¿ARDE
CATALUÑA?
Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?
Cicerón, Primera Catilinaria
Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?
Cicerón, Primera Catilinaria
Pese
a quien pese, son los independentistas quienes llevan la iniciativa
en Cataluña desde hace demasiados años, porque los gobiernos de la
Nación, que representan la legalidad del Estado, siempre se han
movido a rastras y a trompicones, forzados por los acontecimientos.
No hay más alternativa a la realidad presente: para contener la
violencia golpista es preciso utilizar la violencia legítima
contemplada y amparada por la Ley. Y lo más apabullante de todo es
que lo sucedido hasta ahora en Cataluña no es más que un simple
prólogo de lo que vendrá a partir del lunes con la celebración de
la Diada y, sobre todo, a partir del 1º de octubre: la calle en
llamas. Nada nuevo en la Historia. Ya lo dejó escrito Curzio
Malaparte en su libro "Técnicas de golpe de Estado", un
clásico que es también un manual para las actuaciones golpistas de
toda laya.
Aún
en el supuesto de que Puigdemont y algunos de sus más destacados
golpistas sean detenidos, ya es demasiado tarde para detener la
violencia callejera que sobrevendrá. Aunque los incendiarios sean
apresados, la hoguera seguirá ardiendo, porque hay mucho combustible
almacenado. Así está previsto que suceda y así ocurrirá. Hasta
puede que un nuevo y oportuno atentado presuntamente islamista, por
supuesto, venga a agravar todavía más la explosiva situación
generada. Si pese a todo, Rajoy es capaz de contener la segunda fase
del golpe iniciado, habrá cumplido con su deber y no habrá que
agradecerle nada, pero si no lo es, pasará a la posteridad como el
mayor felón que ha habido en la Historia de España. No hay
disyuntiva intermedia. Pero ahora estas consideraciones son
zarandajas. Lo más terrible del caso es que, queramos o no, en
Cataluña nos las jugamos todos los españoles. Porque, como en
Hamlet, se trata de ser o no ser. Esta es la cuestión.
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