Siria, pieza clave en la guerra de Estados Unidos por el control energético global
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Vista de Alepo desde la Ciudadela,
en noviembre de 2010 |
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Alepo hoy |
La denominada “guerra fría” presentó una característica muy destacada, consistente en que las dos grandes potencias en litigio, Estados Unidos y la Unión Soviética, nunca se enfrentaron militarmente entre ellas mismas, sino que lo hicieron indirectamente, participando en guerras ajenas en las que apoyaron a una de las partes en conflicto. Este tipo de guerra es el que preferentemente viene utilizando Estados Unidos en todas partes y se conoce como "proxy war". Según el Prof. Daniel Byman, de la Universidad de Georgetown, “una guerra proxy ocurre cuando un Estado combate a otro, pero en lugar de usar sus propias fuerzas militares emplea las fuerzas de otros, que pueden ser otros Estados, tropas mercenarias o milicias de los señores de la guerra". A las “proxy wars” también se le conoce como guerras por delegación o subsidiarias". En este sentido hay que entender las palabras del profesor Michael Clarke cuando dijo: “Hay guerras que las buscas tú y hay otras que te las buscan, y el caso de Siria está entre las segundas.
Casi sobra decir, después de lo que llevo escrito a este respecto, que hoy en día esto es lo que viene sucediendo en Siria, como poco antes tuvo lugar en Libia y hace pocos años en la República de Georgia, donde en 2008 Rusia se enfrentó militarmente con su antiguo estado asociado, que contó con el apoyo de Estados Unidos y de algunos de sus aliados europeos. De este modo, cabe afirmar que hoy en día Siria es un teatro donde potencias extranjeras ensayan militarmente sus capacidades, tal como ocurrió en la guerra civil española poco antes de la Segunda Guerra Mundial. Recordemos que Siria es un enclave de primer orden en el Medio Oriente, cuyo territorio comparte fronteras estratégicas con Turquía, Irak, Israel, Jordania y Líbano, es decir que se encuentra situada, para su desgracia, en el lugar donde se desarrollan los mayores enfrentamientos del mundo actual”.
Con
estos antecedentes es fácil de entender lo que declara Ghassan
Abbas, que “el conflicto no es entre sirios, sino de intereses
internacionales”, por lo que puede hablarse de una "guerra por encargo". Existe un extendido mito consistente en que el
intervencionismo occidental en Siria, concretado en el papel
desempeñado por Estados Unidos y otras naciones occidentales, ha
sido el de reforzar elementos moderados, dentro de una amplia
coalición contra el Gobierno sirio de el presidente Bashar Al-Assad, para luchar a favor de la libertad secuestrada por un régimen tiránico.
Dentro de esta tosca escenificación, y en fecha tan reciente como el 28 de
febrero de este año, el Secretario de Estado, John Kerry, reconoció
por primera vez que Estados Unidos estaba enviando “ayuda no letal”
a la oposición Siria, posición que ha mantenido públicamente en
sus posteriores llamadas para duplicar la ayuda a los piadosamente denominados "rebeldes sirios" y llegar a la meta de más de mil millones de dólares en ayuda
internacional, fondo al que el gobierno de España viene contribuyendo casi a hurtadillas, como he
dejado escrito en las entradas anteriores que en este blog vengo
dedicando al examen del holocausto sirio.
Dentro de este programa, la
CIA aumentó durante los últimos meses sus envíos de armas y
municiones a los yihadistas que operan en suelo sirio a partir de
bases secretas localizadas en Turquía y Jordania, según reveló el
diario The Washington Post. Aunque los primeros envíos de material bélico consistieron en armas ligeras y municiones, según el diario Der
Spiegel, EE.UU ha venido usando a Arabia Saudita como país
intermediario para entregar también a los rebeldes sirios misiles
tierra-aire de corto alcance de tipo MANPADS, (misiles portátiles
que pueden alcanzar aviones o helicópteros que vuelen a baja altura
y que ya fueron utilizados en 1.980 por los muyahidines afganos
contra las tropas soviéticas), a pesar de que entre las cancillerías
europeas existen temores fundados a que dicho sofisticado armamento pueda ser
utilizado posteriormente por los fanáticos del salafismo wahabísta contra los intereses
occidentales, la información controlada ha soslayado este detalle
para evitar que los ciudadanos europeos tomen conciencia del peligro efectivo
asumido por los respectivos gobiernos sin su consentimiento.
Es
un hecho que, por lo menos desde comienzos de 2012, la CIA ha estado
enviando grandes cargamentos de armas a Siria a través de apoderados
regionales, sin que quepan dudas a estas alturas de que una buena parte de estas remesas han caído en manos de los militantes
sunitas extranjeros afiliados a Jabhat Al-Nusra, un grupo
catalogado como terrorista por el propio gobierno de Washington y
vinculado a Al-Qaeda, que ha emergido como la principal fuerza
militar entre los combatientes, según reconoció el diario The
New York Times del 8 de diciembre de 2012.
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Los yihadistas celebran el derribo de un caza gubernamental |
En un
comunicado oficial del Departamento de Estado estadounidense, fechado el 11 de
diciembre del año pasado, se documenta cómo “desde noviembre de 2011,
el Frente Al-Nusrah se atribuyó casi seiscientos ataques, más de
cuarenta atentados suicidas y operaciones con armas y artefactos
explosivos improvisados en los centros de las principales ciudades
que controlan… [donde] numerosos sirios inocentes han muerto”. El objetivo final es el señalado por Abu Thuta, miembro destacado de Al Qaeda en Irak, en una entrevista publicada por The New York Times: “Nuestra gran esperanza es formar un estado islámico con Siria e Iraq para los musulmanes y luego anunciar nuestra guerra contra Irán e Israel y luchar por una Palestina libre”. Avisados estamos.
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Yihadistas sirios toman el control del distrito de Saleheddine, al Norte de Alepo |
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Atentado terrorista en Damasco el 12 de julio de 2013 |
Asímismo, The New York Times publicó el pasado 27 de abril que la
relación entre la ayuda occidental y la fuerza del frente Al-Nusra es intencional y de carácter estratégico, confirmando que
la oposición siria está dirigida enteramente por grupos afines o
totalmente vinculados a Al-Qaeda. El informe también señala
claramente que “en ninguna parte de Siria [que está] controlada
por los rebeldes existe en realidad un fuerza de combate secular... ya que Al-Nusra se ha responsabilizado de una serie de atentados
suicidas y es el grupo preferido por los yihadistas extranjeros llegados a Siria”. El grito de guerra de estas hordas asesinas es “Cristianos a Beirut, alauitas a la tumba”. Todas las minorías sirias saben que cumplirán con saña sus amenazas si el régimen de Al-Assad llegara a derrumbarse, por lo que la huida masiva ha sido su única opción conforme la ofensiva yihadista ha ido consolidando su poder fanático en los territorios que ha ido incorporando.
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Yihadistas ondean su bandera negra en el entierro de un compañero caído en Alepo |
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Soldados del Ejército sirio celebran la toma de Homs el 30 de julio de 2013 |
Independientemente
del carácter de las protestas coincidentes con la denominada
“primavera árabe” en marzo de 2011, el conflicto sirio se
ha convertido en una guerra de poder regional entre militantes
yihadistas equipados y capacitados por Occidente y un régimen
estigmatizado por sus vinculaciones de amistad con la Rusia de Putin, lo que le convierte automáticamente en enemigo frente a las pretensiones
hegemónicas de Washington. Hay escasas pruebas que sustenten las afirmaciones de
Estados Unidos y sus aliados de que alguna vez hubo alguna facción
secular moderada entre la oposición militar al régimen de Damasco,
mientras que,
por
el contrario, los datos demuestran abrumadoramente cómo, a
sabiendas, las naciones occidentales vienen equipando a militantes
extremistas que se caracterizan por su extremada violencia contra la
población civil siria, sobre todo si se trata de no sunitas o de las minorías cristianas.
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Un soldado del Ejército sirio recoge los restos de una imagen de la Virgen destrozada por el fanatismo yihadista
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El asesino Saud Fayez Al-Houeili Al-Ajami
y el niño de cinco años por él degollado |
Los
motivos para la violenta incursión planeada por Washington aparecen, como era de esperar, arraigados en intereses geoestratégicos y no
humanitarios. Irán firmó recientemente un acuerdo de 10.000 millones de dólares para construir un gaseoducto con Siria e Iraq —rechazado
vehementemente por Estados Unidos— para conducir los hidrocarburos
iraníes hasta el Mediterráneo, un proyecto en que participaría Rusia, que viene intentando
ampliar su influencia en el desarrollo de la industria energética de
la región para diversificar su propio abastecimiento de crudo.
Un
informe publicado el 2 de enero por la experta en energía Ruba
Husari del “Centro Carnegie sobre el Medio Oriente”, observa que
aunque Siria
no es al día de hoy gran productora de petróleo o gas, su localización “ofrece
acceso a entidades sin litoral mediterráneo en busca de mercados
para sus hidrocarburos y a los países que buscan llevar sus crudos a Europa sin
tener que pasar por Turquía”, así como las “nuevas
oportunidades que surgirían bajo un nuevo régimen sirio”.
Estas
“nuevas oportunidades” inmediatas, que impulsan la intervención
occidental, incluyen el acceso sin trabas al desarrollo energético
de la región otorgado a las corporaciones occidentales un papel
hegemónico, proceso puesto en marcha hace varios meses en
virtud del cual la Unión Europea ha levantado las sanciones a Siria
para comprar el crudo procedente de los mismos yacimientos
petrolíferos sirios que han sido usurpados al Estado por las
fuerzas de Al-Nusra, proporcionando de este modo a los
yihadistas fuentes de financiación autónomas. Los analistas coinciden en señalar que la estrategia a
largo plazo pasa por aislar y debilitar al régimen iraní mediante
la eliminación de un importante socio regional, Siria, despejando
así el camino para imponer el control estadounidense sobre las
extensas reservas de energía que abarcan desde la cuenca del Caspio
hasta el Golfo Pérsico.
La
rancia y mentirosa retórica de las naciones occidentales sobre la
promoción de los derechos humanos y la democracia carecen de
credibilidad ante lo que sabemos que vienen sucediendo en Siria. Lo
que está en marcha es una descarada intervención a la que el
respeto por los derechos humanos sirve como cortina de humo para dejar en
segundo plano a las víctimas inocentes provocadas por la agresión
exterior a Siria.
En
esta línea aparece el artículo que transcribo a continuación, publicado en junio de este mismo año, en el que el profesor brasileño Moniz Bandeira analiza muy documentadamente cómo y por
qué Occidente y las monarquías del Golfo se han propuesto acabar
con el régimen sirio, aunque sea a costa del horror sin nombre que,
en una campaña propagandística eficazmente planeada y minuciosamente ejecutada, los medios de información occidentales atribuyen casi en exclusiva al régimen
del presidente Bashar Al-Assad.
Luis
Alberto de Vianna Moniz Bandeira es un reconocido escritor e
historiador, con acreditada trayectoria como profesor universitario,
catedrático del Departamento de Historia de la Universidad de
Brasilia (actualmente jubilado), y profesor invitado en diversas
universidades, como las de Heidelberg, Buenos Aires o Sao Paulo.
Tiene una extensa obra escrita, siendo sus publicaciones más
recientes As
Relações Perigosas: Brasil-Estados Unidos. De Collor a Lula. (2004)
y Formação
do Império Americano (Da Guerra contra a Espanha à Guerra no
Iraque), editada en 2005.
La
insurgencia contra el régimen sirio, apoyada por Occidente
Parece
una locura que la oposición alzada en Siria, desde el 26 de enero de
2011, siga desarrollándose y se desdoble desde hace más de un
año en forma de lucha armada, a pesar de la dura y sangrienta
represión ejercida por el gobierno de Bashar Al-Assad. Pero, como dijo Polonio
sobre el comportamiento de Hamlet, "aun cuando es locura, hay
método en ella". A pesar de la existencia de condiciones
objetivas y subjetivas en las sublevaciones que han ocurrido y
ocurren en los países árabes, el cartel de las potencias
industriales de Occidente, encabezadas por Estados Unidos y sus
socios de la Unión Europea, desarrollaron una ecuación, de gran amplitud
económica, geopolítica y geoestratégica, especialmente visible tras las revueltas de Libia y Siria, que se iniciaron en 2011.
Estados
Unidos y las restantes potencias occidentales quieren tomar el
control del Mediterráneo, aislar políticamente a Irán, país aliado
de Siria, y limitar la influencia de Rusia y China en el Próximo
Oriente. Rusia opera desde 1971 en el puerto de Tartus (Siria), y
tenía en proyecto su reforma y ampliación como base naval en 2012,
para que pueda recibir grandes buques de guerra y de este modo asegurar su
presencia en el Mediterráneo. Según
parece, Rusia también planeaba instalar bases navales en Libia y el
Yemen. Por eso, financiar desde el año 2005 a la oposición siria tiene como objetivo desestabilizar y derrocar el régimen de Al-Assad, que
representa un obstáculo para evitar la profundización de las relaciones sirias con Rusia.
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Vista aérea del puerto de Tartús |
La
caída del régimen de Damasco, tras el derrocamiento de Muammar Gadafi en
Libia, eliminaría la presencia de Rusia de sus dos bases navales
(Tartus y Latakia), cortaría las rutas de suministro de armas para
las organizaciones pro chiíes de Hezbollá en el Líbano y de
Hamás en Palestina, detendría el progreso de China respecto a las
fuentes del petróleo y aislaría a Irán hasta estrangularlo. El resultado de la ecuación, al modificar por completo el
equilibrio de fuerzas en el Oriente Próximo, sería el
establecimiento por Estados Unidos y de sus socios de la Unión
Europea en una situación de unafull-spectrum
dominance,
es decir, de supremacía completa, territorial, marítima, aérea y
espacial, así como la posesión de todos los activos energéticos
mediterráneos.
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Base Naval de Rota (Cádiz) |
Con
el objetivo de controlar el Mediterráneo, Washington y Madrid
firmaron un acuerdo, hecho público el 5 de octubre de 2011, mediante
el cual la base naval de Rota, en Cádiz, deberá albergar cuatro
destructores equipados con misiles de defensa (DMO) de la Marina de
EE.UU., atendidos por un contingente de unos mil cien militares y un centenar de
civiles, integrados en el sistema defensivo de la OTAN, bajo el
pretexto de prevenir ataques con misiles balísticos de Irán y Corea
del Norte. Esta instalación irá acompañada de otros sistemas en
Rumanía, Polonia y Turquía. Y
el derrocamiento del régimen de Assad es crucial para resolver con éxito la ecuación planteada.
Los
aliados occidentales saben que no pueden aplicar la misma estrategia
a Siria que a Libia por medio de la OTAN, mediante una extrapolación
ilegal de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. De ahí
que el apoyo a la insurgencia en Siria y el sistema de defensa
antimisiles, desplegado en España, indican
que el verdadero objetivo es Rusia, que sigue siendo considerada por
EE.UU. como el gran rival, razón por la cual Moscú y Pekín vetaron una
resolución del Consejo de Seguridad contra el régimen de Al-Assad.
El derrocamiento de éste, después del de Gadafi, implicaría un
control completo sobre el Mediterráneo. Eso si los yihadistas islámicos no llegaran a hacerse con el poder en Siria, como ya lo
han hecho prácticamente en Libia y probablemente lo harán en
Egipto.
La
insurgencia en Siria lleva implicados intereses con matices
diferentes, tanto políticos como religiosos para los países de la
región (Turquía, Arabia Saudí y Qatar). Todo indica, sin embargo,
que la conquista de las fuentes de energía del Mediterráneo es una
de las razones principales por las que Estados Unidos y sus aliados
alientan abiertamente el cambio de régimen. Aunque la producción
siria de petróleo es modesta (en torno a 530.000 barriles por día),
no se puede descartar este factor, entre otros, como la razón de ser
de la sangrienta resistencia concentrada en la ciudad de Homs. Es
preciso tener en cuenta todos los factores que operan en la
determinación de apoyar a la insurgencia que Occidente ofrece a
través de diversos mecanismos, como la guerra psicológica en los
medios de comunicación a nivel internacional, en alianza con las
monarquías absolutistas de Oriente Próximo.
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Planta de gas natural de Ebbla, cerca de Homs, hoy en poder
de los yihadistas de Al-Nusra |
Las
reservas de petróleo en Siria se estiman en 2.500 millones de
barriles, principalmente ubicadas en la parte oriental del país,
cerca de la frontera con Iraq a lo largo del Éufrates, con sólo un
pequeño número de campos en la región central. Su ubicación es
estratégica en términos de seguridad y de rutas de transporte de
energía, cuya integración se esperaba aumentar con la apertura en
2008 del gasoducto
Arab Gas Pipeline y la inclusión en el mismo de Turquía, Iraq e
Irán.
Siria
ha construido un sistema de oleoductos y gasoductos controlados por
la estatal Syrian Company for Oil Transportation (SCOT) para conducir petróleo crudo y refinado hasta el puerto de Baniyas,
ubicado a 55 km al sur de Latakia y a 34 al norte Tartus, donde se
encuentran las dos bases navales de Rusia.
En
febrero de 2012 los terroristas de Al-Qaeda atacaron y destruyeron
la mayor refinería de Siria, ubicado en Bab Amro, un distrito
situado a 10 km al oeste del centro de la ciudad de Homs, en la que se
concentra la oposición al régimen sirio. La refinería está
conectada, por medio de un oleoducto inaugurado en 2010, con los
campos petroleros situados en el este de Siria, la estación de Tel Adas y el
puerto de Tartus.
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Contemplando cómo arde un oleoducto en la zona de control yihadista |
El
interés de las potencias occidentales apunta, sobre todo, a los
activos energéticos situados en el mar de la región. Según el
ministro de Petróleo y Recursos Naturales de Siria, Sufian Allaw,
estudios científicos modernos indican la existencia de enormes
reservas de gas natural, estimadas en 122 billones de pies cúbicos,
y de petróleo, de alrededor de 107.000 millones de barriles a lo
largo de la plataforma marina de Siria. Varias compañías han
anunciado recientemente que han descubierto grandes reservas de
petróleo y gas, pero la exploración se ve complicada por las
tensiones existentes entre los países de la región.
Las
reservas en aguas profundas del Mediterráneo oriental, cerca de la
costa de levante, se extienden a lo largo de 193 kilómetros de la
costa de Siria, Líbano e Israel. Estos
datos se conocen desde 2010. Desde entonces, el Gran Juego en la región se ha intensificado dramáticamente con el
descubrimiento en la zona económica exclusiva de Israel, en su costa levantina, de un campo gigante de gas natural llamado
Leviatán. Los geólogos del US Geological Survey, de EE.UU., estiman
que la zona que cubre las costa de Israel, Líbano y Siria, contiene reservas susceptibles de ser explotadas gracias a las tecnologías actualmente
disponibles.
Líbano
cuestionó en la ONU la explotación de estas reservas, por cuanto se
extienden hasta su zona económica exclusiva, pero el gobierno de
Israel no está dispuesto a conceder ni siquiera "una pulgada",
como afirmó su ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman. Por su
parte, la compañía petrolera estadounidense Nobler Energy, con sede
en Houston, Texas, anunció en febrero de 2012 el descubrimiento en
Tanin, a 13 millas al noroeste del campo de Tamar, en las costas de
Israel, de otro yacimiento de gas natural, en una prospección realizada a una
profundidad entre 18 a 212 pies.
Según
las estimaciones realizadas, los yacimientos de gas natural en la
cuenca de Levante son de unos 3,5 billones de metros cúbicos. Los
hallazgos en la zona económica exclusiva de Israel, los campos de
Marie B, Gaza Marine, Y, Leviatán, Tamar y Dalit sumaban, según datos del año
pasado, 800.000 millones de metros cúbicos de gas. La exploración
del campo Leviatán I había llegado en 2011 a 5.170 metros de
profundidad. En este punto, los depósitos de gas natural se estiman
en 16 billones de metros cúbicos. En el nivel de 7.200 metros se
estima una reserva adicional de 250 millones de metros cúbicos más.
Los grandes descubrimientos de Nobler Energy, que opera en la zona
económica exclusiva de Israel, se estiman entre 900.000 millones y
1,4 billones de pies cúbicos de gas. Además de estas reservas de
gas, existe la posibilidad de que existan depósitos de unos 4.200
millones de barriles de petróleo.
Nobler Energy declara el incremento del dividendo en octubre de 2012
http://www2.prnewswire.com.br/releases/es/noble-energy-declara-incremento-del-dividendo/31174
Estas enormes reservas de petróleo y gas a lo largo de Grecia, Turquía,
Chipre, Siria, Líbano e Israel son de vital importancia económica, política y geoestratégica, ya
que pueden alimentar directamente a Estados Unidos a y la Unión
Europea evitando las amenazas de interrupción en el Golfo Pérsico,
donde en la actualidad circulan millones de barriles de petróleo transportados por buques y oleoductos. La
disputa de estas fuentes de gas y petróleo de la cuenca levantina representa también un factor de conflicto geopolítico entre Turquía y la
República de Chipre, así como entre Israel y Líbano, todo lo
cual muestra el grado de relevancia estratégica de la cuenca de
Levante, que se extiende desde el mar de Libia hasta Siria.
El
24 de marzo de 2011, el ministro de Petróleo y Recursos Minerales y
la General Petroleum Corporation (GPC), empresa estatal de Siria,
anunciaron la apertura de una licitación internacional para la
explotación y producción de petróleo, ofreciendo tres bloques (I,
II y III), cada uno de 3.000 kilómetros cuadrados y una extensión
total de 9.038 kilómetros cuadrados, localizados en alta mar, frente
a la costa sobre la que Siria ejerce su soberanía. Tal anuncio entusiasmó a las compañías petroleras,
al abrir la posibilidad de acceso a los hidrocarburos de una zona
poco explorada y considerada como la verdadera frontera de
explotación de petróleo en el Mediterráneo.
Si
las rivalidades basadas en la explotación de las fuentes energéticas
no fuera bastante, Siria es también escenario donde los
enfrentamientos no son sólo de raíz política o geopolítica, sino
también de índole religiosa en tanto en cuanto la estrategia de Arabia Saudita, Qatar y los Emiratos árabes consiste en establecer en Damasco un poder sunita de signo wahabitae, para lo que es preciso eliminar la administración alauita (una rama del chiismo) que hoy gobierna en Damasco. En esta peculiaridad está el
trasfondo religioso de la lucha armada contra el régimen de Bashar Al-Assad.
En esta vertiente del Gran Juego aparecen en conflicto los intereses
hegemónicos de Turquía
en la región, los
de Estados Unidos, Francia, Reino Unido y los de sus aliados de la
Liga Árabe. A estas alturas, no cabe la menor duda de que la insurgencia contra el régimen
sirio cuenta con el apoyo, materializado en armas y dinero, de las potencias
occidentales y de sus aliados en el Consejo de Cooperación del Golfo
(CCG), las seis monarquías más reaccionarias y absolutistas de
Oriente Próximo, entre ellas la tiranía teocrática wahabita del
rey Abdullah bin Abdul Aziz Al-Saud, de Arabia Saudí, y su aliado,
el emir de Qatar, jeque Hamad bin Khalifa Al-Thani.
La situación actual de Siria viene reflejada, mejor que por cualquier discurso, por la horripilante foto publicada por la revista que muestra la decapitación de un soldado sirio esposado a manos de los yihadistas de Al-Nusra, grupo terrorista vinculado a esa galaxia vaporosa que es Al-Qaeda.
Mientras Estados Unidos, sus aliados de la OTAN y las petromonarquías del Golfo sigan apoyando con armas y dinero a los yihadistas, el holocausto sirio proseguirá hasta la destrucción completa del país. La acordada eliminación del arsenal químico es una simple maniobra de distracción mientras los yihadistas persistan en sus brutales acciones de extermino y puedan volver a utilizar las armas químicas para provocar el buscado ataque militar estadounidense, ahora nuevamente aplazado gracias a la brillante intervención de la diplomacia rusa.
© Copyright José Baena Reigal