jueves, 27 de febrero de 2014

   
    UCRANIA POR EL CAMINO DE SIRIA:                    INFORME PARA CIEGOS



Bandera del UPA, de corte neonazi

De todos los conflictos abiertos actualmente en el panorama global, la crisis ucraniana es la que que representa mayor peligrosidad para la paz mundial por los intereses geopolíticos que están en juego, porque está enclavada en la Europa que desencadenó dos guerras mundiales en un cuarto de siglo y porque no se puede acosar indefinidamente a una gran potencia global como Rusia lo sigue siendo, a pesar de los pesares.

Por todo ello, hay que examinar cuáles son las verdaderas razones que subyacen bajo la apariencia de unas revueltas populares, que dirigidas por una minoría radical perfectamente organizada y mejor entrenada, ha conseguido hacerse con el poder e imponer su voluntad a una nación de casi cuarenta y seis millones de habitantes, con el descarado apoyo de las principales democracias europeas, de EE.UU. Y, ¿cómo no?, bajo la indisimulable sombra de la OTAN.
  
Con Siria convertida en un escenario de horrores desde hace tres años y muy lejos todavía de que la situación se reconduzca por cauces que no provoquen mayores males que los ya habidos, porque todo lo malo es susceptible de empeorar, nos encontramos con la crisis ucraniana, cuyo desencadenamiento, si nos fijamos bien, obedece a las mismas causas y discurre por similares derroteros: aprovechar el descontento popular para convertirlo en enfrentamiento armado y, disfrazándolo de guerra civil, asaltar el Estado siguiendo las mismas reglas de manual que Curzio Malaparte analizó en su libro “Técnica del golpe de Estado”, en el que muestra cómo a lo largo de la Historia Contemporánea, ningún gobierno, bueno o malo, ningún gobernante, corrupto o impoluto, puede resistir el ardor revolucionario de las masas dirigidas por “fuerzas de choque” adiestradas para derribar el poder existente y sustituirlo por otro que esté subordinado a los designios que aquellos que, desde las bambalinas de la escena, han elaborado el guion de la obra representada y manejan a las naciones como si hilos de los teatros de marionetas.


Si en Siria fueron decenas de miles de yihadistas entrenados, pagados y dirigidos desde el exterior los que desencadenaron, con atentados tanto selectivos como  indiscriminados y degollinas capaces de causar espanto al más pintado, el enfrentamiento bélico que ha causado decenas de miles de muertos y millones de desplazados, ahora en Ucrania son milicias radicales de ideología ultranacionalista y de corte nazi las que han venido actuado como ejecutoras de un plan perfectamente diseñado y minuciosamente ejecutado, aprovechando el descontento de la población ante una crisis que la empobrece y la división de la población del país en dos partes perfectamente delimitadas por el río Dnieper, una vinculada a la lengua rusa y a la cultura eslava y otra en la que domina la lengua ucraniana y mira a Europa Occidental, concretamente hacia la Alemania de Ángela Merkel, como la panacea a seguir para resolver el presente y encarar su inmediato e incierto futuro. 


Las milicias neonazis del UPA controlan el Parlamento de Ucrania
¿Acaso son estos los valores de la Unión Europea?

Milicias ultranacionalistas controlan a los manifestantes de Kiev 
del mismo modo que los yihadistas a los "rebeldes" sirios

La otra Ucrania: manifestación en Sebastopol organizada
 por el partido Naróvnaya Volya

Las imágenes que nos llegan producen escalofríos. Aunque no sé que será más preocupante, si ver desfilar a los radicales ultranacionalistas ucranianos y comprobar cómo dirigen el asalto a los centros gubernamentales de Kiev ataviados con simbología nazi o la connivencia europea y el apoyo de la OTAN a un espectáculo que tanto recuerda la condescendencia internacional que utilizó Hitler para llegar al poder en Alemania, amparado por los paramilitares de las SS, e inspirado, ¿cómo no?, por la fascista Marcha sobre Roma de 1922, que fue la primera gran actuación escenográfica utilizada por Benito Mussolini para ocupar el poder en Italia.

Estos grupos paramilitares son los que han organizado y dirigido el rumbo de los acontecimientos en Kiev desde su inicio mismo. No es de extrañar que se estén adueñando de una revolución que ha nacido secuestrada. ¿Cabe hablar de democracia cuando algunas decenas de miles de manifestantes imponen por la violencia su voluntad a una nación de casi cuarenta y seis millones de habitantes? (1).


Los usos y símbolos de las SS nazis renacen en Ucrania

Grupos organizados de ultraderecha en Kiev

Si no no fuese conocida la vergonzante sumisión de los medios de comunicación europeos a los controles de la OTAN ejercidos por los gobiernos, sorprendería que semejante repetición de las técnicas usuales del golpe de Estado sean consideradas "expresión de la voluntad popular de los ucranianos" por las naciones de la Unión Europea, como con su habitual desparpajo ha proclamado esa cotorra amaestrada que es José Manuel García Margallo, actual titular del Ministerio de Asuntos Exteriores del Gobierno de España.

Con el calentamiento de la situación, una parte muy numerosa del pueblo ucraniano no sabe que en la Unión Europea con la que sueñan se cuecen las mismas habas y que la olla política está tan podrida como pueda estarlo en Rusia, o en cualquier otra parte. Pero es muy cierto que nadie escarmienta en cabeza ajena antes de experimentar en sus propias carnes que las prescripciones del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, de la Trilateral, de Bruselas y del sursum corda son amargas y sus daños colaterales son el paro, los recortes sociales y la permanente concesión de más privilegios y bulas a los ya privilegiados, aunque les bastaría con mirar hacia Grecia, por poner un ejemplo, para que acabasen los delirios. A pesar de que actúen en nombre de la santa democracia, que los políticos utilizan a modo de exorcismo, que los redime de culpa y lo hagan en nombre de un pueblo al que de su teórica soberanía no le queda más que pobres despojos.           








Bajo el fragor de los combates de la Plaza Maidan y el humo de las hogueras provocadas para que luzca el espectáculo y acapare los focos mediáticos que embrutecen la atención mundial, hay que buscar otras espesuras para que no se convierta nuevamente en verdad aquella frase de Shakespeare, cuando en Macbeth dijo “la vida es una historia contada por un idiota, llena de estruendo y furia, que nada significa.” Para ello, es preciso examinar la situación ucraniana desde el contexto geopolítico. Es necesario mirar más allá de las relaciones ruso-ucranianas o de las relaciones entre Rusia, Ucrania y la Unión Europea, porque estamos ante un modelo mucho más complejo: Se trata de un enfrentamiento de dimensiones continentales, en el que, en cierto sentido, los ucranianos no tienen nada que ver y solo son fichas que EE.UU. mueve en función de sus intereses estratégicos. Lo que ocurre en Ucrania, en Siria y en otros puntos calientes del planeta es un combate entre un mundo unipolar encarnado en la hegemonía estadounidense contra Rusia, China y otros países que insisten en limitar ese derecho a la omnipotencia y vivir en un mundo multipolar. 

Dando por descontado que la primera víctima del conflicto militar programado por Washington que se ve venir ha de ser la nación ucraniana, no cabe duda que la otra gran perdedora será Europa, que pagará por la energía que necesita para su funcionamiento y desarrollo lo que los estadounidenses quieran, eso sin contar con las mil millonarias pérdidas que costará a las economías europeas la prohibición de comerciar con un mercado tan enorme como el ruso, prolongación natural del europeo. Si la opinión pública europea está tan sometida a la propaganda de guerra "made in USA" que se niegue a ver lo que perderá por consentir un conflicto que los países europeos no han promovido, pero en cuya génesis y desarrollo se ve su absoluta sumisión a la política de Washington (vía OTAN), será señal de que Europa ha renunciado a desempeñar el papel que por historia, importancia cultural, población y nivel económico le corresponde. Y el terrible coste de su marginación en las grandes decisiones globales será un precio que pagaremos todos.

Del mismo modo que se impone la incorporación a la OTAN y la consiguiente instalación de nuevas bases americanas en la mayor parte de los países europeos vinculados a la extinguida URSS, a estas alturas ya debería Ucrania estar plenamente integrada en la OTAN, según escribió el último gran estratega de la política exterior norteamericana,  Zbigniew Brzenzinski, en su libro "El gran tablero mundial". En sus minuciosos análisis aparece bien resaltada que la incorporación de Ucrania es un asunto prioritario para Washington, que a duras penas viene soportando la dependencia energética a Rusia de sus vasallos europeos, especialmente Alemania. Con la ampliación de la OTAN, Estados Unidos puede explotar a su favor la situación de vulnerabilidad de los países de Europa central, entre el poder ruso y el expansionismo alemán. Como dueños del juego, Washington debe hacer uso de un juego equilibrista manejando la alianza francoalemana en función de sus propios intereses. Estados Unidos conoce bien las debilidades de sus “aliados” europeos y el rol adecuado que debe adjudicar a las piezas en el “tablero” de Brzezinski: En cualquier caso, es fundamental que Washington tenga en cuenta que “Francia es un socio fundamental para la importante tarea de encadenar de manera permanente a una Alemania democrática a Europa. Ese es el papel histórico de la relación francoalemana, y la expansión de la UE y de la OTAN hacia el este debería realzar la importancia de esa relación como núcleo interior europeo” (2).



Según los hechos parecen demostrar, la hora de Ucrania ha llegado aunque sea a costa de provocar un serio conflicto con la denostada Rusia de Vladimir Putin. Como anunció hace una década el Prof. Antonio Sánchez Pereyra en su magnífico ensayo “Geopolítica de la expansión de la OTAN”: “El inclemente abordaje del poderío militar de EE.UU. en Afganistán, bautizado como “Operación Libertad Duradera” abrió intempestivamente un nuevo capítulo en el “Gran Juego” del Asia Central e inauguró una magna ofensiva planetaria, cuya repercusiones y alcances presagian consecuencias insondables por el momento. De golpe, las tropas norteamericanas lograron entrometerse en las entrañas del Asia Central, asentando su presencia en algunas de las repúblicas ex soviéticas del sur de Rusia, al tiempo que, por el este, se prepara la segunda ronda de expansión en la OTAN, que incluye las repúblicas ex soviéticas del Báltico” (3).       

La OTAN apoya e impulsa con su poderío militar el Gran Juego dictado por los estrategas de Washington y del complejo económico, financiero y militar que está detrás del Gobierno estadounidense, dispuesto cada vez con más descaro a sumergir en sangrientos conflictos a cualquier país del mundo que interfiera sus planes, como ya lo ha hecho en otras naciones, cuyo más reciente ejemplo es Siria, en donde Washington ha aplicado el mismo modelo estratégico utilizado en Afganistán: organizar un frente armado interior para provocar un grave enfrentamiento civil que sirva para justificar una intervención militar a través de sus países "aliados" (léase vasallos), que evite los altos costes de una invasión directa como en Iraq. En Ucrania se están dando los pasos para un enfrentamiento civil, que puede acabar en la partición del país, mientras que para Estados Unidos es un simple escalón más para imponer su modelo de control global en el que sus intereses geopolíticos prevalezcan a costa de lo que sea.


En una famosa entrevista publicada en 1998 por la revista francesa Le Nouvel Observateur (Número del 5 al 21 de enero de 1998, pág. 76), Zbigniew Brzezinski, cuya influencia sobre el círculo de consejeros próximos al presidente Obama es bien conocida, hizo unas revelaciones memorables, porque lo que no se había dicho hasta entonces era que la implicación de la CIA en Afganistán no comenzó después de la entrada de los soviéticos, sino antes de que tuviera lugar, precisamente para provocarla. Según explicó Brzezinski, la versión de la historia  oficial consistente en que la  ayuda de la CIA a los muyahidines empezó en 1980, es decir, después de que los soviéticos invadieran Afganistán el 24 de diciembre de 1979, era falsa. La verdad, mantenida en secreto hasta entonces, es totalmente otra.  Realmente, fue el 3 de julio de 1979 cuando el presidente Carter firmó la primera orden para ayudar en secreto a la oposición armada contra el Gobierno de Kabul.

Esta arrogante revelación significa que la CIA no eligió un movimiento opositor preexistente de luchadores por la libertad para que le ayudara en su combate  contra los soviéticos, sino que la inteligencia norteamericana (con la colaboración de la británica, la saudí y la paquistaní) reclutó extremistas islámicos con el expreso propósito de realizar operaciones encubiertas contra los soviéticos para provocar que cayeran en la trampa de invadir Afganistán. Calibrando la importancia de las revelaciones de Brzenzinski, el entrevistador de Le Nouvel Observateur insistió en que aclarara si, teniendo en cuenta los riesgos, había deseado la entrada soviética en la guerra y buscó provocarla. Su respuesta fue: “No es exactamente eso. No presionamos a los rusos para que intervinieran, pero a sabiendas aumentamos la probabilidad de que lo hicieran”. Según puntualizó Brzenzinski, si estos muyahidines no hubieran sido organizados por la CIA, cabe suponer que los soviéticos no habrían entrado en Afganistán. Orgulloso de su éxito, añadió: “Esa operación secreta fue una excelente idea. El día en que los soviéticos cruzaron oficialmente la frontera [de Afganistán] escribí al presidente Carter: Ahora tenemos la oportunidad de darles a los rusos su guerra de Vietnam. De hecho, durante casi diez años, Moscú tuvo que llevar a cabo una guerra insoportable para el Gobierno, un conflicto que trajo la desmoralización y finalmente el quebranto del imperio soviético”.




Para definir el concepto de geoestrategia lo más elemental es ver que se trata de una palabra compuesta en la que aparecen unidas consideraciones estratégicas con factores geopolíticos. Mientras que la geopolítica es ostensiblemente neutral en su tarea de examinar las características geográficas y políticas de las regiones, especialmente el impacto de la geografía en la política, la geoestrategia implica un planeamiento comprensivo que asigna los medios para asegurar activos de importancia militar o política. Originalmente el concepto ha estado ligado casi exclusivamente al campo militar. Hoy, por el contrario, el uso de éste término se ha generalizado y no sólo se sigue empleando para denominar las grandes concepciones en el campo militar, sino que también sirve para integrar en este ámbito los factores políticos y económicos que configuran un espacio geográfico determinado.

Comprender con precisión algunos conceptos básicos resulta imprescindible para evitar confusiones y no caer en inútiles discusiones terminológicas que nos alejen de la realidad que se pretende analizar o trasmitir. Aclarado esto, paso a decir que para entender los sucesos que vienen sucediéndose en Ucrania y que acaparan desde hace semanas los espacios más destacados de todos los medios de comunicación, para colarnos como información lo que no es más que una elaboradísima propaganda, es requisito necesario, aunque no suficiente, saber que Ucrania es una nación cuyo territorio incorpora una importancia agregada por razones derivadas de su situación geoestratégica, circunstancia especialmente relevante, que comparte con Siria y que se manifiesta  fundamentalmente en dos campos complementarios: el correspondiente a la estrategia militar en sentido estricto y el de la geoestrategia determinada por la posesión o control de las zonas productoras de energía, así como de las naciones por cuyos territorios discurren las arterias vitales por las que esta energía circula: los oleoductos y los gasoductos.



1. Análisis de la crisis de Ucrania y sus implicaciones globales desde la estrategia militar.

El Mar Negro constituye la mayor masa marítima entre los mares Caspio y Mediterráneo, conformando los límites orientales y sur de Europa con el Próximo Oriente y Asia, respectivamente. Se conecta al Mediterráneo a través del Bósforo y de los Dardanelos, dos estrechos que forman sendos cuellos de botella entre Europa y Asia. El litoral Sur del Mar Negro pertenece a Turquía, mientras que su costa Norte se reparte, casi a partes iguales, entre Rusia y Ucrania.

Mapa de Ucrania

Geografía del Mar Negro


La península de Crimea poblada por rusos, pero que geográficamente es un apéndice de Ucrania configurado políticamente como República Autónoma, sobresale como una plataforma estratégica que permite a quienquiera que la controle el acceso a las llanuras rusas y ucranianas. Al Este del Mar Negro están la costa georgiana y el Cáucaso, mientras que al Oeste se encuentran las naciones balcánicas de Bulgaria, Rumanía y la interior Moldavia.

Basta mirar los mapas para ver que el Mar Negro representa un papel esencial en cualquier despliegue militar que tenga lugar en la región, porque los Cárpatos rumanos y las Montañas del Cáucaso impiden el acceso por tierra a las llanuras del Sur de Rusia. El Mar Negro es, por consiguiente, el único camino a través del cual un enemigo potencial podría amenazar el centro de Rusia sin tener que atravesar Polonia y la llanura norte de Europa que llega hasta Moscú, un camino que Napoleón y Hitler pudieron comprobar que, al fin y al cabo, no era tan directo. Por estar el Mar Negro cercano al Cáucaso e inmediatamente debajo de las regiones productoras de petróleo de Tatarstan y Bashkorostan, incluidas en la Federación Rusa, también permite a cualquier enemigo de Rusia una línea directa hacia los centros energéticos vitales para el aprovisionamiento del ejército ruso.

República de Tatarstan

República de Bashkorostan

Para Europa, el Mar Negro no ha supuesto en la Historia una ruta militar de invasión, sino más bien ha servido como frontera separadora de dos ámbitos distintos, el ruso y el centroeuropeo, el eslavo y el de raíz germánica. No obstante, como vía comercial no sirvió al comercio europeo a causa de que durante el largo período de la denominada “Guerra Fría”, la navegación en sus aguas estuvo muy restringida desde que la parte inferior del Danubio entró a formar parte de la geografía soviética. Pero con la caída del Muro de Berlín y el cese de las hostilidades en la ex-Yugoslavia, el amplio curso del Danubio ha recobrado su importancia como vía de transporte, sobre todo para Alemania, ya que supone una alternativa mucho más barata que transportar las mercancías desde el Mar Báltico al Mar Negro por tierra. Por eso, conviene destacar que un nuevo cierre de esta ruta comercial supondría para Alemania un problema económico de primera magnitud. Alemania, siempre Alemania...

También el Mar Negro resulta vital para la República de Georgia, cuyo único acceso a Europa es a través de este mar, debido a lo escabroso del Cáucaso y al control ruso de la zona. Para Rusia, el valor estratégico más importante del Mar Negro está en que le permite controlar los recursos energéticos de su entorno, así como los situados en los alrededores del Mar Caspio. Si se realizara una operación naval desde el Mar Negro hacia el interior de Rusia por el corredor del río Don, entre Rostov y Volgogrado (la antigua Stalingrado), toda la zona de Moscú quedaría separada del Cáucaso ruso y de los inmensos recursos energéticos de la región.

Las fuerzas expedicionarias francesas y británicas planearon esa operación militar durante la Guerra de Crimea, es decir, invadir la península y ocupar el puerto de Sebastopol para acceder a Rostov a través del Mar de Azov. En la era nuclear, una invasión a Rusia de este tipo está fuera de cuestión, pero eso no quita que la importancia geoestratégica de la zona se mantenga y que su control siga siendo vital para Rusia.



Las modificaciones políticas acaecidas después de la Segunda Guerra Mundial han convertido al Mar Negro en una lago controlado por la OTAN, gracias a que el cuello de botella Dardanelos/Bósforo pertenece a Turquía, de ahí el interés de EE.UU. por mantener en la la Alianza Atlántica al gran país otomano y su permanente intento de integrarlo en la Unión Europea, a pesar de que su forzada incorporación supondría inexorablemente el final de una Europa “europea”, valga la redundancia, y conformaría un nuevo ente geopolítico, que bien podría denominarse Eurabia. Para los menos avisados, convendrá dejar constancia de que, precisamente, ese es uno de los objetivos invariables del Nuevo Orden Mundial, que intenta implantar Washington desde que, después del providencial “ataque” a las Torres Gemelas, la Inteligencia norteamericana decidiera “fabricar” la Guerra de Irak, otro territorio despejado para el yihadismo, sobre todo después de la reciente salida de las tropas americanas.


La estrategia del desorden se continúa en la falsamente llamada “primavera árabe”, que ha conmovido los cimientos de Libia, Túnez y Egipto así como a través de la invasión yihadista, “disfrazada de guerra civil ”, que ha convertido a Siria en una nación devastada. Los actuales sucesos que vienen sucediéndose en Ucrania suponen una escalada en toda regla ya que constituyen un verdadero golpe de Estado, según las técnicas de agitación y subversión tan detalladamente descritas por los estrategas al servicio de la Secretaría de Estado norteamericana y de sus diversas agencias secretas, empezando por la CIA y la Agencia Nacional de Seguridad (NSA).

Pero volvamos a nuestro análisis estratégico. Si nos situamos en el Bósforo, veremos que los controles de acceso al Mediterráneo a través del Mar Egeo, espacio marítimo donde más poder militar ha acumulado la OTAN, se continúa por las bases militares de la Alianza situadas al Sur de Italia y se completa con el Estrecho de Gibraltar, cuyo control británico resulta, por razones obvias, más tranquilizador para los estadounidenses que si estuviera en manos españolas. El broche estratégico final está en el enclave de Rota, en la provincia de Cádiz, en cuya base militar (teóricamente “conjunta”) el Pentágono acaba de instalar el flamante “escudo antimisiles” con la llegada del buque lanzamisiles USS Donald Cook, el pasado 12 de febrero, que es el primero de un escuadrón de cuatro destructores dotados con el sistema AEGIS, para formar parte del escudo antimisiles balísticos de la OTAN (4).

Destructor USS Donald Cook llega a la Base Militar de Rota




No hace falta ser un lince para comprobar que el Mediterráneo entero se ha convertido en un gran lago de la OTAN, dado el predominio de sus armadas, junto al hecho de que toda su cuenca está al alcance del poder aéreo de las bases terrestres de la Alianza. Frente a semejante panorama, la única base con la que cuenta Rusia en el Mediterráneo, que sirve de escala para el aprovisionamiento de su flota, tanto comercial como militar, es la de Tartús, en la costa siria, situada a 160 km al noroeste de Damasco y a 30 km al norte de la frontera con Líbano. Lo que nuevamente empareja a Ucrania y Siria en importancia estratégica.


Base Naval de Tartus


Portaviones ruso en la Base de Tartus


La magnitud del poder naval y militar ruso es operativo en la zona costera del Mar Negro, especialmente en las Repúblicas de Georgia y Ucrania: es, precisamente, en la península de Crimea, donde juega su más alto valor militar la base naval de Sebastopol, que actúa como una cabina piloto desde la que Rusia domina la costa Norte del Mar Negro. En combinación con su superioridad aérea local, Rusia puede controlar eficazmente el Cáucaso y Ucrania, ayudada por su fuerza terrestre, eslabones que mantienen la vigilancia de las rutas marítimas que conducen al Mar de Azov y a su territorio metropolitano.

Por todo ello, el Mar Negro es la plataforma perfecta a través de la cual cabe el despliegue de un contingente militar al mismo corazón de Rusia. En general, los océanos y mares son las modernas carreteras militares que un Estado poderoso puede usar para proyectar su poderío a cualquier punto del planeta. Sin el Mar Negro, lo más cerca que cualquiera podría acceder al “bajo vientre” ruso sería marchando a través de la llanura Norte de Europa o los Balcanes, perspectivas que la Historia ha sancionado con los enormes descalabros de las tropas francesas de Napoleón o las alemanas de Hitler, que supusieron pérdidas materiales y humanas de proporciones más que suficientes para determinar el final de su efímero y sangriento poderío.


Tropas alemanas atascadas en el invierno ruso

Ante el panorama descrito, es fácil darse cuenta de que, en caso de conflicto, la única estrategia que tiene Rusia a su alcance es la defensiva, ya que la pertenencia de los Dardanelos a Turquía, con un formidable ejército armado y entrenado por EE.UU., determina el control del único acceso desde el Mediterráneo al Mar Negro y al Mar de Azov, que viene a ser un lago interior compartido entre Rusia y Ucrania, cuyo centro defensivo es, como ya he dejado dicho, la base naval de Sebastopol. Militarmente hablando, tanto el Mar Negro como Crimea, son colchones defensivos a los que Rusia, sea cual sea el régimen político que la gobierne, jamás podrá renunciar.


Vista parcial de Sebastopol, capital de Crimea


Crucero Moskva, equipado con misiles cruiser,
fondeado en el puerto de Sebastopol

Crucero Pert Veliki (Pedro el Grande)

Veinte años después de la desaparición de la URSS y de la creación del nuevo Estado ruso, el presupuesto no había destinado todavía fondos suficientes para la reestructuración del Ejército y la Flota de Rusia. Durante la nefasta época de Boris Yelsin, el porcentaje de tecnología militar moderna se había reducido al 10%. El resultado de esto fueron los acontecimientos de agosto de 2008, cuando el ejército georgiano atacó a las unidades rusas situadas en Osetia del Sur. Las tropas rusas lograron derrotar a las georgianas, pero debido a la resistencia y entrenamiento de los hombres, no a la supremacía de su tecnología militar.

Tropas rusas en Osetia del Sur, en 2008

Después de este aviso, Putin tomó nota del peligro y para enderezar la situación se destinaron 700.000 millones de dólares a un programa de reestructuración del ejército y la flota que durará diez años, a partir de 2011. En ese mismo año se destinaron 42.000 millones de dólares, en 2012 fueron 45.300 millones, en 2013 se subió a 49.000 millones, que serán aumentados en los prepuestos del Estado para el año en curso. Con ser importantes estos datos, lo que resulta imprescindible comprender es que el actual poderío militar ruso, al que en un ocasional conflicto internacional podría agregarse el que dispone China, es más que suficiente para que cualquier hipotética agresión a Rusia se convirtiera de inmediato en una guerra mundial de proporciones inimaginables, ya que no hay rincón del planeta que esté a salvo del radio de acción de los proyectiles balísticos provistos de cabezas nucleares con los que cuentan barcos, submarinos y aviones de las partes que inevitablemente entrarían en colisión. 



                            Fotos del portaviones ruso Almirante Kuznetsov





Ubicación de la base naval de Tartús

El análisis hasta aquí desarrollado puede resumirse en la siguiente síntesis: A la bipolaridad de la guerra fría, que duró casi medio siglo, siguió  un breve período de unipolaridad, con EE.UU como única superpotencia mundial en lo militar, acompañada por sus socios menores de la OTAN (Canadá y la UE), compartiendo la supremacía económica con sus socios de la triada planetaria: la Unión Europea y Japón, más, en menor medida, el NAFTA, representado básicamente por Canadá.

Esta situación se mantuvo durante poco más de una década, pero, sin que públicamente se reconociese por los analistas políticos internacionales, afloró con creciente fuerza el actual período de una nueva multipolaridad, en la que EE.UU. sigue manteniendo la primacía general, pero en situación renqueante, porque su poderosa economía presenta signos patológicos de muy difícil solución: su economía está casi estancada o crece lentamente, no vislumbrándose solución alguna para los fabulosos e inmanejables déficits gemelos (comercial y presupuestario) y sin someter a control efectivo el aumento de las actividades especulativas,  lo que motiva una mayor concentración de la riqueza, con el consiguiente empobrecimiento de importantes sectores de la población, situación más que hiriente en una nación que concentra casi la cuarta parte de la riqueza mundial.

En lo militar, si bien los EE.UU. mantienen la superioridad de recursos y de tecnología, con abundantes fondos a disposición de su aparato bélico industrial y operativo, los hechos permiten observar crecientes limitaciones, ante la dificultad de estabilizar conflictos cuya problemática parece eternizarse (Afganistán e Iraq), o con operaciones bélicas anunciadas y suspendidas, aunque desarrolladas de manera solapada, como ocurre en Siria, sin contar posibles intervenciones de alto riesgo en escenarios tan letales como Irán, por poner un ejemplo.

En el contexto actual, la trilogía del poder muestra a EEUU, más la subordinada OTAN, como un bloque aliado con intereses en común, aunque con algunas discrepancias, frente al que se encuentra la renacida Rusia de la era Putin, y la vigorosa expansión económica de China, que destina enormes partidas presupuestarias para financiar su capítulo estratégico y militar.


Boris Yelsin y Boris Clinton

Rusia, consolidada su unidad interior, rehaciéndose en lo económico, y con mucho interés en la modernización de sus fuerzas armadas, rescatadas de la postración del disolvente período de la "perestroika",  el "glasnot" y la era Yelsin, demuestra haberse reconstituido como gran potencia militar a escala planetaria: su moderada pero firme intervención para impedir el anunciado ataque a Siria viene a demostrarlo.

Por su parte, China sigue su vigoroso ascenso tecnológico y económico, disponiéndose para ser la primera potencia económica en un periodo histórico mucho más corto del que los analistas estadounidenses y europeos afirmaron a comienzos del nuevo siglo, porque ya les resulta imposible no reconocer la imparable ascensión de China, que encuentra su correlación estratégica en la importancia cuantitativa de sus fuerzas armadas –las más numerosas del mundo-, cuya fuerza operativa se multiplica cada año por los avances tecnológicos que incorpora en su maquinaria militar, a la que destina inversiones siempre muy superiores a las oficialmente declaradas.

Destructor de la Armada China

Submarinos nucleares de la República Popular China

Unidades navales chinas

India, aliada estratégica de Rusia, Pakistán en similar concordancia con EE.UU, más Brasil, Irán, Sudáfrica, Australia y otras potencias regionales, conforman el cuadro actual de situación multipolar. En semejante marco global, resulta evidente que nos hallamos ante la realidad de una nueva guerra fría, prácticamente con los mismos contendientes principales de la era anterior, pero con otros actores de importancias no desdeñables a escala regional.

Como la estrategia de las agresiones e invasiones directas resultó muy costosa para EE.UU., pese a la ayuda de sus aliados-subordinados de la OTAN, resulta muy claro que, para desarrollar su pregonado Nuevo Orden Mundial, los estrategas de Washington diseñaron un esquema alternativo mediante la fabricación de constantes focos de tensión y guerras locales, desarrolladas y acompañadas por campañas globales de propaganda psicológica, gracias a la utilización del espionaje a escala mundial que posibilita la nueva y costosa tecnología informática, acompañada por la difusión universal de la propaganda vendida como información por los medios de comunicación a su servicio. Dentro de esa estrategia de la tensión cabe incluir las “revoluciones de colores”, que estallaron “espontáneamente” en Georgia (2003), Ucrania (2003/2004) y Kirguistán (2005), buscando desestabilizar gobiernos con el dudoso argumento de haberse instalado en el poder mediante elecciones fraudulentas: tres países muy próximos a Rusia, en los que procuraron instalar gobiernos “pro occidentales” de carácter neoliberal y afines a las estrategias desarrolladas por la OTAN.


Más recientes, pero en la misma línea, hay que reseñar las revoluciones, también “espontáneas”, que tan falsamente fueron saludadas como “la primavera árabe”, de las que Siria es el caso más sangrante, tanto por la utilización masiva de yihadistas mercenarios vinculados al ala más radical de Al-Qaeda, como por las decenas de víctimas civiles, el desplazamiento masivo de poblaciones enteras y el arrasamiento de las infraestructuras de un país bastante desarrollado antes del conflicto. 

Milicias yihadistas en Alepo, desplegadas en julio de 2013

Con tantos y tan graves antecedentes, no hace falta ser un lince para ver que la prolongada revuelta ucraniana presenta el mismo formato que todos los casos anteriores y que el motivo que subyace a la crisis desencadenada no es otro que el de cambiar la situación geopolítica de Ucrania, para que de nación aliada o vinculada a Rusia pase a ser socia de la Unión Europea, así como que su territorio sirva de base operativa para la OTAN, lo que constituye un peligroso desafío geoestratégico a Rusia, y en menor escala, a China, que en caso de conflicto siempre hará causa común con Rusia.

Los cancilleres de China, Wang I, y de Rusia, Serguéi Lazarov


Los dos caminos alternativos que parecen vislumbrarse para Ucrania, son el total alineamiento con la UE, con lo cual su futuro socio económico la convertirá, con la colaboraión de las recetas del Fondo Monetario Internacional, en una versión aumentada de la Grecia actual, o que se produzca un proceso de balcanización, es decir, su traumática división en dos Estados separados y enfrentados, asemejándose en eso a la disolución de la ex-Yugoeslavia.


2. Análisis geoestratégico: cuestión energética y explotación de las "tierras negras".

De todo lo expuesto en el apartado anterior, queda meridianamente claro que el gran problema de Ucrania es su enorme importancia geoestratégica, lo que la sitúa en el punto de mira de las principales potencias mundiales. Por su territorio pasan las principales rutas de suministro de gas ruso y asiático hacia Europa, lo que ha generado repetidos conflictos a varias bandas (Ucrania-Rusia-Unión Europea) en el pasado reciente. Cualquier disputa sobre los términos contractuales del suministro entre Rusia y Ucrania tiene inmediatas consecuencias prácticas (desabastecimiento o subida de precios, por ejemplo) en los países europeos, por lo que el interés de la Unión Europea (léase Alemania) y de la Alianza Atlántica es enorme por desempeñar un papel decisivo en Ucrania y desplazar la influencia rusa.



Ucrania no quedó fuera de los efectos de la crisis que asola muchos países de la Unión Europea. En los últimos años, el país vio caer hasta un 50% su PIB y se vio azotado por una tremenda inflación, llegando incluso a estar al borde de la bancarrota en varias ocasiones, lo cual empujó al gobierno a buscar alianzas con las potencias extranjeras, ya de por sí muy presentes en la escena ucraniana. El dilema entre la elección de la Unión Europea o Rusia como socio preferente en lo económico, reactivado tras la ruptura de las negociaciones con la UE para un acuerdo de asociación, ha sido el detonante que ha generado la movilización de los clanes pro-europeos, dirigidos por los elementos más reaccionarios del país, para desestabilizar al gobierno de Viktor Yanukovich, que hasta el último momento trataba de buscar en Rusia un salvavidas que evitara la gran bancarrota que se veía venir.


Viktor Yakunovich

Si la legalidad democrática, representada por el depuesto Viktor Yanukovich, es cuestionada a causa de su escandaloso enriquecimiento personal y la corrupción de su administración, es preciso decir acto seguido que todos los predecesores de Yanukovich en el cargo presidencial, se sirvieron, robaron y desilusionaron a la población ucraniana. No ha habido presidente, desde la declaración de independencia de 1991, que no se haya aprovechado del poder para aumentar su fortuna personal y establecer una red clientelar, empezando por Yulia Timoshenko, cuya responsabilidad en conducir la nación a la ruina, por su política populista y de gasto desenfrenado, es tan evidente como su multimillonaria fortuna, que le ha valido el apodo de “Princesa del Gas”, así como las maniobras que llevó a cabo desde su imperio gasístico para expulsar del mercado ucraniano a sus competidores.

Yulia Timoshenko con Vladimir Putin


Apasionantes son las conexiones entre las mafias que, valiéndose del poder político, controlan en Ucrania el negocio del gas y su conexión con el blanqueo de dinero negro procedente de la coca, que revela Roberto Saviano (el reputado autor de “Gomorra”) en su nuevo libro “Zero, zero, zero”. Capos del crimen como Mogilevich, entre los diez criminales más peligrosos del mundo según la DEA (la Agencia Antidroga de EE.UU) financian los grupos oligárquicos que desde las sombras operan para favorecer los acuerdos económicos con la UE de la señora Merkel.

Roberto Saviano y su nuevo libro "ZeroZeroZero"

Entre los oligarcas de la oposición que hoy controlan las instituciones nacionales ucranianas, gracias a la imposición armada  de los grupos ultranacionalistas, existe la misma voluntad de aprovechar el momento de exaltación patriótica, que les conviene exacerbar, para hacer exactamente lo mismo que ha venido haciendo el presidente derrocado, Viktor Yanukovich, es deicr, corromperse y corromper a todos los que les rodean. De hecho, sólo hay que ver cómo ni el ex boxeador Vitali Klichkó, ni Arseni Yatseniuk ni Oleg Tiagnibok despiertan pasiones entre esa parte de la ciudanía ucraniana que se ha visto representada por los manifestantes de la Plaza Maidan.

Conviene subrayar la absoluta dependencia energética existente entre Rusia, la Unión Europea y Ucrania: mientras que una buena parte de los miembros de la UE dependen principalmente del gas ruso, el 60% del comercio total de Rusia con la UE se basa en el suministro de hidrocarburos, de los cuales el 80% del gas se suministra a través de Ucrania. Estas transacciones constituyen, además, la principal fuente de ingresos del monopolio ruso Gazprom, recordemos que de propiedad estatal rusa, en donde Vladimir Putin dio trabajo" al ex-canciller alemán Gerard Schröeder (5), nombrándolo Presidente del Consejo de Vigilancia (un órgano que en España no tiene equivalente y cuya misión es asesorar y controlar a la junta directiva de la empresa) de la Compañía del Gasoducto Noreuropeo (NEGP), un proyecto que él impulsó con su empeño personal y que fue posible gracias a su amistad con el presidente ruso.


Gerard Schröeder con su amigo Vladimir Putin


Schröeder hace propaganda de la compañía estatal rusa Gazprom

Pero no es únicamente el control del suministro de gas natural lo que preocupa a la Unión Europea y a Rusia. Los países que lideran la UE (es decir, Alemania), vienen desarrollando hace años la llamada “política de vecindad”, orientada a garantizarse aliados estables entre los países de su entorno geográfico más inmediato, susceptibles de acercarse a otras potencias. Ucrania es esencial dentro de esta política, la cual además viene acompañada de un objetivo menos identificable a primera vista como es el de evitar, por todos los medios, cualquier posible retorno de antiguos países socialistas a vías de desarrollo alejadas de los intereses de los monopolios de base europea y norteamericana. De ahí que estas campañas europeas tengan siempre fuertes vínculos con partidos de la extrema derecha nacionalista, contraria a las vinculaciones existentes con Rusia, como el movimiento Svoboda, heredero directo del filo nazi Simon Petliura, y de las milicias paramilitares que han tomado el control de Kiev, cuyos atuendos y simbología nazi son evidentes hasta para el más ciego. No tardó en saberse que manifestantes de la Plaza Maidan fueron entrenados por la OTAN, entre los que se encuentran miembros del grupo nazi Autodefensa Ucraniana (UNA-UNSO), que recibieron en 2006 entrenamiento en una base de la OTAN situada en Estonia y que participaron, junto a las fuerzas georgianas, en la agresión contra Osetia del Sur.


Neonazis ucranianos defilando por Kiev antes de la ocupación de la Plaza Maidan




Ocupante de la Plaza Maidan: ¿Hace falta preguntarle algo acerca de su ideología?

En lo que toca a Rusia, existen fuertes lazos históricos con Ucrania. Pero seríamos ingenuos si pensásemos que lo único que mueve a Rusia es el recuerdo sentimental del Rus de Kiev. Rusia necesita asegurarse el mantenimiento de sus alianzas económicas y políticas en las antiguas repúblicas soviéticas, hoy muy cortejadas por EE.UU., así como mantener su base naval de Sebastopol, clave para la defensa del Mar Negro, si quiere seguir siendo respetada en el escenario internacional.

Las condiciones leoninas que la Unión Europea pretendía colocar a Ucrania a cambio de hacerla socia preferente, cuyas consecuencias para las condiciones de vida de la mayoría no puede obviar ningún gobierno, junto con el hábil juego de Rusia a la hora de plantear la vinculación de Ucrania a la Unión Aduanera que mantienen la propia Rusia, Bielorrusia y Kazajstán (marco de integración económico regional enfocado principalmente al libre comercio), coronado por la reciente compra de 15 mil millones de dólares en deuda ucraniana por Putin, han exasperado a la fracción oligárquica ucraniana más antirrusa y vinculada a los intereses de la UE, generando las movilizaciones tan perfectamente organizadas como manipuladas por los medios de comunicación occidentales. Fue esta negativa del Gobierno de  Viktor Yanukovich a firmar el Tratado de Libre Comercio con la UE lo que ha precipitado el desarrollo de los acontecimientos que vienen sucediéndose en Kiev a una velocidad tan vertiginosa, señal evidente por sí sola de la existencia de un plan perfectamente urdido y coordinado en sus principales detalles por la UE (léase Alemania) y la OTAN (léase  EE.UU.). Y es que, con su orientación hacia Moscú, el Gobierno de Ucrania también ha dificultado la voluntad más que demostrada por las grandes multinacionales de la alimentación de adueñarse de un bien cuya importancia suele pasar desapercibida a casi todos los analistas políticos: la feraz tierra negra” de Ucrania, la mayor extensión en Europa del suelo agrícola más fértil del mundo, cuya posesión ha originado innumerables conflictos a lo largo de la Historia y que tradicionalmente ha sido identificado como “el granero de Rusia”, un turbio apartado de las guerras agrarias que ya han comenzado y al que me referiré más adelante por su trascendencia. Cabe recordar que cuando Hitler proclamó la doctrina del "Lebensraum" (espacio vital) para los alemanes y entró en guerra contra la URSS, sus ojos estaban puestos en la tierra negra de Ucrania y en los yacimientos petroleros del Mar Caspio, tesoros que no tardaron en caer en manos alemanas gracias a las rápidas e iniciales conquistas de las tropas nazis.
Tierras negras de Ucrania

Si el domingo, día 17, se perpetraba el golpe de Estado en Ucrania, fruto de la primavera nazi auspiciada por la UE y los EE.UU, al día siguiente, lunes 18, la propia Unión Europea y el FMI ya tenían preparado el paquete de ayudas económicas en las mismas condiciones anteriormente rechazadas, en un llamativo maratón contrarreloj nunca antes visto, ya que resulta sobradamente conocida la lentitud de los mecanismos europeos a la hora de tomar decisiones, ¡siempre que no afecten a los intereses alemanes representados por la voluntad de la señora Merkel!




La firma de acuerdos con el Fondo Monetario y la aplicación de reformas económicas de liberalización del mercado serán condiciones para que se reciba el dinero y Ucrania quede endeudada por los siglos de los siglos. La Unión Europea prepara un paquete de ayuda para Ucrania que estaría condicionada a que el nuevo Gobierno (¿qué Gobierno?) haga reformas económicas de corte neoliberal, según informaron el mismo lunes fuentes europeas. Esta asistencia, que podría aumentarse si resultara necesario, podría proceder del presupuesto comunitario, de contribuciones de los propios Estados miembros y del Fondo Monetario Internacional (FMI).

El apoyo y compromiso de la UE con el nuevo Gobierno ucraniano también se materializó el mismo lunes, cuando la Alta Representante de Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Catherine Ashton, depositó un ramo de flores en honor de las víctimas de los últimos enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad en la plaza de la Independencia en Kiev. Se trata de una ofensiva largamente preparada y "espontáneamente" realizada por los manifestantes "pacíficos" de la Plaza Maidan. 

Dos días después, el miércoles 19, en vista del giro violento que tomaba la situación en Kiev, el presidente Putin puso a las tropas de la frontera occidental en estado de alerta y el ejército ruso comenzó unos ejercicios militares en las zonas occidental y central del territorio ruso. Ese mismo día a la OTAN le faltó tiempo para anunciar su relación "estrecha y de larga duración" con Ucrania. "La OTAN es un amigo sincero de Ucrania", dijo el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen.



Anders Fogh Rasmussen, Secretario General de la OTAN

La OTAN había organizado una comisión conjunta con Ucrania en 1997. En 2008, acordó que la nación podría unirse a la Alianza Atlántica, la decisión más favorable posible para desequilibrar la zona a su favor y, obviamente, un fuerte desafío a los intereses estratégicos de Rusia: algo equivalente, pero en sentido contrario, a que los rusos instalaran sus bases en México, Ecuador o Cuba.


"Pacíficos" manifestantes linchando a un policía en Kiev

No sólo la Unión Europea y Rusia tienen interés en Ucrania. La Inteligencia de EE.UU. ha apostado con descaro absoluto por adueñarse del escenario ucraniano, como demuestra que Washington no haya parado de intervenir, abierta o encubiertamente, en las antiguas repúblicas soviéticas, promoviendo las “revoluciones de colores”, que en la misma Ucrania acabaron con el gobierno de Yanukovich cuando era primer ministro o convirtieron en firmes aliados estadounidenses a ex-repúblicas soviéticas como Georgia o Kirguizistán.



Algún despistado podría preguntar qué se le ha perdido a EE.UU. tan cerca de los Urales. Es fácil contestar a esto: contrarrestar la influencia rusa, dificultar los intentos de avance europeos y ganar un nuevo peón en una zona de enorme importancia en la pugna por el control energético que comprende la banda de países que van del Golfo Pérsico al Asia Central. Estados Unidos quiere tener todos los puestos de avanzada posibles para tratar de contener la influencia rusa en el panorama de la política internacional y controlar las rutas de oleoductos y gaseoductos. Estos puestos avanzados se irían añadiendo a los ya existentes en países como, precisamente, Georgia (donde está la base militar de Ganci) y Kirguizistán (base de Kritasanisi), a los que habría que añadir la lista de bases del lado norte del “anillo centroasiático” que circunda Irán, Afganistán y Pakistán, cuyos límites tocan, precisamente, las fronteras rusas y chinas, donde Uzbekistán y Kazajstán (también con presencia militar americana) son de gran importancia. Al mismo tiempo, la dialéctica que preside las relaciones EE.UU.-UE determina el interés que para los estadounidenses tiene influir en la política ucraniana para colocarse como intermediario privilegiado en las relaciones energéticas ruso-europeas.

¿Acaso los intereses de la Unión Europea son tenidos en cuenta por el Gobierno de Obama, tan fiel ejecutor de la política exterior de Bush como si se tratara de Bush mismo? Tenemos constancia de que no es así desde que hemos conocido los criterios de los americanos gracias a los incalificables comentarios hechos por Victoria Nuland, Portavoz de la Secretaría de Estado de EE.UU., quien en diciembre pasado se apresuró a visitar la Plaza Maidan de Kiev para expresar el apoyo estadounidense a los manifestantes allí congregados. El vídeo al que aludo contiene la conversación telefónica íntegra de la Secretaria de Estado adjunta con el embajador de ese país en Ucrania, que fue pinchada y subida a Internet. En la grabación dice saber que el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, está a punto de nombrar a un antiguo embajador holandés en Kiev, Robert Serry, como su representante en Ucrania: "Eso sería fantástico para ayudar a unir todo esto, tener a la ONU que lo una y, ya sabes, ¡que se joda la Unión Europea!", fueron sus palabras en referencia a las diferencias entre Washington y la Unión Europea a propósito de Ucrania (6).

Victoria Nuland con el embajador de EE.UU. en Ucrania, Geoffrey R Piatt
en la Plaza Maidan de Kiev

Radical, deslenguada y descaradamente belicista, la mera presencia en Kiev de Victoria Nuland sirve para demostrar la implicación del gobierno de Obama en el enfrentamiento que agita Ucrania y que hace presagiar males mayores, así como el desprecio que sienten buena parte de los políticos americanos hacia la Unión Europea, a pesar de que la inmensa mayoría de las naciones que la integran también forman parte de la Alianza Atlántica. Para completar este apartado, se impone un cambio de escenario, aunque no muy alejado geográficamente del ucraniano: hablo de Siria, ni más ni menos.

El día 29 de julio del pasado año 2013, esos que para nuestros medios de comunicación son los “rebeldes” que luchan por la libertad contra el opresivo régimen del Gobierno de Damasco, volaron un oleoducto en Homs, una ciudad situada en la zona que limita al Norte con Turquía y al Oeste con el mar Mediterráneo, donde la lucha entre los yihadistas y el Ejército sirio ha sido especialmente cruenta. La detonación produjo un cráter de quince metros de diámetro, lo cual demuestra que los autores, con acceso a grandes cantidades de explosivos y entrenamiento en su manejo, son profesionales de la desestabilización y el sabotaje. Pero resulta evidente que estos mercenarios de la guerra sabían dónde golpear: Siria es, como Ucrania, un enclave de alto valor geoestratégico en lo referente al suministro energético y a las conducciones de petróleo y gas natural. 

Oleoducto en territorio sirio

En efecto, por el territorio sirio cruzan dos oleoductos que vienen de Irak y desembocan en el Mediterráneo. Uno es el que pasa por la ciudad de Homs, anteriormente mencionada, y el otro pasa por los Altos del Golán, territorio que Israel le arrebató a Siria en la Guerra de los Seis Días. Pero el valor estratégico de este país no acaba ahí, porque la zona costera de Siria es, además, uno de los principales escollos para el macroproyecto del oleoducto que llevará el petróleo de Bakú (Azerbaiyán) a través de Turquía e Israel hacia Asia y, presumiblemente, hasta la India. Parte de este proyecto está ya construido: el oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan (obsérvese que los países por los que pasa, a saber, Azerbaiyán, Georgia y Turquía son protegidos o aliados de la OTAN. Este tramo del oleoducto fue inaugurado en julio de 2006 y se le considera el más estratégico del mundo, ya que surte a los mercados occidentales. Pero aún falta lo más peliagudo: para llevar ese petróleo desde Turquía a través de Israel hacia Asia, hay que atravesar los 400 km de costa siria y libanesa.

Por ello el Pentágono hace tiempo que decidió la remodelación del mapa de Oriente Medio. Como ejemplo de esto es interesante ver el mapa elaborado por el coronel norteamericano retirado Ralph Peters, que reproduzco a continuación:




Dentro de este plan de remodelación de fronteras en Oriente Próximo estaría crear un “Gran Líbano” que arrebatara totalmente su costa a Siria, dejándola sin salida al mar y privándola de la posibilidad de explotar los enormes yacimientos de gas natural descubiertos en las aguas jurisdiccionales de su franja costera, que, como es natural caería en manos norteamericanas, inglesas y franco-alemanas. Como es sabido, el Estado libanés fue creación del colonialismo francés, que cuando llegó la hora de la descolonización concedió la independencia a Siria y al Líbano por separado, en 1943. No es extraño, pues, que tras la invasión de Irak por parte de EE.UU. y sus aliados en 2003, se buscara la intervención en Líbano poniendo como excusa el atentado que costó la vida al primer ministro libanés Rafik Hariri, el 14 de febrero de 2005, del cual se responsabilizó a Siria, para no variar el decálogo divino elaborado por la administración de George Bush que decide quienes son los buenos y quienes los malos.

Pasemos ahora a los hechos. La caravana de Rafik Hariri fue atacada en Beirut el 14 de febrero de 2005. El atentado dejó un saldo de veintitrés muertos y un centenar de heridos. Un informe preliminar del Consejo de Seguridad de la ONU subrayó la falta de interés de la policía y de la justicia libanesas en esclarecer el caso. Por esta causa, nombró una Comisión Investigadora presidida por el ex-fiscal alemán Detlev Mehlis, cuya actuación desembocó en lo que suele estar previsto cuando algo no debe saberse, es decir, obstaculizar que la verdad de este asunto llegue a conocerse. El mismo papel que desempeñó el juez Gómez Bermúdez en el juicio por los atentados de los trenes de cercanías ocurrido en Madrid el 11 de marzo de 2004.



Cadáver de Rafik Hariri y el cráter efectuado por la explosión que le costó la vida


Por las características de la explosión y por los análisis realizados en los cadáveres y en algunos sobrevivientes, expertos militares independientes con conocimientos nucleares y nanotecnológicos llegaron a la conclusión de que en el atentado fue utilizado un pequeño misil de uranio enriquecido, programado para que destruyera todo lo que se hallara dentro de un perímetro específico, calculado con precisión de centímetros, y que fue disparado desde un avión no pilotado. Uno de los pasajeros que viajaban en el auto blindado de Rafik Hariri sobrevivió a la explosión. Se trta de el ex-ministro Bassel Fleyhan, quien fue trasladado a un prestigioso hospital militar francés, donde los médicos comprobaron con asombro que el herido había estado en contacto con uranio enriquecido. Según los mismos expertos militares, en 2005 sólo Alemania había logrado controlar esa nueva tecnología. Por lo tanto, tendría que haber sido Berlin quien proporcionó y programó el arma del magnicidio.


Angela Merkel: Benjamin Netanyahu le pone bigote a lo Hitler

Lo anterior permite entender mejor por qué el ex fiscal alemán Mehlis –magistrado muy controvertido entre sus colegas– puso tanto empeño en presidir la Comisión Investigadora de la ONU, que complicó la investigación sin aclarar nada. Este conjunto de raras circunstancias nos lleva a mirar con mayor atención el papel de Alemania en el Oriente Próximo, que suele pasar bastante inadvertido. La canciller Angela Merkel envió un importante contingente para participar en la Fuerza Interina de Naciones Unidas en el Líbano (FINUL), después de los conflictos bélicos con Israel durante el verano de 2006. La señora Merkel ha venido respaldando, como todos los países de la OTAN, tanto la financiación europea de los yihadistas extranjeros en Siria, como la política de la Unión Europea de atraerse a Ucrania con el ofrecimiento inmediato de una ayuda consistente en veinte mil millones de euros, en competencia con los Estados Unidos, lo que explica las comprometedoras palabras de la portavoz de la Secretaria de Estado norteamericana, Victoria Nuland.    

Para completar la dimensión geoestratégica del conflicto sirio, que emparenta en un trágico binomio a Ucrania y Siria, puede verse las entradas que dediqué los días 7 y 14 del pasado mes de septiembre a esta dimensión, tan cuidadosamente silenciada, del horror que viene asolando la tierra siria desde febrero de 2011:

La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza.


Siria, víctima propiciatoria en la batalla por el control del gas natural


Antes de poner punto final a esta entrada, debo volver al escenario ucraniano para referirme otra vez a la cuestión de la “tierra negra” con objeto de quien estas líneas leyere pueda hacerse más cabal idea de lo que representa su potencial productivo, cuya importancia económica y geoestratégica ha supuesto un bien cuidadosamente guardado por Rusia desde su constitución como nación. La tierra negra o "chernozem" (en ruso: чернозём, transliterado como chernozëm) es un tipo de terreno negro rico en humus, además de serlo en potasio, fósforo y microelementos, cualidades que lo convierte en uno de los suelos más fértiles para la agricultura, puesto que no requiere fertilizantes.

Con la desintegración de las estructuras federales y la disolución del gobierno central de la URSS, que culminó en diciembre de 1991 con la firma del Tratado de Belavezha (en ucraniano: Біловезькі угоди) que permitió la independencia de Ucrania, se inició una desenfrenada carrera para adquirir, por las buenas o por las malas, el control de esta tierra de calidad óptima, apetecible fruto para la especulación en los mercados financieros internacionales.

Acelerada en los últimos diez años, el hito más llamativo y reciente se se produjo en 2013 cuando al poco tiempo de que Ucrania derogara la ley que prohibía a los extranjeros la compra de tierras, entro China en la escena y a cambio de un préstamo de tres mil mil millones de dólares para el desarrollo agrícola, cerró un acuerdo que le permite explotar durante cincuenta años una superficie de tres millones de hectáreas, un tamaño similar al de Galicia. El rechazo por parte del gobierno de Viktor Yanukóvich del Tratado de Libre Comercio que la UE le propuso, fue la gota que colmó las apetencias europeas y norteamericanas y sirvió como señal de partida para desestabilizar Ucrania de la manera más expeditiva, con la finalidad evidente de encontrar un gobierno capaz de favorecer las insaciables expectativas de las firmas agroalimentarias más poderosas de EE.UU. y Alemania, como Cargill, la más importante entidad cerealista norteamericana, Ukrlandfarming o Monsanto, la empresa de semillas más grande del mundo.    



A modo de colofón, quiero poner unas palabras que pueden servir como resumen de la política exterior estadounidense desde el 11 de septiembre de 2001 y que valen para explicar el terrible incremento de la tensión mundial que cada día con peores destrozos ensombrece nuestro horizonte planetario con amenazas más peligrosas y globales. Fueron pronunciadas por el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, quien, al mes siguiente de la voladura de las Torres Gemelas, el 19 de octubre de 2001, dijo a las tripulaciones de un grupo de bombarderos: “Tenemos dos opciones. O cambiamos la forma en que vivimos o cambiamos la forma en la que viven los otros. Hemos escogido esta última opción. Y sois vosotros los que nos ayudaréis a alcanzar este objetivo”. 

NOTAS

(1) Los radicales secuestran la revolución en las calles de Kiev, Xavier Colás, especial para EL MUNDO, 27 ENERO 2014

https://www.elmundo.es/internacional/2014/01/27/52e6c09122601da73c8b4582.html

(2) Zbigniew Brzenzinski, El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos, Ed. Paidós, Barcelona, 1998, p. 85.

(3) Antonio Sánchez Pereyra, Geopolítica de la expansión de la OTAN, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humaninades, UNAM y Plaza y Valdés Editores, México, 2003, p. 237.

(4) El primer destructor del escudo antimisiles llega a Rota, EL MUNDO, 12 FEB 2014

https://www.elmundo.es/espana/2014/02/11/52fa3c10e2704efc698b4578.htm

(5) Putin da trabajo a Schröder, Cecilia Fleta, El País, 11 DIC 2005

https://elpais.com/diario/2005/12/11/economia/1134255604_850215.htm

(6) Nuland afirma que su conversación con el "que se joda la UE" es privada, La Vanguardia, 7 FEB 2014

https://www.lavanguardia.com/internacional/20140207/54400939695/nuland-afirma-que-su-conversacion-con-el-que-se-joda-la-ue-es-privada.html