamente con misiles llenos de gas sarin a soldados y civiles en la localidad de Jan al-Assal, cercana a Alepo, a comienzos de este año. Esta misma población ha sido posteriormente escogida por los rebeldes para llevar a cabo una masacre indiscriminada de civiles, que pasa ya de las doscientas víctimas, realizada, según algunas fuentes, para borrar testigos molestos de una posible investigación internacional. Las imágenes publicadas muestran el nivel criminal de estas hordas terroristas, respaldadas por las potencias occidentales y regionales, con el fin de aterrorizar a la población civil para provocar su éxodo o su sumisión.
Cadáveres mutilados de la matanza de Jan al-Assal |
El Gobierno sirio ha pedido a la ONU que investigue estas ejecuciones de civiles en las que posteriormente los terroristas "mutilaron los cuerpos de sus víctimas y los tiraron por un barranco", además de quemar los órganos de algunos cadáveres, atribuyendo la comisión de la masacre a la Brigada Ansar al-Khalafa al-Islamiya (que puede traducirse del árabe como “Partidarios del Califato Islámico'), vinculados "técnica e ideológicamente" con Al-Qaeda.
Por su parte, el Presidente de la Red de Derechos Humanos Sirio, informó en una entrevista reciente sobre esta masacre que los perpetradores, después de torturar a sus víctimas y rematarlas, intentaron hacer desaparecer el rastro de sus crímenes quemado los cadáveres, una práctica que expresamente está condenada por la religión musulmana y que supone una "violación descarada a la Convención de la ONU contra la tortura y un crimen contra la humanidad".
Un hecho de capital capital que puede influir significativamente en la reversión del proceso terrorista en Siria es el derrocamiento en Egipto del gobierno los Hermanos Musulmanes, tras las gigantescas manifestaciones en su contra, que congregaron en las calles de las ciudades egipcias a más de quince millones de ciudadanos opuestos a la deriva autoritaria generada por el intransigente islamismo de Mohamed Mursi, cuyo único interés ha sido, ignorando las aspiraciones de una amplia mayoría del pueblo egipcio y la terrible penuria económica que padece el país del Nilo, acaparar el control de todas las instituciones de la nación, creyendo que le bastaba ocupar el poder para imponer una “islamización” que los egipcios rechazan en su mayor parte, entre los que se encuentran los representantes de todas las minorías religiosas existentes en Egipto, que han visto peligrar su existencia por los reiterados ataques que han sufrido, sobre todo los cristianos coptos, ante la falta de reacción de las autoridades egipcias para cortar y castigar tales desmanes.
El depuesto presidente Mohamed Mursi |
Hasta aquí llega el análisis que, conforme el tiempo me lo ha ido permitiendo y los acontecimiento han venido exigiendo, aparece reseñado en las páginas de “El Saco del Ogro”. La siguiente parte de este artículo la dedicaré, después de examinar los hitos de la historia reciente de Siria y Egipto con la finalidad de dejar bien establecidas las analogías más relevantes, a examinar, en función de los hechos que se vayan produciendo, las expectativas de futuro y extraer conclusiones ajustadas a la realidad del momento, tanto del conflicto sirio como respecto al previsible desarrollo del abracadabrante laberinto egipcio, que determinarán el inmediato futuro de Siria y de Egipto, sin ninguna duda la nación más importante del Oriente Medio por su peso específico en África y en el ámbito de la cultura musulmana. Con ello, también intentaré responder a la pregunta más difícil, esa que formuló el amigo cuya nota transcribí al inicio de esta entrada: ¿Por qué negoció EE.UU. con los Hermanos Musulmanes, ignorando que su gobierno conduciría a una dictadura islamista de carácter feudal, repudiada por la inmensa mayoría de los egipcios? ¿Cómo se conjuga semejante actitud con las permanentes proclamas de los políticos norteamericanos y europeos en favor de un proceso democratizador que estabilice las sociedades siria y egipcia? Y, finalmente, ¿por qué Washington ha terminado dando su apoyo al Ejército egipcio para resolver el enfrentamiento que amenaza con ensangrentar más todavía la nación y, en cambio, se la ha negado al sirio para repeler la brutal agresión del yihadismo suní que lleva soportando Siria desde hace más de dos años? Mis conclusiones, como ya he dicho, podrán verlas en las entregas siguientes de este trabajo.
© Copyright José Baena Reigal
Manifestación islamista en el Cairo en apoyo de los Hermanos Musulmanes |
Emblema de la Sociedad de los Hermanos Musulmanes |