jueves, 9 de julio de 2015


 

               GRECIA HACE HISTORIA
                                                      
                                           Por Carlos Alfredo Dávila

                 “la verdadera política es exactamente lo contrario:
             es el arte de lo imposible, cambia los parámetros
             de los que se considera posible en la situación existente.”

                                                                                     Slavoj Zizek




El pasado domingo 5 de julio Grecia tuvo una cita con la Historia, una cita que tendrá enormes repercusiones en Europa y que marcará el mundo de los próximos años. La continuidad del gobierno de Ángela Merkel en Alemania, el futuro de las elecciones generales en España del próximo año, el futuro del proyecto de integración de la Unión Europea y el posible resurgimiento de la izquierda en Europa dependían en mayor o menor medida del resultado de esta cita.

El referéndum convocado valientemente por el primer ministro Alexis Tsipras, electo apenas el pasado enero, se trataba de una consulta simple (pero crucial) para un país devastado por la crisis económica: aceptar o rechazar las condiciones del plan de rescate financiero presentado por sus acreedores internacionales. Dicho plan de ayuda implicaba que el gobierno griego siguiera con las políticas de “austeridad” que el Fondo Monetario Internacional (como de costumbre) y el Banco Central Europeo han estado imponiendo a los países en crisis como condición para acceder al crédito: recortes al gasto social, recortes a las pensiones, retracción de derechos laborales, impuestos sobre el consumo de productos de primera necesidad y privatización de bienes nacionales. La misma Grecia había estado adoptando este tipo de políticas en los gobiernos anteriores, las cuales sólo sirvieron para profundizar la crisis hasta llegar a niveles de verdadera tragedia humanitaria.  






Para un nuevo gobierno que asume las riendas de un país en bancarrota, la situación era extraordinariamente difícil: aceptar las condiciones del rescate europeo y traicionar todas las promesas de campaña, con las que llegó al poder apenas hace unos meses; o negarse y empezar un periodo de gobierno aislado políticamente, sin acceso al crédito y en quiebra. Seguir las medidas impulsadas por el FMI, BCE y el resto de sus acreedores no estimularían a la economía griega para recuperarse. Como han advertido economistas como Piketty, Krugman o Stiglitz, sin inversión ni gasto público no cabe generar empleo, ni consumo, ni se incentiva la actividad económica, mientras que las privatizaciones hipotecarían el futuro de las nuevas generaciones de griegos durante décadas, como ya se ha hecho en países como México.

Tras varias reuniones en las que se buscó llegar a un acuerdo con las instituciones europeas para renegociar la impagable deuda equivalente al 130% del PIB griego, los acreedores no dieron su brazo a torcer; permitir a un país salir adelante sin anteponer los intereses de los bancos y aprobar las reformas neoliberales del FMI sería un ejemplo peligroso para el resto del mundo. Ejemplo especialmente peligroso para los demás países periféricos de la Unión Europea que están en situaciones similares (e incluso para América Latina). Ante este contexto queda claro que la postura de las instituciones europeas y del FMI no es sólo económica, sino eminentemente política.



De hecho, ya se había sentado un precedente similar hace un par de años, aunque con menos reflectores, en Islandia cuando tras la crisis de 2008 se negó a aceptar las condiciones iniciales del FMI para su rescate, dejó quebrar a los bancos y rechazó los recortes y las políticas de austeridad. Actualmente el país está en vías de crecimiento del 2.7% anual y ha reducido la tasa de desempleo hasta el 4%, a pesar de la considerable deuda que aún tiene. Aunque el FMI se ha visto obligado a reconocer el éxito de Islandia siguiendo todo lo contrario a sus recomendaciones, sus dirigentes, junto con un buen número de economistas y gobernantes, se niegan a pasar la página del dogma de la economía neoliberal de los 80’.

En medio de la complicada situación, el gobierno de Tsparas aguantó firme la presión del ultimátum de sus acreedores y sin rendirse dio una lección de audacia, de astuacia política y de democracia: someter la decisión a consulta popular. El 27 de junio anuncia su resolución dirigiéndose en un mensaje televisado al pueblo griego:

"Durante este difícil período de negociaciones nos han pedido implementar unas medidas que el pueblo griego ha rechazado categóricamente en las elecciones pasadas. Sin embargo, ni por un momento pensamos en rendirnos, eso sería  traicionar su confianza. (…) 

"Compañeros griegos, al chantaje del ultimátum que nos pide aceptar severas y degradantes medidas de austeridad sin fin y sin perspectiva de recuperación social y económica, yo les pido responder de una forma soberana y digna, como   la historia de Grecia demanda. (…) Al autoritarismo y la áspera austeridad, nosotros responderemos con democracia, de manera calma y decisiva. Grecia, la cuna de la democracia mandará una respuesta democrática que resonará en Europa y en el mundo.”



A pesar de las campañas del miedo que instaban al pueblo griego a aceptar las condiciones, la respuesta fue un “NO” lleno de dignidad y de orgullo. Resulta evidente que las complicaciones que habrá de afrontar el gobierno griego son enormes. En los próximos días se definirá si esta resolución conducirá o no a la salida del euro y, por consiguiente, a las gigantescas complicaciones de relanzar una moneda nacional en medio de una economía en crisis. Las arcas del Estado siguen prácticamente vacías y para un gobierno entrante, con cuatro años por delante, el panorama no es en absoluto alentador. Sin embargo, el respaldo popular al programa de soberanía y de economía social de Tsipras le da una fuerza de legitimidad imprescindible para empezar a trabajar durante los primeros meses, que serán los más duros.

Si el joven gobierno griego tiene éxito o fracasa está por verse. Por lo pronto, ya han hecho lo impensable: someter los intereses de los capitales internacionales y los sectores financieros a la soberanía popular. Y eso, tendrá consecuencias enormes para el mundo de los próximos años.

Celebración en Plaza Syntagma de que ha ganado el NO
 en todas las regiones de Grecia



Acerca del autor

Carlos Alfredo Dávila es becario del Institut d’Études Politiques de Rennes y dentro de un semestre se graduará en la licenciatura de Ciencias Políticas en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, México.

Conocí al autor de este artículo hace escasas semanas. Como la tarde romana era calurosa, busqué refugio en el frescor de la Basílica de Santa Maria degli Angeli e dei Martiri, que, pese a su pasmosa arquitectura interior, restaurada por Miguel Ángel, está fuera de los itinerarios de las hordas turísticas que invaden tantos lugares de la Ciudad Eterna. Fue en el patio adjunto a la basílica, gracias al maravilloso don compartido de nuestra lengua común, trabé amigable conversación con dos jóvenes estudiantes mexicanos, Carlos Alfredo y Brandon.



Si ya me sorprendió que procediesen de París y, más todavía, encontrarlos en aquel lugar, no menos fue que coincidiéramos en apreciar el contraste entre la frialdad parisina y la suntuosa calidez romana. No tardamos en darnos cuenta que otras muchas cosas teníamos en común: ambos eran estudiantes de Ciencias Políticas y yo hace años que impartí esa materia en la Universidad de Málaga. Dicho esto, se comprende que el interés de ambos por las circunstancias políticas, sociales y económicas por las que España atraviesa se correspondiera con el mío respecto a la actual situación latinoamericana, en general, y mexicana en particular. 

Apuramos la conversación todo lo que pudimos y tras la foto para el recuerdo, nos separamos. En el día de ayer Carlos Alfredo tuvo la gentileza de enviarme el artículo que antecede y, tras su consentimiento, he procedido a insertarlo en este blog, en la certeza de que su magnífica síntesis, publicada en “El Periódico de Saltillo”, servirá para mejor entender la la crisis griega, tan sectaria e interesadamente manipulada por estos pagos. Al fin y al cabo, tal vez sea cierta aquella preciosa frase de Theilard de Chrdin, cuando escribió que “todo lo que sube, converge”.









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