viernes, 7 de septiembre de 2012


PETICIÓN PARA LA CONCESIÓN A Dª. OLVIDO HORMIGOS, CONCEJAL SOCIALISTA DE LOS YÉBENES, DEL PREMIO PRÍNCIPE DE ASTURIAS EN CUALQUIERA DE SUS OCHO MODALIDADES

La concejala Olvido Hormigos
Será la primera y única vez que haga referencia escrita a la ya célebre masturbación de la Sra. Hormigos, pero, ante la avalancha de comentarios que ha suscitado, he decidido dejar constancia de que,  no por ser previsible en un país como éste, deja de sorprenderme las adhesiones inquebrantables que recibe en aluvión la señora concejal del toledano pueblo de Los Yébenes por el simple hecho de pajillearse con desenvoltura, como si estuviésemos en Arabia Saudita o en algún país de moral rigurosa y leyes atrabiliarias donde las mujeres tienen cortapisas legales o religiosas para realizar y hasta publicitar según les parezca tan nobles como placenteros menesteres.

En plena época franquista tuvo lugar un extraordinario hecho que acreditó ante el mundo entero las reservas, no meramente espirituales, de nuestra recie estirpe. Fue en febrero del ya lejano 1972 cuando tuvimos las primeras noticias de lo ocurrido por una carta del eximio poeta Alfonso Canales dirigida a Camilo José Cela, que fue distribuida en forma de fotocopias y puestas a la venta por la entonces respetable cantidad de cinco pesetas. El evento tuvo lugar en un cine de la localidad malagueña de Archidona, no lejana de la célebre Peña de los Enamorados, en donde, en plena proyección de una película musical, un robusto cateto consintió en que la prójima sentada en la butaca contigua le agarrase por la parte más sensible de su físico y a consecuencia de la manipulación vomitase su hombría en forma tan abundante que más que fuente, el chorro que brotó parecía el descorche de una botella de champán, si no geiser de Islandia. El siniestro provocó, como daño colateral indeseado, que un abundantísimo e intermitente espurreo de naturaleza perfectamente identificable cayese sobre algunos de los espectadores de la fila trasera, quienes, envidiosos o indignados, ¿quién lo sabe?, protestaron a voz en grito, haciendo que se encendiesen las luces de la sala y dando lugar a que el muchacho objeto de la meneanza fuera cogido in fraganti mientras guardaba en su bragueta la implacable regadera y posterior objeto de litigio. Hubo denuncias, que acabaron en una simple multa por escándalo público, pero la gesta pasó a los anales de la Historia de aquella época represiva como la hazaña del Cipote de Archidona.

En nuestros días de progreso incontenible, cuando el igualitarismo mal llamado "de género" brilla a niveles tales que pugna con el  fútbol para convertirse en deporte nacional favorito de ellos y ellas, parecía deseable y hasta exigible, ¡qué demonios! que otro gran suceso vinculado a las partes bajas, en este caso femeninas, alcanzara notoriedad internacional y pusiera en su sito las cosas para equilibrar la Historia y que una mujer fuera protagonista principal de una hazaña que manifestase ante propios y extraños que la mujer tiene en España los mismos derechos que el hombre, recogidos en esa obra maestra de artesanía jurídica y componenda política que es la gloriosa Constitución Española. ¿Y quién mejor que una concejal del histórico y dignísimo Partido Socialista Obrero Español para realizar una gesta solo comparable a la de la heroica Agustina de Aragón?

Pero el memorable suceso de Los Yébenes, protagonizado por Dª Olvido Hormigos, tiene otras connotaciones no tan justificables y que, por ser tan rematadamente osado, me atrevo a mencionar. Lo primero que se me ocurre es pensar qué habría ocurrido si la historia se hubiera dado al revés, es decir, que hubiese sido el destinatario del regalo quien le enviara a Dª. Olvido el vídeo redentor conteniendo la manipulación de sus partes nobles y ella, una vez recibido el fino obsequio, hubiera tenido el barrunto de divulgarlo en Internet. Pues lo voy a decir: lo más probable es que la gentil recibidora lo hubiese denunciado en el juzgado de guardia más próximo por acoso sexual y que, al conocerse lo acontecido, el coro de voces de la Internacional Feminista acusara al muchacho de provocación machista y solicitado por aclamación popular la castración del instrumento provocador. Resulta obvio que la opinión pública se habría puesto de parte de la concejal, tal como ahora sucede, y que el pobre chico, portero del equipo local según parece, después de que su envío hubiera sido desviado a las redes sociales, habría tenido que buscarse otro sitio para rehacer su vida, después de pasar una temporadita en la cárcel por convicto de exhibicionismo machista, acoso sexual y violador presunto.

Pero he aquí que en esta España de Almodóvar y olé, la susodicha es aclamada como si hubiera escalado el Everest con los ojos vendados, cosa que no alcanzo a explicar, corto de luces que es uno para comprender estos complicados asuntos que son competencia de la Dirección General de la Mujer. También me gustaría saber qué piensa el señor marido de la concejala acerca de la masturbanza dedicada por su esposa a un íntimo amigo a través del ciberespacio. Supongo que ni él, ni sus hijos, verán la historia como tantos y tantas que tan talentosamente escriben lo primero que se les pasa por la mollera, que casualmente, ¡oh maravilla!, es salir con monocorde salmodia en defensa de la concejala para que no dimita de su cargo y siga dando ejemplo a la ciudadanía de prudencia y hasta de magnanimidad al mostrar su prodigioso orgasmo urbi et orbi.

Para no ser menos, de naturaleza generosa que es uno, llego a más en la valoración de la proeza y solicito formalmente ante quien corresponda la concesión del Premio Príncipe de Asturias para Dª. Olvido Hormigos, al que, por descontado, tiene acreditado derecho a optar en sus ocho modalidades. A saber:

- De Comunicación y Humanidades, a la persona, institución, grupo de personas o de instituciones cuya labor creadora o de investigación represente una aportación relevante a la cultura universal en esos campos. Y qué mayor comunicación y más humanitaria que la dirigida por la concejal de Los Yébenes a su amigo del alma.

- De Ciencias Sociales, porque su labor de investigación es relevante en los campos de la Antropología, Derecho, Economía, Geografía, Historia, Psicología, Sociología y demás Ciencias Sociales por representar una señalada contribución al desarrollo y beneficio de la Humanidad, así como por la benemérita difusion de las excelencias monumentales del pueblo toledano de Los Yébenes en las televisiones, radios y periódicos de todo el mundo, sin cargo alguno para el presupuesto municipal, seguramente exiguo en estos tiempos de crisis.

- De las Artes, destinado a premiar las expresiones artísticas que constituyan una aportación relevante al patrimonio cultural de la Humanidad. Para ello bastaría con incluir a la masturbación (y no solo la femenina, sugiero) como una de las Bellas Artes, tal como hizo el inglés Thomas De Quincey con el asesinato.

- De las Letras, si consideramos la elevadísima cantidad de comentarios de enjundia literaria y ennoblecedor contenido que han sido publicados en todos los medios de comunicación nacionales e internacionales inspirados directamente en el ejemplar acto masturbatorio grabado en directo por la propia interesada.

- De Investigación Científica y Técnica, si invocamos el precedente establecido en 2009 por el Consejo de la Juventud de Extremadura en su campaña de divulgación masturbatoria tendente, y es literal, a “fomentar la autoexploración sexual y el autodescubrimiento del placer". Según el mencionado Consejo de Juventud extremeño, con la campaña buscaba “construir espacios de intercambio y participación donde se aborden las preocupaciones y las angustias de los jóvenes sobre la sexualidad", así como "facilitar la adquisición, desarrollo e interiorización de hábitos saludables, autoestima, seguridad y la puesta en práctica a través de la autoexploración sexual y el autoconocimiento erótico desde una perspectiva feminista". Lo que no llego a vislumbrar es cómo serían las masturbaciones masculinas desde la perspectiva feminista. Supongo que este punto podría ser desarrollado por alguna autoridad competente en materia legislativa o médica. Al efecto, yo propongo a la anterior ministra de Sanidad, Dª Leire Pajín, dándole una nueva oportunidad para demostrar su capacidad, no suficientemente valorada a mi parecer, o para que, por lo menos, haga honor a su notable apellido.

- A la Cooperación Internacional, por haber contribuido tan universalmente al mutuo conocimiento, al progreso y a la fraternidad global entre los pueblos del mundo.

- A la Concordia, considerando que su contribución ejemplar es relevante según se establece en las bases de este Premio respecto “a la convivencia en paz entre los hombres, a la lucha contra la injusticia, la ignorancia o a la defensa de la libertad, o que haya abierto nuevos horizontes al conocimiento o se haya destacado, también de manera extraordinaria, en la conservación y protección del patrimonio de la Humanidad". Tal vez faltaría el requisito de que las partes pudendas de Dª. Olvido fuesen declaradas Patrimonio Oral de la Humanidad por la UNESCO, como por ejemplo se hizo con la plaza de Yamaa el Fná de Marrakesh, algo perfectamente alcanzable por el camino que vamos, para alegría de propios y pasmo de extraños.

- A los Deportes, por su trabajo en la propia superación y “haber contribuido con su esfuerzo, de manera extraordinaria, al perfeccionamiento, cultivo, promoción o difusión de los deportes". Para lo que bastaría incluir a la paja, femenina por supuesto, como deporte olímpico, algo que, a no dudar, aprobarían clamorosamente los brasileños (y las brasileñas, para que nadie me acuse de practicar lenguaje sexista).

Lo que no se me ocurre a estas alturas es a qué premio de consolación podría optar el marido de la concejal Hormigos. Supongo que S.M. el Rey no tendría empacho en distinguirle con algún título nobiliario, como tuvo a bien conceder al entrenador de la selección nacional de fútbol, D. Vicente del Bosque, a quien hizo, con todo merecimiento, Marqués de Del Bosque. Con parecido criterio "Duque de los Hormigones" o "Marqués de las Pajas Bravas" me parecerían denominaciones muy apropiadas al caso, además de justísimas.

Se admiten adhesiones a mi propuesta.

     Fdo. José Baena
 Historiador y escritor

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