DONALD TRUMP O EL
RECHAZO A LA ERA OBAMA
Alguien dijo que
dada la injerencia de los dirigentes de Estados Unidos en la vida del
resto de la humanidad, los no estadounidenses también deberíamos
poder votar en sus elecciones, aunque, sometidos a las mismas
presiones propagandísticas, temo que el resultado fuera el mismo. ¿A
quién habría votado usted? ¿A un Donald Trump mediocre, fanfarrón
e imprevisible en sus decisiones o a una Hillary Clinton siniestra,
tramposa y con antecedentes más que comprobados de haber cometido
crímenes de guerra en Afganistán, Libia, Irak y Siria? Esa es la
verdadera libertad que ofrece un sistema político esquizofrénico
que mientras engendra esta clase de dirigentes, presume de ser la
culminación de la civilización humana y de sus valores. Con el
providencialismo de un iluminado, Obama ha declarado en numerosas ocasiones que "Estados
Unidos ha sido y seguirá siendo la nación indispensable en asuntos
mundiales", después de haberse atrevido a afirmar en el discurso
de su primera investidura, el 20 de enero de 2009: "Ésta es la
fuente de nuestra confianza: la certeza de que Dios nos anima a
modelar un destino incierto", persistiendo en el peligroso
fanatismo pseudo-religioso de su predecesor, el nefasto George W.
Bush, que no tuvo pudor para soltar que "nuestra nación ha sido
elegida por Dios y designada por la Historia como modelo del
mundo"(1). Siguiendo la misma línea iluminista, Hillary Clinton
no tuvo empacho en declarar ante el Consejo de Relaciones del Senado:
"La gente se pregunta qué nos depara el futuro dentro de
nuestro país y en el exterior. Pues dejen que les diga con toda
franqueza: Estados Unidos puede y debe liderar el nuevo siglo, y lo
hará" (2).
No hace falta mucha
memoria para recordar toda una lista de individuos impresentables que
en nuestra época llegaron a ser presidentes de Estados Unidos:
Lyndon B. Jonhson, Richard Nixon, Gerald Ford, Jimmy Carter, Ronald
Reagan, George W. Bush... Resulta imposible no preguntarse cómo es
posible que hombres que ninguna gran empresa pondría al frente de
una sucursal de provincias llegaran a ocupar la presidencia de la
nación más poderosa del mundo.
Siendo un hecho
innegable que Estados Unidos lleva décadas a la cabeza de la
investigación mundial, que cuenta con muchas de las mejores
universidades del planeta, en las que ejerce su magisterio e
investiga una verdadera galaxia de Premios Nobel, ¿por qué su
sistema político permite acceder a elementos de un nivel intelectual
y ético tan miserable hasta la presidencia de la nación? Michael
Mann, prestigioso sociólogo e historiador de la Universidad de
California en Los Angeles, utilizó la denominación de "imperio
incoherente" para referirse a que "los fundamentos
económicos e ideológicos del imperio americano son poco sólidos y
que su única fuerza real reside en actuar como un matón frente a
los débiles países tercermundistas". El profesor Mann lo
expresa de manera diáfana: "El nuevo militarismo (estadounidense) posee las debilidades y fortalezas características
del militarismo: el poder pero no la autoridad, y una brutal
arrogancia que lo lleva a una excesiva confianza y, en última
instancia, a un orgullo desmesurado y al desastre. Mientras que en el
pasado reciente el poder estadounidense era hegemónico ̶ fue aceptado por costumbre y con frecuencia considerado legítimo en
el extranjero ̶ , ahora se
impone a punta de pistola. Esto socava la hegemonía y la pretensión
de ser un imperio benevolente. La incoherencia demostrada por sus
poderes militar, económico, político e ideológico le obliga a
retirarse a su refugio más seguro, la devastación militar
ofensiva". (3)
Parece obvio que para
gobernar una nación así no hace falta poseer dones especiales:
basta con estar bien instalado en el establishment, disponer
de la fortuna suficiente para costear una larga campaña electoral,
ser buen actor y dejar que actúen los poderes fácticos que
convergen en la Casa Blanca, muy especialmente el "complejo
industrial-militar" que determina la política exterior
norteamericana, por usar la denominación que utilizó por vez
primera el presidente Eisenhower, aunque tuvo la precaución de hacerlo en el último discurso televisado antes de abandonar la presidencia al finalizar su segundo mandato. Y no cabe duda de que Barack Obama se ha revelado como una fachada construida para ocultar a la vista el precipicio que se abre detrás, el producto de "marketing" más perfecto que cabe imaginar,
bendecido encima por la concesión del Premio Nobel de la Paz al
inicio mismo de su primer mandato.
Llama la atención que
ninguna de estas consideraciones haya sido tenida en cuenta por los
medios informativos españoles ni por la práctica totalidad de
nuestros "intelectuales", que invariablemente aluden al muy
manido eslogan de referirse a Estados Unidos como la democracia más
antigua y perfecta del planeta, dentro de lo que cabe, claro, porque
en este mundo la perfección no existe y blá, blá, blá... No he
visto que ninguno se haya preguntado algo tan elemental como: ¿No
será que algo muy grande falla estrepitosamente y desde hace
demasiado tiempo en la democracia que se considera a sí misma
ejemplo y modelo de todas las demás? Pregunto, me pregunto...
Y es que para escribir
acerca de la Historia no vale utilizar como criterio las preferencias
personales, las descalificaciones basadas en juicios de valor o la
racionalidad del sentido común más elemental que usamos para andar
por casa. Los análisis históricos han de estar fundamentados en un
examen ponderado de las variables significativas que el historiador
deberá elegir entre muchas y valorar según su leal saber y
entender. Exactamente lo mismo que hace un médico para diagnosticar
cualquier enfermedad, un rigor que nuestras eminencias pensantes y
opinantes están muy lejos de vislumbrar y, muchísimo menos, de
practicar.
Es un hecho comprobable que numerosos analistas e intelectuales norteamericanos vaticinaron el triunfo electoral de Donald Trump. Otra cosa
es que se enteraran los periodistas y tertulianos españoles,
esos que hablan "ex cathedra" desde sus tribunas y cobran
por mirarse los ombligos. Vaya como muestra de acertada anticipación
el artículo de Michael Moore (4): "Cinco razones por las que Trump va a ganar las elecciones",
¡¡publicado el día 28 de julio de 2016!!, en el que califica a Trump como "ignorante, peligroso y miserable payaso a tiempo parcial y sociópata a tiempo completo".
Moore razonó su diagnóstico con meridiana claridad: "Tenéis que dejar de negar lo evidente y enfrentaros a la verdad que en el fondo sabéis que es muy real. Intentar tranquilizaros con datos- "el 77% del electorado son mujeres, personas de otras razas y jóvenes de menos de 35 años, ¡y Trump no puede ganar por mayoría en ninguno de esos sectores!" ̶ o con lógica" ̶ la gente no va a votar a un bufón ni en contra de sus intereses!"̶ es la manera que tiene el cerebro de protegerse de una situación traumática. Como cuando oyes un ruido extraño en la calle y piensas: "Ah, es que habrá reventado una rueda", o "¿quién anda tirando petardos?" porque no quieres pensar que lo que acabas de oír es un disparo". Para continuar diciendo. "Queridos amigos, esto no es un accidente. Es la realidad. Y si creéis que Hillary Clinton va a ganar a Trump con datos, inteligencia y lógica, es que no os habéis quedado con nada de las 56 primarias en las que 16 candidatos republicanos probaron con todo, sacaron todos sus ases de la manga y no pudieron hacer nada para detener al gigante de Trump. A día de hoy, tal y como están las cosas, creo que va a ganar; y, para lidiar con ello, necesito que primero lo reconozcáis y quizá después podamos encontrar una manera de salir de este embrollo en el que nos hemos metido".
Con mayor antelación, el 16 de marzo de 2016, el joven sociólogo
estadounidense Nathan J. Robinson en su artículo "Si los demócratas no presentan a Sanders, Trump será presidente", dejó escrito lo que sigue:
"Dado que parece
cada vez más probable que Donald Trump sea el candidato republicano
a la Presidencia, a los demócratas se les acaba el tiempo para
elaborar una estrategia con la que derrotarle. Las insistencias
ilusorias y complacientes en que Trump se evaporaría, repetidas
hasta hartar durante meses, se han demostrado erróneas. Trump goza
de un imponente liderazgo en las encuestas y ha logrado varios
triunfos importantes en las primarias, por lo que ya son muchos
quienes vaticinan que conseguirá la nominación. Si los demócratas
de verdad creen, como dicen creer, que Trump supone una amenaza para
el bienestar del país y la vida de las minorías, deberán hacer
todo lo posible para alejarle de la Casa Blanca. Eso requerirá que
se unan muy rápido en torno a un objetivo único, por muy ilógico
que parezca: tienen que asegurarse por todos los medios de que Bernie
Sanders sea el candidato demócrata a la Presidencia".
Visto lo que antecede,
la consternada sorpresa mostrada por los tertulianos, analistas y
periodistas españoles ante el triunfo de Donald Trump
en las elecciones presidenciales, reforzado por la mayoría
republicana alcanzada en el Congreso estadounidense, tanto en la
Cámara de Representantes como en el Senado, solamente cabe
atribuirla a una ignorancia absoluta de la realidad norteamericana,
que tras el fracaso de sus previsiones intentan exorcizar en una competición de improperios nunca antes vista hacia el candidato ganador (curiosa manera de entender las reglas de la
democracia) y que muestra la frustración que les lleva a
actuar como jueces en vez de analistas políticos, instalados en una
arrogancia tan reiterada como idiota, por la sencilla razón de
que la realidad los ha desautorizado de la manera más flagrante. La ceguera de los grandes medios de comunicación estadounidenses no ha sido menos clamorosa, aunque sea más fácilmente explicable: su vinculación a la Administración Obama les llevó a apostar ciegamente por Hillary Clinton, ignorando la situación real de buena parte del pueblo norteamericano. Como reconoce The Hollywood Reporter, "el triunfo de Trump ha sido un fracaso de las técnicas periodísticas modernas (...). "El día del triunfo de Trump fue el día en que murieron los datos. Todo el dinero que habían destinado los medios (que por cierto, se encuentran en una difícil situación financiera) a las encuestas y a su posterior análisis ha sido en vano, presentando un discurso convincente y poderoso, aunque muy mal informado, que en realidad reflejaba justo lo contrario de lo que estaba pasando. No hay muchos ejemplos, salvo quizá el caso de regímenes dictatoriales, en los que los medios hayan conseguido vender una visión de los acontecimientos no solo tan inventada, sino tan contraria a la realidad".
Si Hillary Clinton perdió las elecciones ha sido porque no supo percibir el cabreo y el miedo de tantos norteamericanos ante un sistema de salarios mediocres, precariedad existencial y competencia desleal de empresarios que fabrican en países más pobres sin el menor respeto a los derechos laborales y humanos y a la preservación del medio ambiente. Hillary era percibida como una fría profesional de la politiquería y una prominente representante del establishment. Por el contrario, Bernie Sanders, su rival en las primarias demócratas, había entusiasmado a millones de jóvenes, por, precisamente, presentarse como un rebelde. No cabe duda alguna de que hubiera sido mejor adversario frente a Donald Trump.
Los menos avisados han
podido comprobar hasta la extenuación que durante las últimas
semanas hemos padecido un diluvio “informativo” sobre las
maldades de Trump y la obligada necesidad de que Hillary Clinton,
dechado de virtudes democráticas, resultara triunfadora en su
carrera hacia la Presidencia, como si esta señora fuera una
benefactora de la humanidad y la lógica continuadora del sendero
abierto por Obama, el Premio Nobel de la Paz, cuya tarea principal no
ha sido otra que acorralar a la malvada Rusia, hasta llegar a
extremos nunca vistos desde los peores momentos de la Guerra Fría,
así como provocar las nuevas y desoladoras guerras en el Oriente
Medio, que vienen produciendo las avalanchas migratorias que siguen
llegando a las costas de Europa y convertido el Mediterráneo en
un cementerio de desesperados (5).
Comentaristas y tertulianos, los improvisados y los de siempre, la clase política sin excepciones y su caterva de intelectuales orgánicos, tanto de derechas como de izquierdas, han machacado y siguen martilleando nuestras neuronas hasta la hartura que acostumbran en periódicos, televisiones, radios y a través de la Red, acudiendo para sentar sus tesis a todos los personajes y personajillos que tienen a mano y, sobre todo a las agencias de comunicación estadounidenses vinculadas al establishment norteamericano. Todos a coro han recitado los mismos mantras, salmodias y letanías, porque no ha habido ninguno que no se haya convertido por arte de birlibirloque en experto analista de la compleja realidad social estadounidense, repitiendo ad nauseam las mismas argumentaciones, tan progresistas como falaces, según los hechos se han encargado de demostrar.
El vergonzante delirio
informativo español alcanzó cimas pocas veces vistas con la emisión
de los telediarios de TVE desde Nueva York, convirtiendo los espacios
informativos en "realitys shows", espectáculos
faranduleros sobre la realidad americana proyectados desde una
escenografía que no ha servido más que para visualizar "urbi
et orbi" nuestra condición subordinada de protectorado del
imperio que tiene a Washington como sede del César, capital de la
OTAN y encarnación de la Nueva Roma. No puede representarse con
mayor evidencia quién dicta nuestra política exterior y ordena en
qué lejanas guerras han de participar los soldados de nuestras Fuerzas
Armadas, así como los ejércitos de todas las naciones europeas
vinculadas a la OTAN, para mantener la paz mundial, es decir la
hegemonía global de Estados Unidos.
Zbigniew
Brzezinski, el más influyente politólogo y estratega estadounidense,
director de la Comisión Trilateral, consejero de Seguridad Nacional
del gobierno del presidente Jimmy Carter, que se ha mantenido como
consejero áulico de todos los presidentes americanos hasta el día
de hoy, incluyendo los dos mandatos de Obama, no tuvo pelos
en la lengua para dejar escrito que "La cruda realidad es que la
Europa Occidental, y la Central cada vez más, sigue siendo en buena
medida un protectorado norteamericano, con unos Estados aliados que
recuerdan a los antiguos vasallos y tribunos de Roma" (6).
Para no salirse del
guión, ningún medio informativo se hizo eco del análisis realizado
por el profesor Allan Lichtman, publicado el pasado 23 de septiembre
en ”The Washington Post”. Con su método, que tiene en cuenta
trece variables, Lichtman vaticinó a finales de septiembre el no tan
sorprendente triunfo de Trump en las elecciones presidenciales
norteamericanas, que cualquiera puede ver PINCHANDO AQUÍ (7).
"Por qué Trump", se preguntaba también George Lakoff,
profesor de lingüística en la Universidad de California, Berkeley,
en un brillante artículo publicado el 16 de marzo, en el que nos
ofrece nuevas claves para encontrar la respuesta (8): "Donald Trump
expresa en voz alta todo lo que siente —con fuerza, hostilidad,
enfado y sin vergüenza--. Lo único que tienen que hacer es apoyar y
votar a Trump y ni siquiera tienen que expresar sus opiniones
“políticamente incorrectas”, puesto que ya lo hace él por ellos
y sus victorias hacen que esas opiniones sean respetables. Él es su
campeón. Él les proporciona un sentimiento de auto respeto,
autoridad y la posibilidad de obtener poder. Cuando oigas las
palabras “políticamente correcto”, recuérdalo.
"No hay término
medio en la política estadounidense. Hay moderados, pero no existe
la ideología del moderado, no hay una sola ideología con la que
estén de acuerdo todos los moderados. Un conservador moderado tiene
algunas posturas progresistas sobre ciertos asuntos, aunque varían
de una persona a otra. De un modo similar, un progresista moderado
tiene algunas posturas conservadoras sobre ciertos asuntos, y de
nuevo varía de una persona a otra. En resumen, los moderados tienen
ambas visiones políticas, pero generalmente usan una de ellas. Estas
dos formas morales de ver el mundo en general se contradicen. ¿Cómo
pueden residir en el mismo cerebro al mismo tiempo?
"Ambas se
caracterizan en el cerebro por un circuito neuronal. Están unidas
por un circuito común: la inhibición mutua. Cuando uno se activa,
el otro se desactiva; cuando uno se fortalece, el otro se debilita.
¿Qué los activa o desactiva? El lenguaje que encaja en esa visión
del mundo activa esa forma de ver la vida, la fortalece, mientras que
desactiva la otra visión del mundo y la debilita. Cuanto más se
debaten las opiniones de Trump en los medios, más se activan y se
fortalecen, tanto en las mentes de los conservadores a ultranza como
en las mentes de los progresistas moderados".
Busquen en las
hemerotecas, videotecas y fonotecas a ver si encuentran algún análisis parecido
que haya sido publicado por algún medio de comunicación español de mediana importancia.
Les deseo suerte para que tengan mejor fortuna que yo.
Pese a todo, y por más
vueltas que se le dé, lo que parecía imposible ha sucedido. Donald
Trump ha ganado las elecciones en Estados Unidos, y las predicciones
unánimes publicadas en todo el mundo han fallado. ¿Qué ha pasado?, cabe
preguntarse ahora (9).
Hay dos maneras de ver
la capacidad de Trump de mantener una coalición ganadora, que no son
excluyentes. Por un lado, el partidismo como variable inamovible: por
muy deteriorada que haya quedado la figura del candidato, por muchos
ataques que haya sufrido, al final parece que una gran mayoría de
votantes republicanos se han mantenido fieles a su partido.
Por otra parte, parece
que la guerra de “clase trabajadora blanca” no le ha salido bien
a los demócratas y sí a Trump, quien ha ganado en lugares donde
Obama venció en 2008 y 2012. A falta de estudios
post-electorales, parece que el apoyo del segundo grupo ha sido menor
que el primero. En palabras de Octavio Medina o de Nate Cohn, los
votantes blancos de clase obrera se habrían comportado como una
minoría, siendo en realidad más del 40% del total. Con ello, Trump
ha ganado donde Obama logró darle la vuelta a la tortilla.
Así, Trump ha sumado
al bloque conservador a una parte de la población que o no votaba o
lo hizo por Obama en 2008 y en 2012. Mientras que Clinton no ha conseguido
igualar la apuesta a base de minorías y nuevos votantes. Si a eso le
añadimos que los votantes del segundo grupo se encontraban
mayoritariamente en "Estados seguros" en los que su voto
nada cambiaba, mientras que los primeros sí podían mover la
balanza, nos queda la imagen completa.
Que el triunfo de
Trump resultaba predecible también lo prueba el artículo del periodista Thomas Frank, publicado el 8 de marzo pasado en "The Guardian",
en el que analizó las razones que tenía la clase trabajadora
estadounidense para apostar por Trump (10):
"La gente tiene
más miedo que odio", es la descripción del estudio que me hace
Karen Nussbaum, directora de Working America. La encuesta "confirma
lo que escuchamos siempre. La gente está harta, la gente sufre,
están descontentos por el hecho de que sus hijos no tienen futuro"
y "porque no ha habido una recuperación tras la recesión,
porque todas las familias sufren de una manera u otra".
"Tom Lewandowski,
presidente del Consejo del Trabajo del Noreste de Indiana, lo dejó
aún más claro cuando le pregunté por los partidarios de Trump de
clase trabajadora. "Esta gente no es racista, no más que el
resto", dice de los seguidores de Trump que conoce. "Cuando
Trump habla de comercio, pensamos en el Gobierno de (Bill) Clinton,
primero con el NAFTA y luego con China (los acuerdos comerciales con
Pekín), y aquí en el noreste de Indiana eso supuso una hemorragia
de empleos".
"Los acuerdos
comerciales mal diseñados, los generosos rescates de bancos, los
beneficios garantizados para las empresas de seguros, pero sin una
recuperación económica real para la gente corriente... todas estas
políticas están dejando su sello. Como dice Trump, "hemos
reconstruido China y por el contrario nuestro país se cae a trozos.
Nuestras infraestructuras se están cayendo a trozos. Nuestros
aeropuertos parecen del Tercer Mundo". Para terminar confesando:
No sabemos admitir que nosotros, los de ideas progresistas, tenemos
alguna responsabilidad en el ascenso de Trump, a causa de la
frustración de millones de personas de clase trabajadora, de sus
ciudades arruinadas y sus vidas en caída libre. Es mucho más fácil
burlarse de ellos por sus almas retorcidas y racistas, y cerrar los
ojos ante la evidente realidad de la que el trumpismo es sólo una
expresión vulgar y cruda: que el neoliberalismo ha fracasado por
completo".
El periodista Javier Valenzuela lo expresó con acierto en el número correspondiente al mes de septiembre de la revista mensual TintaLibre: "Digámoslo sin rodeos: Trump alude a problemas, miedos y angustias reales de muchos norteamericanos. Ciudadanos que no se sitúan precisamente entre los triunfadores del capitalismo salvaje y globalizado que se impuso universalmente tras la caída del muro de Berlin. Ciudadanos para cuyas inquietudes el centroderecha y el centroizquierda tradicionales no tienen la menor propuesta, porque enfadados como están con el establishment, ni siquiera reconocen la existencia de esos problemas, miedos y angustias". Por eso, "descalificar a Trump sin fijarse en el océano de congojas en el que arroja sus redes es baldío. Estas congojas existen y requieren tratamientos: la inseguridad económica de las clases populares y medias, el monopolio de los beneficios de la globalización que detentan los capitales avariciosos y los países de competencia desleal como China, el crecimiento feroz de la desigualdad de rentas, las inquietudes producidas por los cambios culturales y demográficos, la decadencia del patriarcado... Todo cambia a velocidad de vértigo, pero el seguidor de Trump no siente que sea necesariamente para mejor".
El periodista Javier Valenzuela lo expresó con acierto en el número correspondiente al mes de septiembre de la revista mensual TintaLibre: "Digámoslo sin rodeos: Trump alude a problemas, miedos y angustias reales de muchos norteamericanos. Ciudadanos que no se sitúan precisamente entre los triunfadores del capitalismo salvaje y globalizado que se impuso universalmente tras la caída del muro de Berlin. Ciudadanos para cuyas inquietudes el centroderecha y el centroizquierda tradicionales no tienen la menor propuesta, porque enfadados como están con el establishment, ni siquiera reconocen la existencia de esos problemas, miedos y angustias". Por eso, "descalificar a Trump sin fijarse en el océano de congojas en el que arroja sus redes es baldío. Estas congojas existen y requieren tratamientos: la inseguridad económica de las clases populares y medias, el monopolio de los beneficios de la globalización que detentan los capitales avariciosos y los países de competencia desleal como China, el crecimiento feroz de la desigualdad de rentas, las inquietudes producidas por los cambios culturales y demográficos, la decadencia del patriarcado... Todo cambia a velocidad de vértigo, pero el seguidor de Trump no siente que sea necesariamente para mejor".
A falta de propuestas económicas o sociales de verdadero calado, la polémica se ha centrado en asuntos domésticos de importancia relativa para el resto del mundo, como la polvareda universal que ha encontrado el anuncio hecho por Trump de levantar un muro en la frontera mejicana que
contenga la emigración procedente de la América Latina, olvidando que buena parte
de ese muro existe ya. En 1994, un año antes de que Bill Clinton
llegara a la Casa Blanca por primera vez, se puso en marcha la
“Operación Guardián”, por la cual se edificó en California la
primera parte del muro. El tramo, que mide 20 kilómetros, comienza
en el desierto y termina adentrándose en el mismísimo Océano
Pacífico. Durante el mandato de Bill Clinton el proyecto fue
ampliado para evitar la entrada de los inmigrantes mexicanos, y
aunque no haya estadísticas oficiales al respecto, ha provocado más
de tres mil muertes.
Muro fronterizo entre Estados Unidos y México |
Muro entre Tijuana y San Diego. Colocación de alambradas en septiembre de 2015 |
El republicano Duncan
Hunter propuso un plan al Senado el 3 de noviembre de 2005 para
reforzar la barrera fronteriza entre los dos países. La propuesta
fue aprobada el 15 de diciembre de 2005 y preveía la construcción de un muro fronterizo de más de mil kilómetros. A
esta escala, semejante muro sería sólo comparable a la Gran Muralla
China, que mide alrededor de ocho mil kilómetros.
Finalmente, el 17 de
mayo de 2006, el Senado de Estados Unidos aprobó la enmienda para construir un muro de 595 kilómetros de extensión y más de 800 kilómetros de barreras que impidieran el paso de automóviles.
El documental estadounidense “The Fence" (La Cerca) refiere
que Washington ha gastado alrededor de tres mil millones de dólares
en ese proyecto, que no ha servido para frenar la inmigración ilegal ni el
tráfico de drogas, constituyendo una mancha para Estados Unidos, luego de que el gobierno estadounidense apostara por la destrucción
del muro de Berlín.
Una segunda reflexión no puede menos que referirse al cinismo europeo
exhibido ante semejante proyecto. ¿Acaso
no ha levantado Europa todos los muros y barreras que ha podido para
encerrar en miserables guetos a los desgraciados, que, tras cruzar el
mar, huyen de las guerras provocadas en su países de origen por
Estados Unidos con el apoyo incondicional de las naciones europeas
vinculadas a la Alianza Atlántica? ¿No son enviados a Turquía como
si fuesen mercancía facturada y pagada al contado por la Unión
Europea al "demócrata" Erdogan?
En cuanto a la
predicción infalible de que las mujeres norteamericanas votarían en
bloque por Hillary Clinton, resulta evidente que se ha revelado tan falsa como todas las
demás, porque lo cierto ha sido que el 53% del voto femenino a ido a parar a Donald Trump. En una carta abierta la actriz y activista Susan
Sarandon ha explicado, todo lo gráficamente que suele hacerlo, que su
"miedo" a un gobierno de Trump no es razón suficiente para
optar por Clinton, dado el "historial de corrupción" de la
ex-secretaria de Estado. Preguntada por este asunto en una entrevista
en la BBC, Sarandon fue aún más explícita: "No voto con mi vagina", concluyó.
Susan Sarandon |
En el artículo
titulado “Soy musulmana, inmigrante y voté por Donald Trump”, la
periodista y defensora de los derechos de la mujer Asra Q. Nomani, explica por qué eligió a Trump sobre Hillary Clinton en la columna
que publica en el diario The Washington Post: "Soy una madre
soltera que no puede afrontar el seguro de salud del Obamacare, el
programa del Presidente no me ayuda. El martes, conduje por Virginia
desde mi hogar en Morgantown, donde pude ver los Estados Unidos
rurales, y estadounidenses comunes que, como yo, no pueden llegar a
fin de mes, luego de ocho años de administración de Obama (...)".
"Pero lo que más
me preocupó fueron mis temores de la influencia de las dictaduras
islámicas teocráticas de Qatar y Arabia Saudita en una
administración de Hillary. Estas dictaduras no muestran ejemplos de
una sociedad progresista".
La periodista Asra Q. Nomani |
He
elegido, de entre otros muchos, estos testimonios recientes para
avalar mi valoración cuando afirmo que cualquier fundamentado
análisis respecto a realidad actual de la la sociedad estadounidense
ha sido sustituido en España por las voces del coro de aquellos que siguen recurriendo al socorrido fenómeno del
“populismo” para explicarlo todo con un viejo concepto sacado del
baúl de los recuerdos y puesto nuevamente en circulación, pero que
no es más que un saco sin fondo (en donde meten desde Beppo Grillo
hasta Marine Le Pen, pasando por Alexis Tsipras, Pablo Iglesias o el propio Donald
Trump) para encerrar en una denominación peyorativa la compleja
realidad social, política y económica por la que atraviesa nuestro
mundo en general, y Estados Unidos en particular. El uso del término "populismo" para intentar emparentar fenómenos sociales y políticos que nada tienen que ver es de una simpleza intelectual semejante a la de igualar a los elefantes con las sardinas porque unos y otras utilizan oxígeno para respirar. Trump o Le Pen pueden coincidir con Syriza y Podemos a la hora de señalar problemas socioeconómicos realmente existentes, pero sus recetas para solucionarlos, y no digamos para todo lo demás, son tan diferentes como la noche y el día.
Creo que el término "populismo" retrata más la frivolidad conceptual de quienes tan unánime y arbitrariamente lo emplean que a los partidos o grupos políticos que pretenden denostar, toda vez que resulta muy fácil darse cuenta de que no existe definición clara, precisa o abarcadora de lo que deba entenderse por ideología populista. Y es que el populismo no es una ideología, sino una praxis utilizada por la casi totalidad de la clase política de cualquier país cuando, gracias al control de los medios de comunicación y de las técnicas de marketing y propaganda al servicio de "lo políticamente correcto" nos venden una visión unilateral de la realidad que poco o nada tiene que ver con la realidad misma. En el semanario Courrier International del pasado 17 de noviembre, su director, Jean Hébert Armengaud esdcribió: "Populismo, una palabra comodín que ahora atraviesa el planeta, y en particular Europa, y no quiere decir nada. Único denominador común: una rebelión contra las élites". Lo que más me intriga del adjetivo "populista", que solo presenta connotaciones negativas, es que se aplique por igual a un tipo con coleta, cuya máxima etiqueta en el vestir es una camisa ligeramente despechugada, que a un multimillonario norteamericano que vive en su propio rascacielos de la Quinta Avenida de Nueva York y que no aparece dos veces seguidas en televisión con el mismo traje.
Después de semejante proeza intelectual, los analistas sabelotodos se quedan tan frescos, mientras asiente o aplaude el consabido coro de papagayos amaestrados. El cruce de acusaciones de "populismo" exhibido en nuestro celtiberia-show por la clase política resulta desopilante. Por muy acostumbrado que uno esté al escaso nivel intelectual que muestra Susana Díaz cada vez que abre la boca, no dejan de ser surrealistas sus declaraciones en las que equipara a Donald Trump con Podemos: "Quizás beban de la misma fuente", sugirió, para comparar acto seguido al Partido Republicano estadounidense con el que lidera Pablo Iglesias por decir que "hay que echar a la casta corrupta" (11). Tremendo.
Creo que el término "populismo" retrata más la frivolidad conceptual de quienes tan unánime y arbitrariamente lo emplean que a los partidos o grupos políticos que pretenden denostar, toda vez que resulta muy fácil darse cuenta de que no existe definición clara, precisa o abarcadora de lo que deba entenderse por ideología populista. Y es que el populismo no es una ideología, sino una praxis utilizada por la casi totalidad de la clase política de cualquier país cuando, gracias al control de los medios de comunicación y de las técnicas de marketing y propaganda al servicio de "lo políticamente correcto" nos venden una visión unilateral de la realidad que poco o nada tiene que ver con la realidad misma. En el semanario Courrier International del pasado 17 de noviembre, su director, Jean Hébert Armengaud esdcribió: "Populismo, una palabra comodín que ahora atraviesa el planeta, y en particular Europa, y no quiere decir nada. Único denominador común: una rebelión contra las élites". Lo que más me intriga del adjetivo "populista", que solo presenta connotaciones negativas, es que se aplique por igual a un tipo con coleta, cuya máxima etiqueta en el vestir es una camisa ligeramente despechugada, que a un multimillonario norteamericano que vive en su propio rascacielos de la Quinta Avenida de Nueva York y que no aparece dos veces seguidas en televisión con el mismo traje.
Después de semejante proeza intelectual, los analistas sabelotodos se quedan tan frescos, mientras asiente o aplaude el consabido coro de papagayos amaestrados. El cruce de acusaciones de "populismo" exhibido en nuestro celtiberia-show por la clase política resulta desopilante. Por muy acostumbrado que uno esté al escaso nivel intelectual que muestra Susana Díaz cada vez que abre la boca, no dejan de ser surrealistas sus declaraciones en las que equipara a Donald Trump con Podemos: "Quizás beban de la misma fuente", sugirió, para comparar acto seguido al Partido Republicano estadounidense con el que lidera Pablo Iglesias por decir que "hay que echar a la casta corrupta" (11). Tremendo.
No obstante, por
encima de todo lo que llevo escrito, lo más cinicamente escandaloso
es el lema mantenido de que, aún reconociendo que Hillary Clinton no
pareciera la mejor candidata demócrata, era preferible a Trump para
salvaguardar un cierto equilibrio en el difícil panorama actual,
caracterizado por un enfrentamiento insostenible con Rusia que supera
los peores momentos de la Guerra Fría, así como el panorama bélico
generado en el Mediterráneo, en el Oriente Medio y hasta en la misma
Europa con la intervención otánica apenas encubierta en Ucrania,
que se mantiene como foco encendido presto a ser activado según
convenga a los halcones del Pentágono y de la Secretaría de Estado
y que analicé, adelantándome a los acontecimientos mismos, en mi
artículo "Ucrania por el camino de Siria: Informe para ciegos", publicado el día 27
de febrero de 2014, cuando todavía estaban sucediendo los
acontecimientos de la Plaza Maidan y en el que vaticiné
anticipadamente la guerra que inmediatamente sobrevino, la partición
de Ucrania en dos mitades antagónicas y mi certeza de que Rusia jamás abandonaría
Crimea, por ser parte integral de la nación rusa desde hace siglos.
En cumplimiento de sus
promesas electorales, Obama anunció en octubre de 2011 la retirada
de las tropas estadounidenses de Irak. Sin embargo, los intentos de
Obama por derrocar al presidente sirio Bashar Al-Assad, para lo cual
EE.UU. armó a la oposición siria y protegió a tropas de mercenarios yihadistas, posibilitaron la ampliación y el
fortalecimiento del Estado Islámico, Jaish al-Fath, el Frente
Al-Nusra y otros grupos sunitas financiados por Qatar y
Arabia Saudí, con la rápida consecuencia de que estas mesnadas
terroristas extendieran su campaña de horrores desde la nación siria
al fronterizo Irak. En agosto de 2014, Obama autorizó los ataques
aéreos contra las posiciones del Estado Islámico en Irak, y en
septiembre EE.UU. comenzó a bombardear Siria sin el consentimiento
de las autoridades de este país soberano y sin autorización de las
Naciones Unidas. Con ello, la estrategia de Obama para "luchar
contra el terrorismo" no solamente fortaleció al Estado
Islámico, sino que permitió financiarse a los terroristas con la obtención de
centenares de millones de dólares por la venta del petróleo de los
yacimientos ocupados.
También por decisión de Obama, Estados Unidos dejó su rastro de destrucción en
Libia, donde a partir de marzo de 2011 dirigió la operación militar
para derrocar al Muammar El-Gadafi con la intervención de la OTAN,
reservando a Francia y al Reino Unido el criminal protagonismo de los
bombardeos a la nación libia, sin reparar en las decenas de miles de muertos
ocasionados en la población civil. Como resultado, el mandatario
libio, feroz enemigo del yihadismo sunita, fue
asesinado bajo consignas democráticas, lo que marcó el hundimiento
del Estado libio y el comienzo de un período de enfrentamiento armado en lucha por el poder, que ha ocasionado la desintegración total del país, una
catástrofe humanitaria de la que nuestros medios de comunicación no
se hicieron eco, el tribalismo y el auge del yihadismo sunita, así
como su comprobada exportación a Siria e Irak. El pasado 25 de julio,
el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, aseguró que existen
"flujos de armas que van a Siria, guiados por Hillary Clinton
hacia los yihadistas, incluidos los del Estado Islámico", un hecho que, a estas alturas, está perfectamente demostrado.
De esta forma, no solo
la ex-secretaria de Estado estaba al tanto de los repetidos envíos de
armas a los yihadistas en Siria, sino que también lo sabían varias
figuras clave en la Casa Blanca, incluido el presidente Obama. La mayoría del pueblo
estadounidense siempre pensó que los rusos retrocederían cuando
ellos actuaran, pero la decisión adoptada por Putin de intervenir
con contundencia en Siria, previa petición del Gobierno de Damasco, para
acabar con los mercenarios yihadistas, que los medios de comunicación
occidentales se obstinan en llamar "rebeldes moderados", ha
demostrado que estaban equivocados.
A pesar de que la rara
unanimidad de los medios de comunicación españoles en seguir
denostando a Trump y en mantener sus alabanzas a las virtudes de Obama y
de su fallida sucesora, la revista digital lamarea.com publicó ayer, domingo
20 de noviembre, una magnífica entrevista a Diana Johnstone
realizada el pasado mes de mayo por el periodista Walter Goobar. Diana Johnstone es
quizá una de las comentaristas de la política europea y
estadounidense más reputadas de la izquierda, que se dio a conocer
en Europa por sus críticas a la política occidental durante las
guerras en los Balcanes y autora de un libro sobre Hillary Clinton
titulado "La reina del caos". Aunque la entrevista
entera no tiene desperdicio, me he permitido entresacar algunos
comentarios que estimo fundamentales.
Pregunta: Los medios estadounidenses han centrado su atención estas primarias en Donald Trump. Pero en su opinión, Hillary Clinton también debería ser motivo de preocupación. La ha descrito como "la reina del caos". ¿Por qué?
Diana Johnstone: "Trump consigue titulares porque es una novedad, un showman que dice cosas chocantes. Es visto como un intruso en un espectáculo electoral diseñado para transformar a Clinton en la “primera mujer presidenta de América”. ¿Por qué la llamo reina del caos? En primer lugar, por Libia. Hillary Cinton fue en gran medida responsable de la guerra que hundió a Libia en el caos, un caos que se extiende hacia el resto de África e incluso Europa. Ha defendido más guerra al Oriente Medio.
Pregunta: Los medios estadounidenses han centrado su atención estas primarias en Donald Trump. Pero en su opinión, Hillary Clinton también debería ser motivo de preocupación. La ha descrito como "la reina del caos". ¿Por qué?
"Mi opinión no es que Hillary Clinton “también debería” ser motivo de preocupación. Ella es el principal motivo de preocupación. Clinton promete apoyar más a Israel contra los palestinos. Está totalmente comprometida con la alianza de facto entre Arabia Saudí e Israel que tiene como objetivo derrocar a Assad, fragmentar Siria y destruir la alianza chií entre Irán, Assad y Hezbolá. Esto aumenta el riesgo de confrontación militar con Rusia y Oriente Medio. Al mismo tiempo, Hillary Clinton defiende una política beligerante hacia Rusia en su frontera con Ucrania. Los medios de comunicación de masas en Occidente se niegan a darse que cuenta que muchos observadores serios, como por ejemplo John Pilger y Ralph Nader, temen que Hillary Clinton nos conduzca, sin advertirlo, a la Tercera Guerra Mundial.
"Trump no se ajusta a ese molde. Con sus comentarios groseros, Trump se desvía radicalmente del patrón de lugares comunes que oímos de los políticos estadounidenses. Pero los medios de comunicación establecidos han sido lentos en reconocer que el pueblo estadounidense está completamente cansado de políticos que se ajustan al patrón. Ese patrón está personificado por Hillary Clinton. Los medios de comunicación europeos han presentado en su mayoría a Hillary Clinton como la alternativa sensata y moderada al bárbaro de Trump. Sin embargo, Trump, el “bárbaro”, está a favor de reconstruir la infraestructura del país en vez de gastar el dinero en guerras en el extranjero. Es un empresario, no un ideólogo.
"Trump ha afirmado claramente su intención de poner fin a la peligrosa demonización de Putin para desarrollar relaciones comerciales con Rusia, lo que sería positivo para Estados Unidos, para Europa y para la paz mundial. Extrañamente, antes de decidir presentarse como republicano, para consternación de los líderes del Partido Republicano, Trump era conocido como demócrata, y estaba a favor de políticas sociales relativamente progresistas, a la izquierda de los actuales republicanos o incluso Hillary Clinton (...)
Pregunta: Los asesores de Clinton destacan su experiencia, en particular como secretaria de Estado. Muchos se ha escrito sobre esta experiencia y no siempre de manera positiva. ¿Cuál fue su papel en Libia, Siria o Honduras?
D.J.: "Hay dos cosas que decir sobre la famosa experiencia de Hillary Clinton. La primera es observar que su experiencia no es el motivo de su candidatura, sino, más bien, la candidatura es el motivo de su experiencia. En otras palabras, Hillary no es candidata debido a que su maravillosa experiencia haya inspirado a la gente a escogerla como aspirante a la presidencia. Es más correcto decir que ha acumulado ese currículo justamente para cualificarse como presidente.
"Durante unos veinte años, la máquina clintonita que domina el Partido Demócrata ha planeado que Hillary se convierta en “la primera mujer presidenta de EEUU” y su carrera se ha diseñado con ese fin: primero senadora de Nueva York, después secretaria de Estado.
"Lo segundo concierne al contenido y la calidad de esa famosa experiencia. Se ha empecinado en demostrar que es dura, que tiene potencial para ser presidenta. En el Senado votó a favor de la guerra de Irak. Desarrolló una relación muy cercana con el intervencionista más agresivo de sus colegas, el senador republicano por Arizona, John McCain. Se unió a los chovinistas religiosos republicanos para apoyar medidas como que quemar la bandera estadounidense fuese crimen federal. Como secretaria de Estado, trabajó con “neo-conservadores” y esencialmente adoptó una política neo-conservadora utilizando el poder de Estados Unidos para rediseñar el mundo (...) En cuanto a Libia, persuadió al presidente Obama para derrocar el régimen de Gadafi utilizando la doctrina de “responsabilidad para proteger” como pretexto, basándose en falsas informaciones. Bloqueó activamente los esfuerzos de gobiernos latinoamericanos y africanos para mediar, e incluso previno los esfuerzos de la inteligencia militar estadounidense para negociar un compromiso que permitiese a El-Gadafi ceder el poder pacíficamente.
"Continuó esa misma línea agresiva con Siria, presionando al presidente Obama para que incrementase el apoyo a los rebeldes anti-Assad e incluso para imponer una “zona de exclusión aérea” basada en el modelo libio, arriesgándose a una guerra con Rusia. Si se examina atentamente, su “experiencia” más que cualificarla para el puesto de presidente, la descalifica.
Pregunta: Clinton dijo en 2008 que Vladímir Putin no “tiene alma”. Robert Kagan y otros “intervencionistas liberales” que jugaron un papel destacado en la crisis en Ucrania la apoyan. ¿Su política hacia Rusia sería de una mayor confrontación que la del resto de candidatos?
Su política sería claramente de una mayor confrontación hacia Rusia que las de Donald Trump. El contrincante republicano de Trump, Ted Cruz, es un fanático evangélico de extrema derecha que sería tan malo como Clinton, o quizá peor. Comparte la misma creencia semirreligiosa de Clinton en el rol “excepcional” de Estados Unidos para modelar el mundo a su imagen. Por otra parte, Bernie Sanders se opuso a la guerra de Irak. No ha hablado demasiado de política internacional, pero su carácter razonable sugiere que sería más juicioso que cualquiera de los demás.
Pregunta: La campaña de Clinton ha recibido notoriamente dinero de varios hedge funds. ¿Cómo cree que podría determinar su política económica si consigue llegar a la presidencia?
D.J.: Cuando los Clinton abandonaron la Casa Blanca en enero de 2001, Hillary Clinton lamentó estar “no sólo sin blanca, sino en deuda”. Eso cambió muy pronto. Hablando figuradamente, los Clintons se trasladaron de la Casa Blanca a Wall Street, de la presidencia al mundo de las finanzas. Los banqueros de Wall Street compraron una segunda mansión para los Clinton en el Estado de Nueva York (que se sumó a la que tienen en Washington DC) prestándoles primero el dinero y luego pagándoles millones de dólares por ofrecer conferencias.
Sus amistades en el sector bancario les permitieron crear una fundación familiar ahora valorada en dos mil millones de dólares. Los fondos de la campaña proceden de fondos de inversión amigos que colaboran de buen grado. Su hija, Chelsea, trabajó para un fondo de inversión antes de casarse con Marc Mezvinsky, quien creó su propio fondo de inversión después de trabajar para Goldman Sachs.
En pocas palabras, los
Clinton se sumergieron por completo en el mundo de las finanzas, que
se convirtió en parte de su familia. Es difícil imaginar que
Hillary se mostrase tan desagradecida como para llevar a cabo
políticas contrarias a los intereses de su familia adoptiva.
Pregunta: En el
pasado ha criticado a la izquierda (o a una parte considerable de
ella) por apoyar las llamadas “intervenciones humanitarias”. ¿Qué
opina de la "nueva izquierda" o "nueva nueva
izquierda" en países como Grecia o España?
D.J.: La propaganda
neoliberal dominante justifica la intervención militar por motivos
humanitarios, para “proteger” a la gente de “dictadores”.
Esta propaganda ha tenido mucho éxito, especialmente en la
izquierda, donde con frecuencia se acepta como una versión
contemporánea del “internacionalismo” de la vieja izquierda,
cuando en realidad es todo lo opuesto: no se trata de las Brigadas
Internacionales y su idealismo, combatiendo por una causa
progresista, sino del Ejército estadounidense bombardeando países
en nombre de alguna minoría que puede acabar demostrándose como un
grupo mafioso o terroristas islámicos".
Como complemento a las documentadas declaraciones de Diana Johnstone, me parece
oportuno mencionar que el pasado mes de abril, el periodista Mark
Landler publicó en The New York Times el artículo "Cómo Hillary Clinton se convirtió en halcón", en el que trazó
el retrato político de la candidata demócrata. Landler no hizo más
que exponer la forma en que la senadora y más tarde secretaria de
Estado se hizo a sí misma hasta convertirse esencialmente en una
fanática seguidora de los militares, lisonjeando a algunos
comandantes o ex-comandantes que iban desde el por entonces general
David Petraeus, hasta el analista de la Fox y general retirado Jack
Keane; Landler explica cómo, digamos, se convirtió en un personaje
—incluso en el panorama político actual— notable por su "apetito
por el compromiso militar en el extranjero".
No quiero dejar de
reseñar que Diana Johnstone siempre ha criticado el apoyo de los
partidos de izquierda a las llamadas "intervenciones
humanitarias" de Estados Unidos: La propaganda neoliberal
dominante justifica la intervención militar por motivos
humanitarios, para "proteger" a la gente de "dictadores".
Como lúcidamente señala Jean Bricmont, profesor en la
Universidad de Lovaina, "su función social es la de
proporcionar una ideología que pueda servir de justificación cómoda
a un sistema económico y a una serie de relaciones internacionales
que están basadas, en última instancia, en la fuerza bruta. La
ideología de los derechos humanos es perfecta desde ese punto de
vista".
Pese a ser tan burda,
esta propaganda ha tenido mucho éxito, especialmente en la
izquierda, donde con frecuencia se acepta como una versión
contemporánea del "internacionalismo" de la vieja
izquierda, cuando en realidad es todo lo opuesto. Basta ver la
catástrofe producida en Libia, nación a la que los medios de
comunicación occidentales suelen designar con cínica desvergüenza
como "Estado fallido".
En 2011, la OTAN
efectuó 9700 "ataques aéreos" contra Libia, de los cuales
más de un tercio fueron dirigidos a objetivos civiles. Se utilizaron
ojivas de uranio; las ciudades de Misrata y Sirte fueron bombardeadas
y quedaron tan arrasadas como alfombras. La Cruz Roja identificó
fosas comunes y Unicef informó de que "la mayoría [de los
niños asesinados] eran menores de diez años". La sodomización pública con una bayoneta "rebelde" de la que fue objeto el
presidente libio Muammar El-Gadafi, fue acogida por la entonces
secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, con gritos de
alegría y la expresión: "Vinimos, vimos, murió." Su
asesinato, así como la destrucción de la nación libia se
justificaron con la acostumbrada gran mentira de que El-Gadafi estaba
planeando un "genocidio" contra su propio pueblo. Difundida
por la agencia Reuters el 14 de marzo de 2011, propició la primera chispa para el infierno de la intervención de la OTAN, descrito por el premier británico David Cameron como "intervención humanitaria". La misma historia, tan falsa como criminal, fue utilizada pocos meses más tarde para justificar la destrucción de Siria, como resume el periodista y analista de política internacional Joe Quinn en su artículo "La
gran mentira de EE.UU. en Siria", repetida incansablemente
como dogma de fe por todos los medios de comunicación occidentales.
Aquellos que recuerdan
la génesis del conflicto sirio sabrán que, desde el primer día, el
gobierno de Estados Unidos y sus aliados no han ocultado que su
objetivo era eliminar al gobierno de Bashar Al-Assad. Para
lograrlo el gobierno norteamericano, junto a los de Francia, el Reino
Unido y las petromonarquías del Golfo, ha financiado, entrenado y armado a combatientes mercenarios yihadistas, que
terminaron por adquirir fuerza suficiente como para formar el Estado
Islámico. Por lo que las declaraciones por parte del gobierno de
Estados Unidos de que están "luchando contra el Estado
Islámico" en Siria y preocupados por "el
acceso de ayuda humanitaria" a la población civil es otro claro ejemplo
de la "gran mentira" que la propaganda difunde para
consumo del público occidental. La verdad es que el gobierno de
Estados Unidos lleva más de cinco años intentando derrocar al
gobierno sirio a través del uso de fuerzas subsidiarias integradas
por mercenarios yihadistas. Los padecimientos del pueblo sirio
importan bien poco a los que han bombardeado a las Fuerzas Armadas
sirias cada vez que la ocasión se les ha presentado.
Los escasos analistas, que hayan
venido prestando atención al desarrollo del conflicto, recordarán
que fue Rusia la que inició el proceso de las conversaciones de paz
en dos ocasiones y que también, con el silencio de los medios de
comunicación occidentales, organiza la entrega de ayuda a la
población de Alepo y de otros pueblos y ciudades de Siria. Resulta
evidente que estas operaciones cuentan con el beneplácito del
gobierno de Damasco, por lo que el hecho de que Kerry justifique el
bombardeo de las tropas sirias afirmando que "Al-Assad está
impidiendo que la ayuda humanitaria entre a Siria" es tan cínico como mentiroso, a pesar de que forme parte
de la verdad oficial impuesta por los medios de comunicación
occidentales, fieles a las directrices marcadas por Washington y la
OTAN.
Resulta palpable que para
el Departamento de Estado norteamericano el término "ayuda
humanitaria" tiene un significado muy diferente al que aparece
en el diccionario. Durante décadas, el gobierno de Estados Unidos y
las agencias de inteligencia afiliadas a éste han utilizado el
pretexto de la "ayuda humanitaria" para infiltrarse en
países extranjeros con agentes de quinta columna adiestrados para derrocar a los gobiernos de turno. En una zona de guerra, el mismo
ardid se utiliza para lograr por medios "pacíficos"
aquello que no puede lograrse a través de la violencia. En este
caso, el acceso y control de buena parte de Alepo.
Así que no cabe
distraerse con la carta de la "ayuda humanitaria" que está
siendo jugada por la maquinaria propagandística norteamericana.
Rusia y Siria llevan años intentando negociar de manera activa un
alto el fuego con EE.UU. y sus mercenarios yihadistas, pero
Washington ha venido sosteniendo la fantasmal existencia de unos
"rebeldes moderados", que en ningún momento se ha dignado
a señalar, pese a las numerosas peticiones hechas por el gobierno de
Vladimir Putin en este sentido. Y no los ha señalado porque no
existen rebeldes moderados, como han demostrado
analistas de reconocido prestigio, como Tim Anderson, escritor y profesor de la
Universidad de Sydney (12).
Tim Anderson |
La excusa de la ayuda
humanitaria de la ONU sigue siendo utilizada para exigir un inmediato
alto el fuego y la apertura zonas de exclusión aérea (tal como
sucedió en Libia) para obligar a que los militares sirios y rusos
detengan el bombardeo a la zona de Alepo controlada por los
terroristas en un intento desesperado de impedir su derrota final y
propiciar el triunfo de a los "rebeldes moderados"
dirigidos por Estados Unidos, Francia, el Reino Unido y Turquía.
Al análisis del que, creo que con toda propiedad, he llamado "holocausto sirio", he dedicado veinte artículos en este Blog (13).
Que los horrores de este infierno acabe es para mí suficiente motivo
para saludar con prudente esperanza la llegada de Donald Trump a la Casa
Blanca, en vez de la belicosa Hillary Clinton.
Los analistas
políticos británicos Steven Swinford
y Ben Riley-Smith, en un reciente artículo publicado en "The Telegraph" explican que "el
Reino Unido está afrontando una crisis diplomática debido a los
planes de Trump de forjar una alianza con Vladímir Putin y de apoyar
al régimen sirio". El analista concluye que "existen
diferentes grupos de presión en el ámbito de la Defensa y de la
industria de armas, y en sus centros de pensamiento, que,
ciertamente, no quieren ver a EE.UU. y Rusia como amigos"(14).
Para colmo, y como era
previsible, John McCain, presidente del Comité de Servicios Armados
del Senado de EE.UU., líder de los halcones del Pentágono, colaborador próximo de Obama pese a ser republicano y principal "línea
caliente" entre Washington y el Estado Islámico, ya ha
advertido a Trump que un deshielo en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia será inaceptable".
Otro hecho
esperanzador es el nombramiento del laureado general Michael Flinn para el importante
cargo de Consejero de Seguridad Nacional, en sustitución de Susan
Rice, quien ya ha sido execrado por la prensa española con los calificativo
de "radical" e "islamófobo" (?). Además de su
experiencia en lugares de conflicto, por haber participado en las
guerras de Irak y Afganistán, el general Flinn sobresale por su
trayectoria en cargos de la Administración ligados a la Inteligencia
Militar, llegando a su máxima responsabilidad entre los años 2012 y
2014, cuando fue director de la DIA (Agencia de Inteligencia para la
Defensa) en la Administración Obama, quien le destituyó por su
oposición a la política anti-terrorista realizada por la Casa
Blanca.
Tras su destitución
Flinn acusó directamente a Obama de falsear la realidad sobre el
yihadismo islámico en Siria: el 23 de noviembre de 2015 declaró públicamente que "la investigación en torno a la manipulación
de la inteligencia que hace el Comando Central (Centcom) para
presentar un cuadro más halagüeño de la guerra al EIIS (Estado
Islámico en Irak y Siria), se debería enfocar más apropiadamente
en la Casa Blanca y en el propio Presidente". Los analistas del
Centcom son buenos, dijo Flynn. Muchos han estado ahí por varios
años, y algunos estuvieron activos en Irak y en Afganistán. Así
que, subrayó, la investigación sobre las presiones a los analistas
del Centcom "deben empezar desde arriba. Donde empieza y termina
la inteligencia es en la Casa Blanca. El Presidente fija las
prioridades, y si él no consigue lo que necesita, y si no le pone
atención a lo que sucede, entonces ahí está pasando algo más,
entre él y los asesores que tiene".
Al anunciar su
nombramiento, Donald Trump dijo: "Me complace que el general
Michael Flynn esté a mi lado trabajando para derrotar al terrorismo
islámico radical, afrontar los retos geopolíticos y mantener
seguros a los estadounidenses en el país y en el extranjero".
General Michael Flinn |
Aún siendo algo
evidente, quiero resaltar el hecho de que toda la información que
obtengo para realizar los análisis que vengo ofreciendo en las
páginas de mi blog "El Saco del Ogro" es fruto exclusivo
de mi trabajo personal y de mi voluntad de conocer la verdadera
realidad que subyace en las manipulación permanentes que nos ofrecen
los medios de comunicación españoles. Si ha bastado mi formación
de historiador y mi independencia respecto a cualquier organización,
grupo o partido político para acceder a ella, es obvio que
cualquier periodista dispone de capacidad más que suficiente para
hacerlo, si no fuera porque los medios de información subordinan sus
criterios informativos sobre cuestiones de política exterior a directrices políticas ajenas a los propios
medios. Solo eso explica la unanimidad del coro que desde hace meses
prodiga sus alabanzas a Obama y a la que estaba designada para
sucederle en la presidencia norteamericana, Hillary Clinton,
dedicando a Donald Trump, ahora presidente electo, todos los
improperios y descalificaciones habidas y por haber.
Si el periodismo
español no cumple con la obligación de informar verazmente, al
menos sería deseable que reconociera de una vez por todas que la
mayoría del pueblo americano ha elegido a Donald Trump como
presidente de Estados Unidos, lo que supone dar la espalda a la
herencia de Obama, depositada en su designada heredera, Hillary
Clinton. Y que eso se sigue llamando "democracia" les guste o no.
Tertulianos y
periodistas deberían tomar nota de las declaraciones hechas por un
hombre inteligente, de intachable ecuanimidad y gran conocedor de
Estados Unidos, donde vive desde hace bastantes años. Me refiero a
Pau Gasol, quien en recientes declaraciones a la agencia EFE ha tenido la lucidez
de decir que "hay que dar un voto de fe" a Donald Trump, el
presidente electo de Estados Unidos", para añadir: "Hay
muchísima población que ha votado al señor Trump y supongo que
estará alegre y contenta del nombramiento de su nuevo presidente".
Pero para hablar así
es preciso actuar libremente y tener la independencia de criterio de
Pau Gasol, premisas esenciales de las que el periodismo español carece.
NOTAS
(1) Perry Anderson,
Imperium et Consilium. La política exterior norteamericana y sus
teóricos, Ediciones Akal, Madrid, 2014. Cit. p. 49.
(2) Oliver Stone y
Peter Kuznick: La Historia silenciada de Estados Unidos, La Esfera de
los Libros, Madrid, 2015, p. 818.
(3) Michael Mann, El
imperio incoherente. Estados Unidos y el nuevo orden internacional,
Ediciones Paidós, Barcelona, 2004. Cit. p. 291.
(4) Michael Moore, El
Huffington Post, 28.07.2016.
(5) José Baena, Los
náufragos de la OTAN, blog El Saco del Ogro,
(6) Zbigniew
Brzezinski, The Grand Chessboard, cit. p. 58. Existe edición en
español: El gran tablero mundial. La supremcía estadounidense y sus
imperativos geoestratégicos, Edic. Paidós, Barcelona, 2016.
(7) Peter W. Stevenson, Trump is headed for a win, says professor who has predicted 30 years of presidential outcomes correctly, The Washington Post, 23.09. 2016.
(8) George Lakoff,
¿Por qué Trump?, El Huffington Post, 16.03.2016.
(9)) Jorge Galindo,
Trump: ¿qué ha pasado?, El Politikon, 09.11.2116
(10) Thomas Frank,
¿Por qué millones de trabajadores norteamericanos apoyan a Trump?,
eldiario.es, 08.03.2016.
(11) Susana Díaz
equipara a Trump con Podemos, El País, 10.11.2016.
(12) Tim Anderson, Why
Syria is Winning: Advancing towards a Strategic Victory that will
transform the Middle East? Global Research, 10 de agosto de 2015. http://www.globalresearch.ca/why-syria-is-winning-advancing-towards-a-strategic-victory-that-will-transform-the-middle-east/5468277
(13) Para quienes pueda
interesar, incluyo los enlaces de los artículos que he publicado
sobre el conflicto sirio:
Siria: La verdad, toda
la verdad y nada más que la verdad
SIRIA: SANGRE, FUEGO,
MENTIRAS Y CINTAS DE VÍDEO
SIRIA: Ante un final
anunciado. Tres miradas convergentes.
El holocausto sirio:
Por el bien del imperio
Siria: nuestro
Gobierno miente hasta cuando dice la verdad
Apocalyse Now: la hora
de repartir Siria ya está señalada
Tres escritores
españoles escriben sobre Egipto y Siria
Siria, de patrimonio
del espíritu a botín de guerra
La guerra es la paz.
La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza.
Siria, pieza clave en
la guerra de Estados Unidos por el control energético global
Siria, el rayo que no
cesa
Reconocer la verdad
acerca de Siria, ¿para cuándo...?
Yihadistas en Siria e
Iraq: La ferocidad de la Bestia
Obama con licencia
para actuar como policía global
Fíjense en las fechas
Siria: En el corazón
de las tinieblas
Siria: La guerra del
fin del mundo
1. A sangre y fuego
Siria: La guerra del
fin del mundo
2. Apuntes para la
Historia
Siria: Un muñeco roto
para usar y tirar
Imperialismo
humanitario o el uso de los Derechos Humanos para vender la guerra
(14) Steven Swinford y
Ben Riley-Smith, Trump-Putin alliance sparks diplomatic crisis as
British ministers demand assurances from US over Russia, The
Telegraph, 12 noviembre 2016.