miércoles, 11 de octubre de 2017




         LA REBELIÓN INDEPENDENTISTA CATALANA 
                              VISTA DESDE ITALIA






Apenas si llevo veinticuatro horas en España y ya estoy tan empachado como cuando salí de no ver ni oír otra cosa que no fuese darle vueltas y más vueltas a la aventura separatista catalana. Partí hacia Venecia el día 25 de septiembre y regresé ayer, tras recalar una semana en Roma. Esperaba que a mi regreso ya hubiera acabado lo peor de lo que tuviera que ocurrir en Cataluña, pero me equivoqué. A estas alturas debería saber que con Rajoy al frente del Gobierno, la única política posible, tanto respecto a Cataluña como acerca de todas las demás cosas, consiste en esperar a que los problemas se resuelvan solos o que se pudran lentamente hasta que todo reviente de una condenada vez.

Desde Italia he seguido más o menos el desarrollo de los acontecimientos que se han venido precipitando en bochornosa cadena desde las televisiones italianas, que han realizado un seguimiento sin precedentes de lo que venía sucediendo en Barcelona, la ciudad, ¿puedo decir española?, más visitada con mucho por el turismo italiano. Todos los telediarios y tertulias dedicadas a analizar la actualidad han ocupado sus espacios en hablar acerca del independentismo catalán con el desconocimiento que cabía esperar en unas cadenas televisivas siempre volcadas en el análisis de los asuntos internos de Italia. Los comentaristas italianos, tan sabiondos como los que campean por estos pagos, se han remontado a la Guerra Civil y a la dictadura para juzgar el acontecer de ahora, sin saber que Franco fue recibido en sus visitas oficiales a Barcelona con el mismo entusiástico recibimiento que se le ofreció en el resto de las ciudades españolas. Para colmo del delirio, el Barça ha sido presentado como el club de fútbol propio de la oposición democrática, en contraste con un Real Madrid representativo del anterior régimen. Según parece, que Franco recibiera del club catalán la medalla de oro y diamantes es un hecho que nunca sucedió.

Agustí Montal, presidente del FC Barcelona entrega a Franco
la insignia de oro y diamantes con motivo
de la inauguración del Nou Camp

Visita de Franco a Barcelona en el año 1970


Al descrédito de España ha contribuido la nefasta gestión de la crisis por parte del Gobierno de Mariano Rajoy. Todos los líderes independentistas han venido anunciando de manera chulesca el órdago que preparaban, usando como excusa un referéndum prohibido por el Tribunal Constitucional y que el propio presidente del Gobierno español anunció en reiteradas ocasiones que nunca se celebraría. Fraudulentamente, pero se celebró. Y Rajoy, ridiculizado por los hechos, se limitó a negarlos. Peor todavía: para ocultar la traición de los Mozos de Escuadra, mandó cargar a la Policía Nacional en algunos tugurios electorales, regalando así una inapreciable ayuda propagandística a los golpistas catalanes, sobre todo porque el Gobierno se ha negado a combatir las mentiras divulgadas por los secesionistas, tanto en España como en instancias internacionales. Resulta muy difícil explicar a nadie las contundentes cargas policiales contra los manifestantes independentistas efectuadas el sábado día 30, víspera de las votaciones, mientras que los convocantes y organizadores de las mismas seguían y siguen en sus poltronas oficiales realizando sus fechorías y percibiendo sus abultados emolumentos por cuenta del Estado, es decir, por todos los españoles. 

El montaje de los medios italianos ha sido de factura tan impecable como engañoso su contenido. Con “Els Segadors” como música de fondo de una pacífica ciudadanía que solamente pretendía defender el derecho a depositar sus papeletas en las urnas, las Fuerzas de Seguridad españolas han sido presentadas, siguiendo el eterno memorial de agravios propio de la propaganda independentista, como brutales y antidemocráticas, continuadoras de las que detuvieron y asesinaron a Federico García Lorca durante la Guerra Civil. Se trata de una maniobra tan recurrente como mentirosa, porque la España actual nada tiene que ver con los luctuosos sucesos que ocurrieron ¡hace ochenta años! Otra vez me tocó explicar con  la máxima claridad que me fue posible, buscando ejemplos irrebatibles que sirvieran para demostrar que España es una democracia tan consolidada como las más acreditadas de nuestro contexto europeo y que Cataluña goza de un grado de autogobierno muy superior a cualesquiera de las demarcaciones autonómicas existentes en Europa.

Portada del semanario satírico Charlie Hebdo

El índice de democracia es una medición hecha por la Unidad de Inteligencia de The Economist (EIU por sus siglas en inglés), a través de la cual se pretende determinar el rango de democracia en 167 países, de los cuales 166 son estados soberanos y 165 son estados miembros de las Naciones Unidas. Según la evaluación correspondiente al año 2016, España ocupa en esta clasificación el lugar 17, inmediatamente después del Reino Unido y por delante de Estados Unidos, Francia y de la propia Italia, un dato significativo que los comentaristas italianos deberían conocer. ¡Menudo servicio a la credibilidad democrática española ha hecho Don Tancredo Rajoy!

El Canal 7, perteneciente a un grupo editorial de Milán, anunció profusamente, en los días anteriores a la celebración del prohibido referéndum catalán, la emisión de un programa informativo especial que sería emitido en directo y en hora punta (las 20:30) desde la Plaza de San Jaume, que constituyó un rotundo fracaso. Sin duda, sus editores pensaron que podrían transmitir en directo las algaradas de los días anteriores, pero la Plaza de San Jaume apareció prácticamente vacía durante la emisión, con apenas unos cuantos turistas que paseaban por allí. Así que nada de entrevistas en directo a manifestantes independentistas ni nada de nada, por lo que el programa acabó antes de la hora señalada. Después de este tropiezo informativo, hubo que esperar a la comparecencia televisiva del Rey para que la información ofrecida por los medios italianos moderase su tono, aunque sin dejar de insistir en la necesidad de un diálogo que superase la política monolítica de “un muro contra otro muro”, que ha sido el titular más utilizado por los analistas italianos para caracterizar en una sola frase la situación de enfrentamiento “entre Madrid y Barcelona”. Es penoso que haya tenido que ser Felipe VI quien, en nombre del Estado, haya reprobado de modo inequívoco y terminante la deriva secesionista de las autoridades catalanas, a las que atribuyó con plena razón una “deslealtad inadmisible” y una “inaceptable apropiación de las instituciones de Cataluña”, instando a que los poderes del Estado democrático cumpliesen con sus obligaciones.




Punto y aparte fue la multitudinaria manifestación que tuvo lugar el domingo día 8 en Barcelona. Para mi supuso una sorpresa emocionante ver el clamor contra el separatismo de tantísima gente que hasta entonces había sentido miedo de expresar en público sus sentimientos en pro de la unidad de España y que, desde luego, todos los telediarios italianos emitieron, aunque no vi que el evento fuese comentado en las tertulias como lo fueron los actos independentistas y las actuaciones policiales consiguientes. Pero, en cualquier caso, los informativos cambiaron de onda y comenzaron a informar de las muestras de apoyo al Gobierno español por parte de gobernantes extranjeros y altos representantes de la Unión Europea. 

Anoche, apenas llegado, vi la comparecencia del portavoz del PSOE, José Luis Ábalos, que me pareció impecable. Cuando, después de considerar que el manifiesto firmado después de la declaración unilateral de independencia hecha por Puigdemont desmentía la sinceridad de su oferta de diálogo y tras concluir que "lo único cierto es que la situación en Cataluña es de ingobernabilidad", pensé que el órdago catalán acabaría hoy gracias al apoyo ofrecido al gobierno por parte del PSOE y Ciudadanos. Pero otra vez me equivoqué y el conflicto independentista sigue tan vivo como lo estaba cuando partí hacia Italia.



Resulta delirante que en vez de exigir sin otras mandangas a los líderes secesionistas que vuelvan a la desaparecida legalidad constitucional, Rajoy se dirija a Puigdemont para preguntarle si declaró o no la independencia, como si con suspender su inmediata aplicación bastara para ignorar la existencia de ese documento atrabiliario en el que se dice que “la constitución de la República catalana se fundamenta en la necesidad de proteger la libertad, la seguridad y la convivencia de todos los ciudadanos de Cataluña y de avanzar hacia un Estado de derecho y una democracia de mayor calidad, y responde al impedimento por parte del Estado español de hacer efectivo el derecho a la autodeterminación de los pueblos”, añadiendo la sonrojante guinda de que “la constitución de la República es una mano tendida al diálogo”. Tal vez por eso, según Rajoy: "Basta con que Puigdemont diga que no ha declarado la independencia" para dar la crisis por concluida y pelillos a la mar, que aquí no ha pasado nada. Que, si bien se mira, es lo mismo que vienen pregonando a los cuatro vientos Pablito Iglesias y sus mariachis.


Puigdemont: El parto de los montes

Debería ser el momento para que la excepcionalidad catalana fuese normalizada con la aplicación rigurosa de las leyes, de todas las leyes, que las instituciones catalanas vienen ignorando desde hace décadas, pero la ocasión se perderá y, como mucho, el panorama catalán volverá a estar como siempre ha estado desde que la Generalidad fue ocupada por los saqueadores de la Cosa Nostra dirigida por la famiglia Pujol, quienes, entre otros desafueros, han utilizado el sistema docente como instrumento de propaganda, al peor estilo nazi-fascista, para adoctrinar a la juventud catalana con una versión falsificada de la Historia orientada a inculcar el odio a todo lo español, empezando por la lengua común, y para defender la superioridad racial de los catalanes de pura cepa, a pesar de las numerosas sentencias condenatorias emanadas de las más altas magistraturas del Estado.

El 16 de abril de 1981, el diario La Vanguardia publicó la carta privada que Josep Tarradellas, ya sin ninguna responsabilidad política en la Generalidad, remitió a su entonces director, Horacio Sáenz Guerrero. En su profética misiva, el anciano político confesaba su “presentimiento” de que con la llegada de Jordi Pujol se iba hacia otra etapa “que nos conducirá a la ruptura de los vínculos de comprensión, buen entendimiento y acuerdos constantes que durante mi mandato habían existido entre Cataluña y el Gobierno”. En síntesis, hacía una dura crítica a las primeras medidas del Gobierno de Pujol, denunciaba el victimismo, aconsejaba a las autoridades catalanas que no se condujeran “ni con orgullo ni con frivolidad” y terminaba con esta muy célebre reflexión: “Nuestro país es demasiado pequeño para que se desprecie a ninguno de sus hijos y lo bastante grande para que quepamos todos”. En conjunto, el político más sensato, patriota, constructivo y sabio que ha tenido Cataluña en estos últimos cincuenta años, advertía de los riesgos que adivinaba en la política cerradamente nacionalista de Pujol, al que atribuía intencionalidades dañinas que, con el tiempo, quedaron sobradamente demostradas.

Josep Tarradellas

Al día de hoy, tras la experiencia acumulada durante las últimas décadas, todo lo que no suponga atajar de una vez la deriva independentista y, por el contrario, sirva para alargar la excepcionalidad surrealista del paréntesis democrático en el que viven instaladas las instituciones catalanas, será utilizado para seguir desacreditando el nombre de España y también servirá para dar tiempo a que se organicen las huestes bárbaras alimentadas y organizadas desde los poderes secesionistas como último frente de resistencia violenta ante una batalla final que todavía no ha comenzado.



     
La devoción enfermiza de Rajoy hacia el pasteleo se muestra con claridad en la promesa hecha a Pedro Sánchez de iniciar, precisamente ahora, la negociación para la reforma constitucional. En política no hay nada que sea eterno y la Constitución puede y debe modificarse, pero nunca bajo la presión amenazadora del independentismo catalán. Adaptar España a la "singularidad" catalana, en vez de hacerlo al revés, será el peor de todos los augurios posibles para los años próximos. El tiempo lo dirá.       

Puigdemont firma la declaración de independencia 

La aplicación del artículo 155 de la Constitución es, desde luego, facultad del Gobierno. Pero lo que en absoluto es facultativo de ningún Gobierno es la inobservancia de los artículos del Código Penal que castigan con penas de prisión a quienes perpetran los delitos mencionados. El propio Código Penal advierte en su artículo 408: "Toda autoridad que dejare intencionadamente de promover la persecución de los delitos de que tenga noticia, o de sus responsables, incurrirá en la pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de seis meses a dos años". Resulta más que evidente que esperar que las leyes se cumplan en España es como pedir peras al olmo. Sí las leyes se cumpliesen, hace mucho tiempo que la deriva independentista de las autoridades catalanas habría terminado y la imagen de república bananera que actualmente ofrece España ante el mundo entero se habría evitado. Por todo ello, somos muchos los españoles que estamos casi tan hartos de Rajoy como de Puigdemont y sus secuaces.








jueves, 7 de septiembre de 2017



                  ¿ARDE CATALUÑA?

                   Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?
                                                               Cicerón, Primera Catilinaria




Pese a quien pese, son los independentistas quienes llevan la iniciativa en Cataluña desde hace demasiados años, porque los gobiernos de la Nación, que representan la legalidad del Estado, siempre se han movido a rastras y a trompicones, forzados por los acontecimientos. No hay más alternativa a la realidad presente: para contener la violencia golpista es preciso utilizar la violencia legítima contemplada y amparada por la Ley. Y lo más apabullante de todo es que lo sucedido hasta ahora en Cataluña no es más que un simple prólogo de lo que vendrá a partir del lunes con la celebración de la Diada y, sobre todo, a partir del 1º de octubre: la calle en llamas. Nada nuevo en la Historia. Ya lo dejó escrito Curzio Malaparte en su libro "Técnicas de golpe de Estado", un clásico que es también un manual para las actuaciones golpistas de toda laya.



Aún en el supuesto de que Puigdemont y algunos de sus más destacados golpistas sean detenidos, ya es demasiado tarde para detener la violencia callejera que sobrevendrá. Aunque los incendiarios sean apresados, la hoguera seguirá ardiendo, porque hay mucho combustible almacenado. Así está previsto que suceda y así ocurrirá. Hasta puede que un nuevo y oportuno atentado presuntamente islamista, por supuesto, venga a agravar todavía más la explosiva situación generada. Si pese a todo, Rajoy es capaz de contener la segunda fase del golpe iniciado, habrá cumplido con su deber y no habrá que agradecerle nada, pero si no lo es, pasará a la posteridad como el mayor felón que ha habido en la Historia de España. No hay disyuntiva intermedia. Pero ahora estas consideraciones son zarandajas. Lo más terrible del caso es que, queramos o no, en Cataluña nos las jugamos todos los españoles. Porque, como en Hamlet, se trata de ser o no ser. Esta es la cuestión.




martes, 11 de julio de 2017



   SIRIA: EL SINIESTRO PAPEL DE FRANCIA



El primer ataque contra Libia fue realizado por un avión francés al atacar un vehículo militar del ejército libio. Fue el pistoletazo de salida para derrocar el régimen de Muammar el Gadafi, tal como fue anunciado a bombo y platillo por el Ministerio de Defensa de Francia el día 21 de marzo de 2011. Los horrores que vinieron a continuación ya lo sabemos: bombardeos indiscriminados por los aviones franceses y británicos de la OTAN, matanza de decenas de miles de civiles, la partición del país, un regreso al tribalismo representado por las bandas armadas que pululan por doquier y un caos generalizado que, tras destrozar la nación con mayor renta per cápita de África, la prensa occidental se ha puesto de acuerdo en denominar "Estado fallido", como si en vez de haber sido objeto de una agresión exterior minuciosamente calculada y realizada, la destrucción de Libia hubiera sido producida por un "tsunami" imprevisible o por cualquier otra hecatombe natural. Desde la caída del régimen de El-Gadafi, la avalancha de emigrantes y refugiados que procedentes de las costas libias se lanzan al mar para llegar a las costas italianas es una catástrofe absoluta que ha convertido al Mediterráneo en la mayor fosa de cadáveres del planeta y que no lleva trazas de disminuir mientras en Libia siga el desgobierno absoluto que las naciones vinculadas a la OTAN han ocasionado siguiendo las directrices de Washington.



El provocado "estado-fallido" libio, el recrudecimiento de la guerra tribal, la pérdida de bienestar social y el auge del islamismo radical, demuestran que la realidad no era la que nos vendieron Obama, Cameron, Sarkozy o Zapatero, cuya justificación de la guerra “por razones humanitarias” para liberar al pueblo libio de su dictadura no fue más que una propaganda llena de mentiras. La situación de Libia sigue empeorado en términos de inseguridad y pobreza, mientras que la existencia de milicias armadas impide la estabilización del país y la ausencia de seguridad en las fronteras es aprovechada por las redes de tráfico ilegal de personas y por el terrorismo yihadista alimentado por Occidente. Y es que, por desgracia, el demonizado coronel tenía razón cuando advirtió durante el conflicto que la aniquilación de su régimen conduciría al incendio del Mediterráneo y al auge del islamismo radical en la región.

Después de haber jugado Francia un papel protagonista en la destrucción de Libia, acuciado por las pésimas previsiones electorales para 2012, Sarkozy necesitaba un golpe de efecto que le permitiera subir en las encuestas, por lo que decidió seguir su papel de ejecutor principal al servicio de la estrategia decidida por Washington. El primer testimonio fehaciente de cuáles eran los planes respecto a Siria del pequeño Napoleón data del 6 de septiembre de 2011, cuando recibió en el Palacio del Elíseo a Su Beatitud Bechara Boutros al-Rahï, Cardenal Patriarca Maronita de Antioquía. En la tensa y tormentosa reunión adelantó dos hechos cruciales a la máxima autoridad de la principal iglesia oriental vinculada a Roma: que la guerra contra Bashar al-Assad estaba decidida y que se impondría en el poder a los Hermanos Musulmanes. En concordancia con esta postura de firmeza mostrada por un alto representante de la Iglesia, en la última semana de febrero de 2013, en los difíciles momentos finales de su pontificado, el Papa Benedicto XVI tuvo suficientes arrestos para negarse a recibir en el Vaticano a los representantes de la oposición siria, pese a las fuertes presiones del embajador de Francia ante la Santa Sede, Bruno Jouber. La Secretaría de Estado vaticana alegó que el Papa no podía recibir a una delegación en la que estaban integrados grupos yihadistas responsables de los ataques contra los cristianos de Siria.

Bechara Boutros Al-Rahï, Cardenal Patriarca de Siria y arzobispo de Antioquía

Cuatro meses después de haber soportado las iras del cardenal católico-maronita, Sarkozy anunció a la cúpula militar sus planes bélicos contra Siria el 4 de enero de 2012, durante la presentación de sus felicitaciones del Año Nuevo a las Fuerzas Armadas. En aquella ocasión ya echó mano de la retórica que viene siendo habitual: acusó al gobierno sirio de haber desencadenado una bárbara represión, exigió la dimisión de su homólogo sirio Bashar al-Assad y reclamó a la comunidad internacional que asumiera sus responsabilidades, es decir, que interviniese militarmente en Siria para derrocar al gobierno de Damasco. El personaje del que se valió el presidente de la República para mover los hilos fuera de Francia fue Alain Juppé, quien en 2004 había sido condenado por la justicia francesa a catorce meses de prisión y a un año de inhabilitación por corrupción, tiempo que pasó de vacaciones en Canadá. Cuando este dechado de honestidad fue rescatado del infierno político por Sarkozy, los medios de comunicación occidentales olvidaron su pasado en un ejercicio de desmemoria que evidencia su subordinación a los poderes políticos de los que se alimentan.

Ratificando la voluntad de proseguir la agresión emprendida contra Siria, el 17 de febrero, Nicolas Sarkozy y David Cameron firmaban una declaración común en la que, entre otras cosas, se declaraba que “Francia y el Reino Unido subrayan que las personas responsables de los actos de violencia en toda Siria no deben dudar de que llegará el día en que tengan que responder por sus actos. Francia y el Reino Unido reafirman su determinación de hacer que se recojan debidamente elementos probatorios sobre los crímenes con el fin de que las personas que ordenaron o cometieron atrocidades tengan que rendir cuentas”. Conviene subrayar que, a falta de obligaciones establecidas a través de tratados pertinentes, la guerra emprendida por el presidente Sarkozy y su gobierno constituía un acto sin precedente en la historia de la V República, ya que violaba el artículo 35 de la Constitución de Francia, constituyendo un crimen de Estado que caía dentro de la jurisdicción penal del Tribunal de Justicia de la República (artículo 68).




A los pocos día de la declaración conjunta franco-británica, durante la toma de un bastión yihadista en el barrio de Baba Amro, en Homs, el ejército sirio hizo más de mil quinientos prisioneros, en su mayoría extranjeros pertenecientes al Ejército Sirio Libre (ESL), entre los que había 120 soldados franceses, de los cuales una docena reclamaron la categoría de prisioneros de guerra, dando a conocer sus identidades, sus grados militares y las unidades a las que pertenecían. Entre los prisioneros franceses se encontraba un coronel del servicio de transmisiones de la DGSE (Dirección General de la Seguridad Exterior), es decir, la agencia de Inteligencia exterior de Francia. La agencia de noticias siria Dampress lo anunció en un comunicado emitido el día 23 de febrero: "Los servicios especiales sirios arrestaron en Zabani a un batallón francés de transmisión que constaba de 120 soldados”. La agencia de noticias agregó que "esto explica el nuevo cambio de tono de París, que ahora adopta un perfil bajo por temor a que este caso afecte a la campaña electoral de Nicolás Sarkozy. Alain Juppé, fue el responsable de negociar con su homólogo ruso, Sergei Lavrov, para encontrar una solución y liberar a los 120 soldados franceses."

Según la misma fuente "Sarko envió un arsenal militar a los opositores a Al-Assad, pero la información recogida por los servicios de inteligencia franceses confirma que la mayor parte del material cayó en manos del Ejército Sirio."

Casi sobrará decir que la agresión francesa había sido preparada con mucha antelación y que formaba parte de la campaña diseñada por el Pentágono para llevar a la práctica su política del “caos controlado” diseñada por el asesor presidencial estadounidense Zbigniew Brzezinski e intervenir en el Oriente Medio con la anunciada intención de modificar las fronteras existentes en función de sus intereses geoestratégicos en la zona.

De manera resumida cabe decir que Brzezinski ofrece la siguiente estrategia en la que el Oriente Medio juega un papel clave:

1. Fomentar el caos y la guerra en la región, apoyándose en la fuerza del "despertar democrático global", en este caso de las "primaveras otánicas".

2. Declarar la guerra contra el terrorismo y trasladar la carga a Rusia y China, aprovechándolos en un conflicto sin esperanza o fecha de acabamiento en la región.

3. Mantener o incluso aumentar la presencia militar estadounidense bajo el pretexto de "preservar la estabilidad" en el Oriente Medio.

Como telón de fondo de semejante estrategia fue preciso desarrollar y coordinar una campaña de propaganda sin precedentes a través de los medios de comunicación occidentales, en la que la cobertura de los acontecimientos en Siria viene siendo sometida a un tratamiento caricaturesco válido para todos los países de la OTAN y los pertenecientes al Consejo de Cooperación del Golfo. Para ellos, lo que hay en Siria –como anteriormente en Libia– es «un dictador sanguinario que está masacrando a su propio pueblo». Ante ese dictador se alza una valiente oposición, desvalida y pacífica, que, marchando sobre las huellas de la «primavera árabe», trata de emanciparse de una vil dominación. Los centenares de miles de muertes que se han producido desde el comienzo de la crisis se deben, en su enorme mayoría, a los crímenes de las tropas leales al régimen de Damasco. Con relación a Francia, esa es en esencia, la información que desde que comenzó la agresión a Siria vienen emitiendo el canal de televisión TF1, el diario Le Monde, la radio France Internacional, el semanario Le Point y la mayor parte de los diarios nacionales como Libération, Le Figaro, etc. Todos ellos funcionan de manera conjunta como una aplanadora encargada de imponer a la opinión pública una versión oficial que nada tiene que ver con la verdad y de acallar todo punto de vista que contradiga esa versión.



Pero lo que los medios de comunicación no han dicho es que el 2 de noviembre de 2010 –es decir, antes de la «primavera árabe»–, Francia y el Reino Unido firmaron una serie de documentos conocidos como los Acuerdos de Lancaster House. Los negociadores franceses de estos acuerdos fueron Alain Juppé y el general Benoit Puga, éste último ardiente partidario de reiniciar la aventura colonial que Francia tuvo que abandonar cuando Siria alcanzó su independencia el día 24 de octubre de 1945 con la admisión de Siria como miembro fundador de las Naciones Unidas, en pie de igualdad con el país ocupante, cuyas tropas fueron totalmente evacuadas en la primavera del año siguiente.

La parte pública de esos acuerdos anunciaba que Francia y el Reino Unido pondrían en común sus “fuerzas de proyección”, o sea, sus tropas coloniales, mientras que en la parte secreta se preveía atacar Libia y Siria el 21 de marzo de 2011. Pero Francia se adelantó a su aliado y atacó Libia dos días antes, provocando la indignación de Londres. En cambio, el ataque frontal contra Siria nunca llegó a concretarse debido al cambio de planes decidido por Obama, presionado por sus generales, cuando se descubrió que el pretexto de usar el supuesto ataque con gas sarín en abril de 2015 por las tropas del gobierno de Damasco era un montaje que podría acarrear las mismas consecuencias que acabó produciendo la falsa acusación de poseer armas de destrucción masiva al régimen de Sadam Hussein para justificar la invasión de Iraq y que ocasionó el descrédito y el final de la carrera política del premier británico Tony Blair. 

El 29 de julio de 2011, Francia creó el Ejército Sirio Libre (los llamados «rebeldes moderados»). Contrariamente a lo que se ha divulgado oficialmente, los primeros elementos de esa formación no fueron sirios, sino libios miembros de Al-Qaeda. El coronel Riyad el-Asaad, presentado como jefe del Ejército Sirio Libre, no pasaba de ser el rostro encargado de darle al grupo un barniz sirio y fue escogido para ese papel únicamente porque su apellido se parece al del presidente Bashar al-Assad, con quien no tiene parentesco alguno. Sin embargo, pasando por alto el hecho de que los dos apellidos ni siquiera se escriben de la misma manera en árabe, la prensa atlantista presentó a ese coronel como la «primera deserción en el seno del régimen».


El Ejército Sirio Libre (ESL) fue puesto bajo la dirección de miembros de la Legión Extranjera francesa, concretamente del general Benoit Puga, en aquel entonces Jefe de Estado Mayor del presidente Sarkozy. Posteriormente, el ESL sirvió para ocultar bajo su denominación a tropas mercenarias encargadas de realizar “operaciones especiales” planeadas por Francia. Como sucede en los demás países occidentales, Francia persiste en establecer una distinción entre yihadistas «moderados» y «extremistas». Pero en realidad son los mismas mesnadas y sus comportamientos son idénticos. Fue el llamado Ejército Sirio Libre el que inició las ejecuciones de homosexuales arrojándolos desde lo alto de edificios, así como quien divulgó el vídeo de uno de sus jefes en pleno acto de canibalismo, comiéndose el corazón y el hígado de un soldado sirio. La única diferencia entre los supuestos «moderados» y los "extremistas" es la bandera que usan: una imitación de la bandera oficial siria en el caso de los primeros y el estandarte de la yihad por parte de los segundos.


General Benoit Puga

Cuando en julio de 2012 llegó François Hollande a la Presidencia de la República mantuvo en su cargo –por primera vez en la historia de la V República– al Jefe del Estado Mayor de su predecesor, el general Benoit Puga, fervoroso partidario de proseguir la guerra contra Siria. Hollande retoma la retórica y la gesticulación paternalista de la antigua colonización francesa y declara que la República Árabe Siria es una «dictadura sanguinaria» –lo cual significa que hay que «liberar un pueblo oprimido»– y que la minoría alauita acapara el poder –lo cual implica que hay que «emancipar» a los sirios de esta horrible secta. También hay que prohibir que los sirios residentes en Europa participen en las elecciones convocadas en Siria y Hollande decide –en lugar del pueblo sirio– que su legítimo representante es el autoproclamado Consejo Nacional Sirio. Laurent Fabius, ministro de Relaciones Exteriores de Hollande, tuvo la desvergüenza de declarar que el presidente elegido por los sirios, Bashar al-Assad, “no merece estar sobre la Tierra”.



Con Hollande también llegó a Francia la oleada de atentados cometidos por presuntos militantes, declarados, encubiertos o medio pensionistas, del Estado Islámico, cuya extraña estrategia se ajusta tan sospechosamente a la estrategia de tensión promovida en Europa por la OTAN. Como escribe Joe Quinn (1):

Los ataques terroristas como estos nunca son "al azar", al menos no en el sentido de que no tienen un fin. Si parecen ser al azar, entonces eso es, sin duda, parte de la estrategia que los impulsa. Los gobiernos y los grupos utilizan el terrorismo para lograr un objetivo específico, por lo que siempre hay un fin. Para entender cuál es el fin, sólo hay que saber quién es realmente responsable.

Ya nos han dicho que el "EIIL" (Estado Islámico de Irak y el Levante) ha reivindicado la autoría de los atentados de París, una reclamación en parte respaldada por el descubrimiento conveniente de un pasaporte sirio en el cuerpo de uno de los "terroristas suicidas" (¿por qué estos terroristas siempre llevan consigo la identificación a sus misiones suicidas?). Pero dado que la mayoría de los terroristas del EIIL en Siria son mercenarios extranjeros, esto no es realmente evidencia de nada, excepto, tal vez, de que algunos terroristas del EIIL estaban escondidos entre los refugiados sirios que transitaron a través de Grecia este verano (...) Este es el punto clave, y no es ninguna teoría de la conspiración: el EIIL y otros "rebeldes sirios" son casi en su totalidad creaciones del gobierno de Estados Unidos y de sus aliados en el Medio Oriente. Sin su apoyo, como se ha señalado por muchos medios de noticias relevantes, el EIIL habría desaparecido de las páginas de la historia hace mucho tiempo. En un artículo anterior he esbozado la estrategia geopolítica llevada a cabo por Washington y sus aliados del Medio Oriente al financiar una "revolución siria" para derrocar al gobierno de Assad; todo se trata de tuberías de petróleo y gas a Europa y Asia, así como de frustrar la expansión rusa.

"De este modo, teniendo en cuenta que el "EIIL" está siendo derrotado efectivamente por ataques aéreos rusos y el Ejército Árabe Sirio, ¿por qué los líderes del EIIL optarían por añadir más a sus problemas masacrando a civiles franceses y provocando la esperada respuesta militar de Francia contra el EIIL en Siria e Irak? Quiero decir, ¿acaso estas personas realmente disfrutan de que caigan bombas occidentales, además de las rusas, sobre sus cabezas?”.



En resumen, que como denunció Robert Fisk en The Independent del 18 de noviembre de 2015, Francia grita "¡Guerra al ISIS!" mientras le vende armas a sus patrocinadores (2).

Constituye un hecho más que evidente que mientras las carnicerías humanas tengan lugar en Afganistán, Iraq, Libia o Siria la reacción de la opinión pública occidental suele ser de una contemplativa pasividad, pero si en el suelo europeo se producen atentados presuntamente vinculados al islamismo las cosas cambian, los medios de comunicación se desatan con el pretendido choque de civilizaciones, tan grato a Samuel Huntington y con el supuesto antagonismo radical entre un Occidente judeo-cristiano y un Oriente árabe-musulmán. Este argumento tan desmoralizador como fantasioso ha causado estragos entre bastantes intelectuales occidentales y musulmanes. La teoría de Hungtinton no es sino un delirio racista heredado del siglo XIX que alumbró el III Reich de Adolfo Hitler y que dividió al mundo en dos entidades imaginarias: la raza noble y refinada de los arios y la raza inferior de los semitas con un espíritu torpe que para Ernest Renan se encarnaba en el islam. Tales doctrinas han servido para justificar y legitimar las invasiones de Afganistán e Iraq por parte de coaliciones armadas dirigidas por Estados Unidos, así como las guerras delegadas de Libia y Siria. Ahora bien, la lucha contra el terrorismo siempre se ha llevado a cabo por los medios policiales clásicos y de infiltración en los grupos que los llevan a cabo. Hasta ahora nunca se había visto desplegar ejércitos e invadir u ocupar países con el pretexto de la lucha contra el terrorismo (3).



Un nuevo término ha entrado a formar parte del vocabulario usual del europeo medio: el de “yihadista”. Los grandes medios de comunicación abordan diariamente el tema y difunden un marco de interpretación que modela la opinión pública, orientando las reacciones y suscitando tomas de posición avaladas por falsos especialistas tras los cuales se esconde una unidad de análisis tan previsibles como incendiarios con una función social y política concreta: producir temor a la opinión pública. Así, la fábrica del miedo funciona a todo trapo con su más que evidente consecuencia: la renuncia a cualquier explicación racional, lo que, por una parte, favorece las reacciones emocionales y, por la otra, la demanda de seguridad, que resulta aceptada incluso en detrimento de las libertades esenciales, que primeramente fueron sometidas a cuarentena en los Estados Unidos con la Patriot Act decretada por el presidente George W. Bush, cuyo ejemplo ha seguido la Francia del socialista Hollande y que Macron sigue manteniendo. No se trata ya de perseguir los objetivos fundamentales expresamente declarados, sino que la escalada de una lógica perversa basada en la seguridad se instale en nuestras sociedades, mecanismo que ha sido perfectamente descrito por Serge Quadruppani: “El antiterrorismo es la punta de lanza, la vanguardia conceptual y la práctica de una política del miedo que tiende a infiltrase en todos los rincones de la sociedad. Esta política de producción simultánea de temores y de controles supuestamente justificados para frenarlos y contenerlos, está condenada a inventarse constantemente nuevos enemigos: después del terrorista serán los jóvenes de barrios populares o simplemente los jóvenes, los niños, el internauta, el loco, el inmigrante, el extranjero, el musulmán, el gitano...” (4).

Hay en el estado de excepción decretado en Francia desde hace año y medio toda una metáfora de la situación actual a nivel local y global. La realidad trota desbocada derrochando medidas que endurecen las condiciones de vida de la gente y que provocan hartazgo social, movilizaciones y respuestas populistas de uno y otro signo. Ante ello quienes quieren seguir llevando las riendas necesitan posponer acontecimientos, perpetuar al máximo una imagen congelada de la Historia. Todo quieto y parado. Un bonito estado de excepción que Macron ya ha dicho que mantendrá “si la seguridad lo requiere”. Y qué duda cabe que lo requerirá si las conveniencias estratégicas de la OTAN así lo exigen.



Por muy políticamente correcto que se sea y por mucha candidez que se le eche al asunto, la autoría de los atentados terroristas de Francia “reivindicados” por el ISIS no es capaz de resistir cualquier investigación medianamente seria. En reciente artículo publicado en el diario El País, Javier Lesaca, tras revisar los 1.320 vídeos publicados por el Estado Islámico, llega a la conclusión de que tienen mucho más que ver con los videojuegos populares que con las mezquitas: “El ISIS es el grupo yihadista menos islamista de la historia”, acaba diciendo (5).



Desde Francia no se oyen muchas voces críticas a las actuaciones de sus gobernantes respecto a la cuestión terrorista y al lamentable papel que juega Francia en su guerra particular contra la nación siria. Por eso, especial atención merece Bruno Guigue, profesor de la Université La Réunion–Saint-Denis, reconocido politólogo y ensayista que ha centrado parte de su trabajo en las relaciones internacionales, especialmente con los países árabes, quien levantó una notable polvareda cuando en julio del pasado año 2016 publicó su demoledor artículo “Lettre ouverte à François Hollande, le Frankenstein de la République” (6), cuyo texto apareció traducido al español en Diario16:

"Después de este nuevo atentado terrorista que sacude gravemente nuestro país, ha expresado en nombre de toda la nación, con emoción y dignidad, la compasión por sus víctimas. La inmediata identificación del culpable, y suponiéndole bien informado, llamó a los franceses a hacer una prueba de unidad y solidaridad contra el “terrorismo islamista”. Invitándonos a cerrar filas y hacer frente, movilizando todas nuestras energías en contra de esta terrible amenaza (7).

"Pero este legítimo recurso a la cohesión nacional en un momento cuando todo el país se siente herido, no puede negar a los ciudadanos cuestionar su política. Desde su elección, ha dicho pretender luchar implacablemente contra las organizaciones terroristas. Pero, en realidad, todo hace pensar que ha hecho exactamente lo contrario. Porque en lugar de luchar contra el mal, usted concentra sus esfuerzos en contra de aquellos que estaban tratando de derrocarlo. Nos dijo que estaba luchando contra el terrorismo, pero no ha cesado de demonizar y luchar contra la Siria de Bashar al-Assad.



"Este Estado soberano, odiado por sus amigos americano-sionistas, porque niega a someterse a sus dictados, fue señalado ciegamente por la venganza de los mismos criminales que ametrallaron las terrazas de nuestros cafés. Los mercenarios de la yihad buscaban un objetivo, señalando cínicamente a Damasco. Sí, miles de jóvenes fueron alentados, por su propaganda de guerra, a ir a luchar contra este odiado estado que soñaba aniquilado bajo las bombas. Fue su ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, quien dio la señal de esta cura, cuando dijo que Assad “no merece vivir” y que la rama siria de Al-Qaeda había hecho un “buen trabajo” en Siria.

"Por más que intenta ocultar sus responsabilidades, todo el mundo ve que los ataques en Francia son el resultado de su política. ¿Por qué no hay atentados en Italia, Argentina, o Japón? ¿Los franceses conocen su negativa a cooperar con los servicios sirios para identificar los yihadistas franceses que podrían volver a Francia? ¿Nuestros compatriotas saben que usted prohíbe cualquier transferencia de fondos para la mayoría de los sirios que viven en las zonas bajo el control del gobierno? ¿Se dan cuenta de que usted nunca ha tenido una palabra de compasión por las numerosas víctimas sirias de los ataques de Al-Qaeda, y que usted continúa imponiendo sanciones económicas al pueblo víctima del terrorismo de masas?

"Usted decidió tomar partido en el conflicto sirio, y lo hizo con pretextos humanitarios que se han derrumbado como un castillo de naipes, exhalando el olor acre del hidrocarburo. Usted se embarra, y con esta rutina que debería haber sido precavidamente evitada, ha expuesto a los franceses a un efecto boomerang. Esta violencia que ha desatado en otros por su política neocolonial, ¡la ha traído a casa!

"Dudo que los franceses le agradezcan, especialmente aquellos que perdieron algún hijo en este asunto trágico. A raíz de esta tragedia, señor Hollande, pasado el momento de compasión delante de las cámaras y la celebración de la unión patriótica, ¿va a poner nuevas medallas a los banqueros del terror? Condenando el crimen terrorista, ¿irá a cenar con sus patrocinadores saudíes? Con George W. Bush, los EE.UU. tuvieron su doctor Frankenstein, el aprendiz de brujo en el caos geopolítico. Con usted, estamos empatados. Los franceses tienen ahora el suyo. […]”.



Tras la llegada a la Presidencia de Emmanuel Macron la actitud francesa respecto a Siria no parece haber experimentado variación alguna, toda vez que, siguiendo el ejemplo de su mentor François Hollande, en más de una ocasión se ha declarado partidario de utilizar la fuerza militar para derrocar al gobierno de Bashar al-Assad.

Luego de haber puesto sucesivamente en el Palacio del Elíseo a un delegado de la CIA (Sarkozy) y a un lacayo de Qatar (Hollande), los franceses vuelven a dejarse engañar –por tercera vez–, y en esta ocasión el engaño viene de un producto de la influencia israelí. Aún creen los franceses haber ahuyentado el espectro del fascismo votando por un candidato que goza del respaldo de la OTAN, de los Rothschild, de todas las grandes empresas de la Bolsa de París y de los grandes medios de prensa. Lejos de darse cuenta de su error, todavía se hallan bajo los efectos de una hipnosis, de la que probablemente no tardarán mucho en salir, cuando se encuentren gobernados por un poder irresistible sin apenas oposición política en las instituciones francesas.



Con autorización del autor, me satisface poner el broche a este entrada con “La ridícula carta al presidente Macron de un colectivo pro-terrorista”, otro artículo de Bruno Guigue que ha tenido amplia repercusión en Francia y que ha sido traducido por Nathalie Galiana expresamente para este Blog.

He aquí el texto de Guigue (8):

"Un grupo de auto proclamados “expertos” acaba de remitir una carta al Sr. Macron cuyo titulo oxímoron nos haría mucha gracia de no tratarse de un asunto tan serio: «Señor Presidente, mantener a Assad es apoyar al terrorismo» declaman esos supuestos intelectuales desde las columnas del diario «Libération», propiedad del millonario franco-israelí Patrick Drahi. ¡Es como para creer que estemos soñando! Justamente cuando el Ejército Sirio, sujeto a los bombardeos americano-sionistas, está llevando a cabo un furioso combate contra el Estado Islámico, estos charlatanes se atreven a decir que las Fuerzas Armadas sirias hacen el juego al terrorismo. Sin ningún tipo de escrúpulos, escupen sobre la soberanía siria, el valiente país que lleva pagando tan alto precio por su lucha contra los yihadistas “made in CIA”.

"¿Cuántos entre estos falsarios serían capaces de luchar contra los terroristas que acaban de ensangrentar a Damasco una vez más? (8) Por supuesto que ninguno. Porque son los primeros en avalar ese terrorismo, el mismo que mata inocentes en París, Bagdad o Bamako. Vuelven a sacar el viejo argumento según el cual los occidentales habrían dejado prosperar el yihadismo por negarse a bombardear Damasco. Argumentan que esta negativa «no deja otra alternativa que el exilio, la muerte o el acercamiento a los grupos más radicales para todos los opositores al régimen» ¿Está claro, verdad?: ¡La única alternativa que queda es unirse a los cortadores de cabezas! No parece coincidencia que entre los firmantes de la carta aparezca François Burgat, uno de los escasos elementos de la pandilla que interviene regularmente en hablar acerca de la tragedia siria.

"¿No os suena el nombre de François Burgat? Es ese investigador del CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique) quien declaraba el 9 de agosto del 2016 en Radio Francia Internacional: «Pienso que uno de los principales retos de los occidentales es el de ser capaces de apostar por las fuerzas políticas que habrán de ser consideradas como aceptables. Y creo que, desde luego, el Frente al-Nusra debe de ser considerado como fuerza política aceptable".

"Es curioso que en un texto donde se acusa al presidente sirio de estar a favor del terrorismo lo firme un «investigador» que preconiza la cooperación de las potencias occidentales con la rama siria de Al-Qaeda. Es conveniente saberlo. Sr. Burgat, si usted recomienda una alianza con los terroristas, ¿por qué culpáis a Bashar Al-Assad de apoyar al terrorismo ? En realidad, usted sabe perfectamente que el Ejército Sirio, junto a sus aliados, es el único que combate a los terroristas. Pero como lleva treinta años diciendo que el mundo árabe debe convertirse al islamismo, ve en la guerra siria el cumplimiento de su sueño. Lleva treinta años haciendo la apología de la sharía y ahora le toca jugar el de secretario de prensa de Al-Qaeda. Pienso que hasta un niño de cinco años seria capaz de meterle la nariz en la mierda.

"Pero el Sr. Burgat y sus amigos no ceden. Regodeándose con la «democracia» y en los «derechos humanos», esos recaderos del neocolonialismo exigen al Presidente francés que sancione a un pueblo por ser culpable de apoyar a su Gobierno: ¡Por favor, señor Presidente, bombardeen Damasco para apoyar esta falsa revolución! Repitiendo las consignas de la propaganda occidental, esos papagayos de la CIA acusan al Gobierno de Damasco de los crímenes más inverosímiles. Sin pudor alguno llaman llaman a Bashar Al-Assad “enemigo de la humanidad”. Sin reírse, le atribuyen “el 90% de las violencias de esta guerra empezada en el 2011” y repiten ad nauseam la acusación de ser responsable de otra “masacre química” de la que Seymour M. Hersh nuevamente ha demostrado su carácter grotesco (Leer el artículo La línea roja de Trump). 

Bruno Guigue

"Resulta muy ilustrativo que estas marionetas del imperialismo no lean los artículos de Hersh, el laureado periodista de investigación y Premio Pulitzer, que denunció los crímenes de Estados Unidos en Vietnam y, en cambio, se nutran con los comunicados de la Casa Blanca que les sirven de alimento intelectual. Al igual que sus maestros, creen que existen buenos y malos, y que hay que castigar a los segundos arrojándoles bombas. Dicen hablar en nombre del pueblo sirio, al que no han visto jamás y que ni siquiera conocen. Insignificantes desechos universitarios que creen ser estrellas cuando no son más que plumillas de tres al cuarto al servicio de los «think tanks» del otro lado del Atlantico, defensores supuestos de una causa palestina que, sobre todo, les sirve para llenarse los bolsillos (o para que se les llene la cuenta bancaria), oponentes «off-shore» al Gobierno de Damasco, «charlatanes de la revolución siria» remunerados en dólares para dormir en los lujosos hoteles de Doha. Como viejas momias alineadas a lo largo de los caminos, seguirán jalonando el trayecto que conduzca a la nación siria hacia esa victoria que está consiguiendo y por la que viene pagando tan alto precio”.

Antes de poner el punto final a esta entrada, creo interesante decir que el artículo “La línea roja de Trump” a que hace referencia Giguet es el último artículo de investigación de Seymour M. Hersh, el más acreditado periodista de investigación de su generación desde su descubrimiento de la masacre de May Lai perpetrada en Vietnam por las tropas norteamericanas en 1968 y, posteriormente, de las torturas y vejaciones cometidas con los prisioneros iraquís en la prisión de Abu Ghraib. A pesar de sus inigualables credenciales, la prensa occidental se ha negado a publicar el citado artículo “La línea roja de Trump”, en el que prueba la falsedad de los ataques con gas sarín supuestamente realizados el día 4 de abril por las Fuerzas Armadas sirias en la población de Khan Sheikhun, en la provincia de Idlib. Ataque que, según los informes divulgados por los medios occidentales, habría dejado más de 80 víctimas mortales y 200 heridos, incluyendo niños entre los heridos o fallecidos y que fue utilizado por Donald Trump como pretexto para que el día 7 del pasado mes de abril ordenase el ataque con 59 misiles-crucero Tomahawk lanzados desde dos destructores de la Marina de Guerra contra la base aérea siria de Ash Shairat.

Seymour M. Hersh

En un artículo que acompaña la denuncia de Seymour Hersh sobre la falsedad del referido ataque con armas químicas, el diario alemán Welt am Sonntag (9) informa que Hersh no pudo lograr que su informe se publicara en ninguna publicación estadounidense y ni siquiera en la London Review of Books, que había publicado sus dos célebres artículos anteriores sobre el falso ataque con gas sarín del 21 de agosto de 2013 en Ghouta, del fue acusado el Gobierno de Bashar al-Assad. La Review finalmente lo rechazó, después de haber financiado el trabajo de Hersh y la investigación de la evidencia, “como le dijeron a Hersh, debido a su inquietud de que la revista podría verse sujeta a críticas de que pareciera estar tomando partido por los gobiernos sirio y ruso en lo que se refiere a los ataques del 4 de abril en Khan Sheikhoun”.

Ray Mcgovern, ex-analista de la CIA, en el artículo publicado en Consortium News sobre el informe de Hersh, escribe que lo más probable es que el relato del insigne periodista sea rechazado por todos los medios de comunicación occidentales, simplemente porque coincide con la versión de Moscú sobre lo que sucedió y es por lo tanto, ipso facto, “errado”. “Pero los rusos (y los sirios) saben lo que sucedió y si realmente no hubo bombas con gas sarín, ellos conocen el uso temerario hecho por Trump de los Tomahawks y los intentos para encubrir al Presidente. La falta de cobertura en los “medios tradicionales” del artículo de Hersh, dice Mcgovern, “es un indicio de la naturaleza conformista de los medios occidentales de hoy, en donde un análisis alternativo que ponga en tela de juicio la sabiduría convencional —incluso cuando provenga de un periodista tan prestigiado como Sy Hersh— enfrenta tanta dificultad para encontrar un lugar donde se publique”. En cualquier caso, el lector interesado puede acceder al texto original en ingles del artículo de Hersh pinchando aquí: "Trump´s Red Line".




NOTAS

(1) Ataques en París revelan extraña estrategia del Estado Islámico y estrategia de tensión de la OTAN en Europa. 15.11.2015
Joe Quinn es autor de varios libros sobre temas de actualidad, anfitrión de The Sott Report Videos y coanfitrión del programa de radio 'Behind the Headlines' en el Sott Talk Radio Network.

(2) Francia bombardea al EI en territorio sirio haciendo gala de la típica prepotencia occidental. 16 nov 2015

Robert Fisk, corresponsal del diario The Independet con base en Beirut, ha vivido en Oriente Próximo casi tres décadas y es uno de los mayores expertos en los conflictos de la zona. Considerado unos de los mayores reporteros internacionales de la actualidad, esa autor de numerosos libros sobre el tema y ha sido galardonado con numerosos premios periodísticos. Su monumental obra “La gran guerra por la civilización. La conquista del Oriente Próximo” está considerada como una obra de consulta indispensable. Existe una edición publicada en español por la Editorial Crítica, Barcelona, 2015.

(3) Charlie Hebdo: Je dis merde...! 12 de enero de 2015

(4) Serge Quadruppani: La politique de la peur, Ed. Seuil, París, 2011, p. 24.

(5) Javier Lesaca: “El ISIS es el grupo yihadista menos islamista de la historia”, El País, 30 de junio de 2017

(6) Bruno Guigue: “Lettre ouverte à François Hollande, le Frankenstein de la République”, 15 de julio de 2016

(7) El autor se refiere al atentado con coche-bomba cometido en Damasco el pasado domingo, día 2 de julio, con el resultado de ocho muertos y doce heridos.

(8) La lettre ridicule d’un collectif pro-terroriste au président Macron
Par Bruno Guigue. 3 juillet 2017

(9) La prensa le huye a Hersh, bajo la presión de la histeria antirrusa. 27 de junio de 2017.
https://es.larouchepac.com/es/20170628-4


©  Copyright José Baena Reigal


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