sábado, 7 de septiembre de 2013

La guerra es la paz. 
La libertad es la esclavitud. 
La ignorancia es la fuerza.


U.S.A. Pandemonium Corporation

                   No he de callar, por más que con el dedo,
                   Ya tocando la boca, ya la frente,
                   Me representes o silencio o miedo.
                   ¿No ha de haber un espíritu valiente?
                   ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
                  ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

                                              Francisco de Quevedo


"La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza". Estos axiomas con los que George Orwell caracteriza al Estado totalitario universal, que anticipa en su genial novela “1984”, resumen de manera exacta y escalofriante la pestilente avalancha informativa que desde hace días ensucia las páginas de nuestros principales diarios y enmierda las pantallas de nuestros televisores, que vomitan con insistencia tóxica la presunta utilización de armas químicas por parte del Ejército sirio contra la población civil, cuando todas las evidencias y la lógica más elemental apuntan a que se trata de una maniobra, otra más, montada por los yihadistas de Al-Qaeda patrocinados y protegidos por el gobierno de Washington, sus vasallos de la OTAN, empezando por España, y las petromonarquías árabes sunitas, encabezadas por Arabia Saudita y Qatar, en las que los derechos humanos no alcanzan siquiera un nivel propio de la Edad Media.



La verdad del conflicto sirio ha quedado dicha no por ningún intelectual vinculado a la izquierda, sino por un escritor confesadamente católico. El valiente artículo que el escritor Juan Manuel de Prada, acertadamente titulado "Chusma", publicado hace unos días en el diario ABC merece ser enmarcado. Por eso me honro en transcribir su texto íntegro:  

“Empecemos por aclarar que en Siria no hay ninguna guerra civil. Los llamados «rebeldes sirios» no reclaman reformas ni acaudillan ninguna «revolución popular». Los llamados «rebeldes sirios» no son sino mercenarios y terroristas reclutados en los parajes más variopintos del atlas, financiados desde Qatar o Arabia Saudita y con frecuencia adiestrados por los propios Estados Unidos, que les llevan prestando apoyo logístico –al igual que Israel– desde que comenzara el conflicto. Enfrente de ellos se halla un régimen de corte dictatorial que, al igual que ocurría con Sadam Husein en Irak o con Gadafi en Libia, se distingue por ejercer la tolerancia con las comunidades cristianas y por defender los barrios en los que se asientan de los sanguinarios ataques de los «rebeldes», que no pierden ocasión de cometer las atrocidades más espeluznantes contra los cristianos. Si esta chusma no hubiese recibido incesantes refuerzos, financiación y suministros de armas desde el exterior, la guerra en Siria habría sido atajada hace tiempo”.


Yihadista cargado con dos morteros en Raqqa, el pasado 3 de septiembre

Joven yihadista del frente Al-Nusra en la ciudad de Alepo


“La intervención en Siria fue diseñada hace mucho tiempo, a modo de prólogo al ataque a Irán, que es la pieza que en última instancia se pretende abatir. Las razones que se alegaban para justificarla eran, sin embargo, tan inconsistentes y la calaña de la chusma que combate a Assad tan repugnante que tal intervención se había tenido que aplazar. Pero el peligro de colapso inminente del dólar ha exigido urdir ahora esta engañifa tan burda. Por aceptar euros a cambio de petróleo fue derrocado Sadam Husein; por pretender crear una divisa africana fundada en el patrón oro –el dinar– fue liquidado Gadafi; por pretender desligar las ventas de su petróleo del dólar, Irán se ha convertido en la bicha de los americanos. El problema de fondo es que el dólar, la moneda de reserva mundial desde Bretton-Woods, está cada vez más desprestigiada; con una deuda pública mayor que todos los países de la Unión Europea juntos, cada dólar que imprime Estados Unidos es, a estas alturas, papel mojado. El colapso del dólar sólo se podrá dilatar mientras se mantenga como divisa de las transacciones internacionales de petróleo; en cuanto un grupo de países empezase a comerciar en otra divisa, Estados Unidos iría a la bancarrota. La intervención en Siria es tan sólo un subterfugio para desestabilizar aún más la zona y justificar una ofensiva contra Irán”.










Juan Manuel de Prada tituló su artículo de la manera más gráfica y políticamente incorrecta posible “Chusma”. Yo no encuentro mejor palabra para designar la bajeza moral de la gentuza que ocupa los puestos claves del poder en las sociedades occidentales, empezando por España, y como a él, no me importa ser señalado o vituperado por decir la verdad. Tampoco importa que no esté de acuerdo con sus convicciones religiosas más profundas, pero si estas le sirven de soporte para escribir a contracorriente, solo puedo escribir: “chapó, don Juan Manuel”. Porque, en un sentido profundo, que ninguna descalificación putesca podrá borrar jamás, en nuestros días se han hecho tan ciertas y verdaderas como la verdad misma las anticipadoras palabras de Orwell: “En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”.


George Orwell

Como Orwell desvela en “1984”, el acto esencial de la guerra es la destrucción, no solamente de vidas humanas, sino de los productos del trabajo. En su genial obra de anticipación, para el Partido Interior que controla el Poder en la sociedad totalitaria que describe, la guerra es una manera de volatizar los bienes que en una paz constante podrían emplearse para que las masas gozaran de mejores oportunidades y, con ello, se convirtieran en entes pensantes, demasiado inteligentes y, por tal motivo, peligrosos para las minorías que detentan su control. Aunque las armas no se destruyan, no deja de ser un método conveniente para generar trabajo sin producir nada que sirva para el consumo. En una fortaleza flotante, por ejemplo, se emplea el trabajo que hubiera sido necesario para construir varios centenares de barcos mercantes. Cuando se queda anticuada, y sin haber producido ningún beneficio material para nadie, se construye una nueva gracias a enormes inversiones y un gran acopio de mano de obra. En principio, el esfuerzo bélico se planea para consumir todo lo que sobre después de haber cubierto unas mínimas necesidades de la población. La atmósfera social generada por la propaganda constante que se sirve a modo de información, es la de una sociedad sitiada en la que la idea de estar en guerra contra un enemigo virtual favorece y justifica la entrega de todo el poder a una reducida casta de tal manera que la usurpación parezca condición natural e inevitable para sobrevivir.



Al final de su segundo mandato, el 17 de enero de 1961, el presidente Eisenhower fue el primero en denunciar el gran peligro que para la sociedad estadounidense representaba el influyente entramado incrustado en la vida política norteamericana al que por primera vez denominó "complejo militar-industrial". Sin duda, Eisenhower sabía mejor que nadie a lo que se refería, dada su condición de militar, cuando dijo:

“En las asambleas parlamentarias hemos de guardarnos del crecimiento de influencia, tanto patente como oculta, del complejo militar-industrial. El riesgo de que un poder en manos de personas equivocadas crezca desastrosamente existe, y seguirá existiendo también en el futuro. No hemos de permitir nunca que el peso de esta mezcla de poderes ponga en peligro nuestras libertades o los procesos democráticos. Y tampoco hemos de dar nada por descontado: solo los ciudadanos vigilantes y bien informados pueden imponer la equidistancia entre la enorme máquina militar-industrial y nuestros métodos y objetivos pacíficos, para que la seguridad y la libertad puedan prosperar juntos”.

Eisenhower y el poder de las armas:



Punto por punto, y con una exactitud que sobrecoge, esta es la política que viene desarrollando Estados Unidos, hasta el extremo de que la guerra ha llegado a ser un elemento estructural de su economía, convirtiéndose en la principal fuente de ingresos para sostener el enorme peso de una Deuda externa que con Obama, precisamente, ha alcanzado tal nivel de pánico que amenazó con su impago hace escasas semanas.

http://www.mundiario.com/articulo/economia/estados-unidos-debe-hacer-frente-a-unos-recortes-que-seran-insuficientes/20130305162623003518.html

Son, pues, razones internas las que han llevado a Obama a mantener en su planes de gobierno el ataque a Siria, que fue decidido por su antecesor, el presidente George Bush, junto a las "intervenciones" en otros seis países, entre los cuales estaban Irak, Afganistán y Libia. Este programa de agresiones "preventivas", que se le llamó muy eufemísticamente "Nuevo Orden Mundial", fue anunciado en Camp David, el 15 de septiembre de 2001, a raíz del oportuno ataque a la Torres Gemelas de Nueva York.


George W. Bush
Vídeo en el que el presidente Bush anuncia el Nuevo Orden Mundial:



Como la imagen de Bush quedó demasiado manchada por la Guerra de Irak, entre otros desaguisados, fue imprescindible fabricar otro muñeco que lo sustituyera para seguir representando el mismo papel de Gran Hermano, tarea que Barak Hussein Obama, un híbrido producto de laboratorio, ungido simbólicamente al inicio de su mandato con el Nobel de la Paz, viene desarrollando con singular eficacia.



El espionaje universal, empezando por las naciones aliadas de Estados Unidos, y el control de la información sobre los asuntos de más candente actualidad son facetas del mismo siniestro personaje, un lobo auténtico que realiza sus fechorías disfrazado con la piel de cordero, con la complicidad de sus gobiernos vasallos. La lista de diez naciones que apoyan el ataque a Siria facilitada por el propio Gobierno estadounidense merece pasar con letras mayúsculas a la Historia Universal de la Infamia, a la que se refirió el gran Jorge Luis de Borges: Australia, Canadá, Francia, Italia, Japón, Corea del Sur, Arabia Saudita, España, Turquía, el Reino Unido y, como es natural, Estados Unidos de América.



Siria: nuestro Gobierno miente hasta cuando dice la verdad

Jorge Luis Borges

La falsedad con la que se pretende justificar el ataque norteamericano se hace presente de forma ominosa a cada minuto que pasa, porque la anunciada agresión a Siria es el corolario final, hasta el día de la fecha, de una muerte largamente anunciada desde las falsas “primaveras árabes” de 2011, que hoy revelan su clara naturaleza de de “primaveras otánicas” y en que las hordas bárbaras de los yihadistas de Al-Qaeda juegan el papel de matarifes a sueldo, financiados por las “democracias” occidentales aliadas (o siervas, según se mire) de Estados Unidos, y las teocracias feudales de la Península Arábiga, que sustentan las dos bazas en las que se asienta el dólar: las guerras controladas con su inevitable apéndice, la fabricación y venta de armas, y el gran negocio energético, en el que a Washington no le basta con mantener su actual poder hegemónico, sino que pretende su control mundial, expulsando del Próximo Oriente a la Rusia de Vladimir Putin. Y para ello las guerras resultan imprescindibles. Si hace apenas unos años alguien me hubiera dicho que, precisamente, Putin iba a convertirse en el principal defensor de los cristianos sirios hubiera llamado a un médico alienista o a la policía. Y que lo haga en defensa de los intereses rusos no menoscaba ni un ápice esta imprevista realidad.


Vladimir Putin

¿Acaso no confesó John Kerry hace unos días con la más absoluta desvergüenza que Estados Unidos actuarán en la defensa de sus propios intereses sin contar con evdencia alguna de que el presunto ataque con gas sarin fuera realizado por el Ejército sirio?



Ver diario El País:


De nada ha valido que la organización WikiLeaks ganara el Premio Amnistía Internacional de los Medios en 2009 por exponer crímenes extrajudiciales en Kenia, o que el año anterior ganase el prestigioso premio del Index on Censorship de la revista The Economist, y otros muchos premios relacionados con los medios de comunicación y la defensa de la libertad de opinión, para que hoy Julian Assange haya sido convertido por Barak Obama en la imagen misma del Gran Traidor, que es preciso silenciar a toda costa porque sus revelaciones ponían en riego las tragaderas de un mundo idiotizado por la propaganda servida como información, pero asentado en la mentira y en la desinformación organizada desde el Ministerio de la Verdad, con sede en Washington, por supuesto. ¿Acaso el soldado Bradley Mannig ha sido condenado a treinta y cinco años de cárcel por un Tribunal de Maryland por facilitar a WikiLeaks información falsa o porque era fidedigna?

Por los documentos divulgados por WikiLeaks sabemos que EE.UU. planeaba derrocar el régimen de Damasco hace ya siete años: 


Julian Assange
Bradley Manning
Edward Snowden

Y si no que se le pregunte a Edward Snowden, el ex-empleado de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense, convertido en remake de “El Fugitivo”, aquella serie televisiva que tanto éxito tuvo en la década de los sesenta con David Janssen en el mítico papel de doctor Kimble. ¿Mintió Snowden en alguna de sus recientes revelaciones acerca del espionaje americano urbi et orbi estadounidense? ¿Su conversión en prófugo y traidor por el sistema americano se debe a que la información revelada es falsa o, por el contrario, que es absolutamente verdadera?



El juicio que me merece Mariano Rajoy ha alcanzado el desprecio absoluto cuando, como era previsible desde que su Gobierno otorgó a los “rebeldes” la condición de representantes exclusivos de Siria, el apoyo a los planes bélicos de Obama, con la sigilosa astucia con la que viene incumpliendo puntualmente su programa electoral desde que fue elegido. Una barbaridad comparable a que un gobierno europeo reconociera a ETA como representante del Estado español.



Ver diario El País:

Mariano Rajoy

La inexorable voluntad de atacar Siria es la mejor noticia posible para los yihadistas que llevan dos años sembrando el terror entre las comunidades cristianas de siria en los territorios ocupados por estos ejecutores mercenarios de Al-Qaeda cobra, precisamente en el día de hoy, su faz más siniestra e indignante después de conocer el ataque a Malula, enclave cristiano donde se encuentra el Monasterio de Santa Tecla, por el Frente Al-Nusra, catalogado el pasado diciembre por Estados Unidos como organización terrorista vinculada a Al-Qaeda y una de las facciones mejor organizadas y efectivas de la oposición armada siria, responsable de numerosos ataques de corte suicida, muchos de ellos contra barrios o localidades de población principalmente cristiana.

Ver información publicada en el diario El País:


Malula. Monsaterio de Santa Tecla
Iglesia en el Monasterio de Santa Tecla

Chavales ejecutados con las manos atadas por pertenecer a familias
 partidarias del Gobierno de Damasco
Los cristianos sirios apoyan al régimen laico de Al-Assad


Kurdos en apoyo de Al-Assad

Ni a Obama ni a Mariano Rajoy parecen preocuparles en absoluto, que como pronostica Sami Naïr en su columna de El País, si el estado-nación se derrumba en Siria, cabe como muy probable una “wahabización” de consecuencias imprevisibles, quien concluye que al caos iraquí, seguido por el desastre sirio, puede sucederle una guerra contra Irán. Y Estados Unidos ya tiene el dedo en el gatillo.

Artículo de Sami Naïr en el diario El País:


Al Comité Noruego que concede los Premios Nobel de la Paz hay que exigirle que retire la concesión de este galardón que tan precipitadamente e inmerecidamente concedió a Obama, a no ser que acepte como propio el lema orwelliano de que “la guerra es la paz”.



Aunque haya sido objeto de mi crítica cuando lo he considerado merecedor de ella, hoy no puedo menos que reconocer y agradecer al Papa Francisco que, abandonado la tibia postura que ha venido manteniendo acerca del conflicto sirio, haya por fin levantado su voz y se haya dirigido a los líderes mundiales reunidos en San Petersburgo para que eviten una solución militar y procuren una salida negociada al holocausto sirio.



Papa Francisco

Sirios partidarios del Gobierno de Damasco marchan a la Plaza de San Pedro
 para asistir a la vigilia
"¡Que se eleve fuerte en toda la Tierra el grito de la paz!", exclamó el papa Francisco, cuando convocó a todo el mundo para que asistiera este sábado en la Plaza San Pedro a la jornada de ayuno y oración por Siria.


Que así sea.

©  Copyright José Baena Reigal








1 comentario:

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