martes, 28 de febrero de 2012



LAS AMISTADES PELIGROSAS

El pasado miércoles, día 23 de febrero, recibí cuatro correos sucesivos con el mismo contenido y remitido por cuatro personas distintas pertenecientes al sindicato Comisiones Obreras. El texto, que añadiré a continuación, representa un ataque en toda regla a las posturas defendidas por el sindicato al que estoy afiliado desde hace años, el SECAR, esto es el Sindicato de Empleados de Crédito y Ahorro Reunidos. Inmediatamente me sentí confundido y hasta agredido. Por pocas luces que se tenga, resulta fácilmente entendible que cualquier miembro de una organización deba asumir las posturas previamente debatidas por los órganos correspondientes de la misma, lo cual no presupone necesariamente que las decisiones finalmente adoptadas sean las propias. Estas son las reglas del juego de cualquier organización de funcionamiento democrático, en la que los posicionamientos individuales desaparecen una vez adoptados por mayoría los acuerdos pertinentes.

Algo tan elemental no parece ser entendido por los cuatro remitentes del escrito, que me reprochan personalmente lo que asumo como miembro de un colectivo. Es la misma perversa transposición realizada por aquellos piquetes de energúmenos que asedian los domicilios particulares de destacados representantes políticos por estar en contra de la política mantenida por el partido de los asediados. Sobra decir que esta práctica repugnante fue ejecutada por el Partido Nacional Socialista de Adolfo Hitler para señalar, intimidar, perseguir y, finalmente, exterminar a los judíos alemanes y a todos los disidentes de la verdad oficial representada por el nazismo. Que prácticas similares sean adoptadas hoy en un país europeo me parece una aberración que carece de justificación posible.

Para deshacer cualquier sospecha de que se ajusten a la verdad esas acusaciones de ataques, calumnias y falsedades que, según los remitentes del escrito recibido, el sindicato SECAR “vuelca” en sus circulares contra Comisiones Obreras, incluyo los siguientes enlaces:



Cualquiera que leyere el contenido de estas páginas verá que en ellas el sindicato SECAR se limita a ejercitar su libertad de discrepancia con las posturas representadas por Comisiones Obreras, sin caer jamás en las descalificaciones que ellos vierten en su escrito dirigido a personas físicas, no jurídicas. Por lo que se ve, a estos elementos de Comisiones Obreras les resulta inadmisible nuestra discrepancia, calificando de comportamiento “chabacano” que otra central sindical ejercite su libertad y discrepe de la verdad única representada por ellos, ungidos representantes y salvadores de la clase obrera. ¿Verdad que suena a otra época?



Para que quien quiera saque sus propias conclusiones, reproduzco a continuación la carta recibida por cuadruplicado, así como mi respuesta personal (quiero resaltar este calificativo), dirigida al único remitente que personalmente conozco.


TEXTO DE LA CARTA:

de: Juan... 
para: jose baena...
fecha: 23 de febrero de 2012 09:48
asunto: SECAR: Estimado compañero


Estimados compañeros y compañeras del SECAR, nos dirigimos a vosotros tras muchos meses de aguantar las calumnias y falsedades que volcáis en vuestras circulares en las que continuamente faltáis a la verdad y confundís sin pudor a los compañeros y compañeras tratando vanamente de desacreditar a CCOO, para exponeros nuestras reflexiones al respecto.

No nos vamos a extender mucho en esta misiva porque, aparte de estar convencidos de que no vais a cambiar de actitud (la experiencia de años lo corrobora: nos conocéis personalmente, sabéis de nuestra integridad, nuestro esfuerzo, nuestra permanente disposición al diálogo, nuestros conocimientos y recursos personales y organizacionales que siempre hemos puesto a vuestra disposición, los cuales no habéis dudado en aprovechar cuando vuestras carencias os han empujado a ello… y a pesar de todo no os cortáis un pelo a la hora de atacarnos públicamente cada vez que os viene en gana), preferimos dedicar nuestro tiempo a tratar de buscar soluciones constructivas a la tremendísima situación social y laboral que estamos viviendo y de la que parece que todavía no os habéis enterado, ya que continuáis enredados en discusiones bizantinas contra CCOO de la que la gente está ya más que harta.

Nos alienta saber que a estas alturas los trabajadores y trabajadoras ya nos conocen a todos y saben discriminar perfectamente quién trabaja y les defiende y quién simplemente hace de la calumnia, la oposición sistemática y sin alternativas constructivas y la bronca permanente, su forma de hacer sindicalismo. A la vista de que la única forma de hacer sindicalismo que entendéis pasa por atacar a CCOO, nos preguntamos ¿qué sería del sindicato SECAR si no existiera CCOO? Tendríais que inventar otro enemigo… pero tranquilos que CCOO va a seguir ahí ganándose la confianza de los trabajadores, a pesar de vuestra desleal oposición y vuestras formas chabacanas. Vais a tener cancha durante un rato muy largo, mal que os pese.

Creednos compañeros, con esta técnica os desacreditáis vosotros mismos. Los trabajadores no quieren broncas, insultos o descalificaciones de unos sindicatos contra otros. Ellos necesitan soluciones y ciertas certezas (difíciles, por cierto, en estos momentos) y en su defecto saber que sus representantes estamos ahí para ayudarles, para poner la cara y defenderles y para aportar alternativas constructivas, no para perder el tiempo haciendo una oposición estéril a los otros sindicatos.

Dicho todo esto, como estamos convencidos que nos vais a modificar vuestra actitud, solo resta deciros que contrariamente a lo que pretendéis, vuestras diatribas contra CCOO, son muy útiles para ayudar a los trabajadores y trabajadoras a discriminar qué sindicatos son fiables, serios y profesionales y cuáles no, así que podéis seguir haciendo este sindicalismo tipo ‘Pimpinela’, que nosotros seguiremos trabajando mientras tanto.

Saludos cordiales.

PD: ya que no os vimos el pasado 19F en las manifestaciones contra la Reforma Laboral que tanto daño pueden hacer a esos trabajadores a los que decís representar, esperamos veros el próximo miércoles 29 en la calle volcando contra la Reforma Laboral, los recortes sociales y la pérdida de derechos de todos, esa vehemencia y espíritu justiciero que con tanto ahínco desplegáis contra CCOO. Solo así evitaremos que este país no retroceda tres décadas, como pretende este gobierno actual y como actitudes antisindicales como la vuestra les ponen en bandeja.


Para cualquier observador imparcial resulta evidente que “la tremendísma situación social y laboral que estamos viviendo” es la misma que existía antes de las elecciones de diciembre, ni más ni menos, y que el sindicato SECAR lleva denunciando desde hace años ante la deriva económica del país y el insoportable crecimiento del paro, como puede comprobarse en los artículos firmados por mí y publicados en la revista El Dedo Digital, en contraste con el clamoroso silencio observado por CC.OO. durante los más de siete años que ha durado el Gobierno del Sr. Zapatero. Sobran comentarios.

Por otra parte, esos “recortes sociales y la pérdida de derechos de todos” que CC.OO. denuncia en la calle con pancartas y vocerío, respecto al decreto para la Reforma del Mercado Laboral, son exactamente los mismos que están contenidos en el Convenio Colectivo de las Cajas de Ahorros que el sindicato SECAR se ha negado a aceptar y que CC.OO., junto a U.G.T. y C.S.I.C.A., se aprestó a firmar con alborozo pocos días antes de la promulgación del mencionado decreto: “Justicia quiero yo, mas por mi casa no”, que dice nuestro popular refranero.


MI RESPUESTA:

Amigo Juan:

Si recibir la carta que has tenido la ocurrencia de mandarme me dejado más que estupefacto, recibir el mismo texto consecutivamente y por partida cuádruple, enviado por tres personas más que no tengo el gusto de conocer, pero con el, al parecer, denominador común de pertenecer a CC.OO., me parece una desconsideración demasiada atrevida para que quede sin una adecuada respuesta por mi parte.

Confundir las actividades desarrolladas o las posturas mantenidas en función de la pertenencia a un colectivo (el sindicato SECAR en este caso) con el ámbito de lo personal supone una aberración propia de una concepción totalitaria y, por ello, incompatible con la sociedad democrática por la que he luchado durante muchos años, pagando encima un alto precio, como tú sabes mejor que nadie. Mezclar ambas esferas, la personal y la colectiva, es propio de talantes dogmáticos que, imbuidos por la creencia de estar en posesión de la verdad absoluta, se creen con el derecho de imponerla a los demás, como hacen las sectas o las religiones, aunque con el eximente de que estos grupos se dirigen a sus adeptos o fieles, que, desde luego, no es mi caso.

Si lo ya dicho es preocupante, otra consideración mucho más severa me merece el hecho de que en vuestra misiva me acuséis de ser copartícipe de algo tan grave como es la comisión de una calumnia, delito que, como sabrás, aparece tipificado en la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal en el artículo 205 de su Título XI. Sobra decir que, además de inexacta, semejante atribución la considero presuntamente injuriosa, según se desprende del artículo 208 del mencionado texto legal. Te recuerdo, a ti y a tus compañeros, que vivimos todavía en un estado de Derecho y no en un país totalitario al estilo de Cuba o de la República Popular China. Creo que vuestros recursos organizacionales” (¡menudo palabro!) deberían de haber bastado para deslindar las actuaciones singulares pertenecientes a la esfera privada de aquellas que son asumidas por la pertenencia a una asociación con personalidad jurídica propia como lo es el sindicato al que estoy afiliado, sobre todo si tenemos en cuenta la estricta severidad dispositiva de la vigente Ley de Protección de Datos. 
 
En el fondo de vuestro escrito ni siquiera entro porque, como se desprende de lo ya dicho, no me afecta personalmente, aunque no estaría de más que te recuerde que jamás me he sometido ni aceptado de buen grado ninguna imposición o mandato que haya considerado injusto. Mi vida entera y mis actos están ahí para quien quiera verlo. Recibir lecciones de lo que está bien y de lo que está mal a estas alturas y sin haberlas pedido, tal como hace el escrito recibido, es de muy mal gusto y estilo, por decirlo lo más suavemente posible.

Hablando de estilo, como conoces mi esmero por la claridad de nuestro idioma común, debo advertiros que a la palabra “trabajadores” que aparece en la quinta línea del tercer párrafo de vuestro escrito se os ha olvidado añadir la consabida muletilla de “y trabajadoras”. Ya ves que soy respetuoso con los que prefieren atenerse a las reglas impuestas por la ideología de género que a las normas gramaticales establecidas por la RAE, cuyo lema admiro: “Limpia, fija y da esplendor”. Cuestión de gustos.

A nivel personal siempre he estado abierto a la conversación, al diálogo y hasta a la disputa civilizada y así lo seguiré estando contigo, a no ser que se te haya olvidado que la diversidad de opiniones es propio de los hombres libres, no de los sometidos a yugo u obediencia ideológica alguna: tener ideas es una cosa y encadenarse a una ideología, sea la que fuere, otra.

Recibe mi más cordial saludo.

José Baena


P.D. Respecto a vuestras manifestaciones debo decirte que jamás acudiré a sitio alguno en el que alguien se crea con el derecho o autoridad de pasar lista, así que, como siempre he hecho, me manifestaré cuándo y dónde tenga por conveniente. Te ruego trasmita esto a tus compañeros, así como el resto de mi escrito. A ellos no me dirijo porque no tengo la costumbre de importunar a desconocidos, así que doy su carta por no recibida.



sábado, 25 de febrero de 2012


                              PRESENTACIÓN

Nunca escribo sobre mí mismo porque no me veo con importancia para hacerlo, porque a nadie le interesaría y, sobre todo, porque el testimonio que uno pueda dar de sí mismo siempre será equívoco: los humanos solemos ver nuestras virtudes mejor que nuestros defectos. Por eso sería mejor preguntar a los que me conocen. No obstante, por honradez hacia quien en mi blog entrare, considero indispensable una presentación para que sepa con quién se anda los cuartos. Vaya de entrada mi creencia de ser buen conversador, sobre todo acompañado de buen vino tinto riojano o, casi mejor, de la Ribera del Duero, acaso porque me siento tocado por el alma fuerte de Castilla, a la que profeso el mismo amor que le dedicaron Unamuno, Machado o Delibes.

Mi país favorito es Italia y aunque adore la Toscana, mi ciudad predilecta y mi lugar en el mundo es Roma, a cuya cita acudo cada año como un ritual ineludible cuando el otoño asoma. Soy absolutamente mediterraneocéntrico y romanocéntrico, quizá porque, como a nuestro mar le canta Serrat, también mi niñez sigue jugando en su playa. Quizá por ello, todas las tierras situadas fuera de la frontera marcada por el cultivo del fruto de Dionisos me parecen dominios bárbaros: por mucho que puedan impresionarme sus paisajes, gustarme sus monumentos o respetar su cultura, sé que, inevitablemente, no me apasionan.


Desde que me recuerdo, he sido lector incansable, tanto que no me atrevo a citar autores o títulos, ¡serían tantísimos y de tan variados registros! Por eso siento pasión por los buenos libros, sean estos de poesía, de novela o ensayísticos. Mi vida laboral ha abarcado el mundo de las cajas de ahorros, el turismo y la enseñanza universitaria, ocupaciones que nada tuvieron que ver con mi vocación literaria, a la que puede dedicar mayor atención cuando dejé de trabajar. Junto a ensayos históricos y varios libros de poemas, tengo publicadas dos novelas, “El fuego de San Telmo” y “El octavo pilar. Historia secreta de Lawrence de Arabia”. Con la primera gané el V Premio de Novela Ciudad de Salamanca y con la segunda el Premio Extraordinario de Novela IV Centenario del Quijote.

Estas pinceladas sobre mi persona serían incompletas y mi vida resultaría incomprensible, hasta para mí mismo, si no mencionara el compromiso sindical que tanto ha ocupado mi tiempo, para bien y para mal, desde hace casi treinta años. No es, pues, de extrañar, que mi cita favorita sea una frase de Chesterton: “El pensamiento que no se convierte en palabra es un mal pensamiento y la palabra que no se convierte en obras es una mala palabra”. Inicialmente y durante largos años estuve en la U.G.T., hasta que esta central sometió su discurso al oscuro y remunerado yugo del Partido Socialista. Posteriormente empecé a colaborar con un sindicato independiente, el S.E.C.A.R., en donde volví a reencontrar entre mis compañeros la misma vocación de libertad, justicia y amistad que antaño sirvió para afiliarme a la central ugetista. Al fin y al cabo, puede que sea cierto que, como dice el refrán, “bien está lo que bien acaba”.

A pesar de mi años, en los que, afortunadamente, estoy alcanzando una serenidad que nunca antes había tenido, los amigos todavía me consideran estimulante como un whisky de malta o, acaso, como un buen cava del Penedés, por eso de las burbujas.


Como buen mediterráneo, soy un poco la mar y un poco la arena, creyente y escéptico al mismo tiempo, así como todo lo contrario. Y aunque fervoroso admirador del Panteón de los dioses olímpicos, cultural y sociológicamente hablando me declaro formalmente católico, aspostólico y, sobre todo, romano. Como Antonio Machado, desdeño las romanzas de los tenores huecos y confieso ser, en el buen sentido de la palabra, bueno.