Ucrania: la reinvención de la OTAN
El autor del texto que he seleccionado para su reproducción en esta entrada es el coronel Pedro Baños y lo he elegido, entre otros posibles, de su libro “Así se domina el mundo. Desvelando las claves del poder mundial”, editado por Ariel en noviembre de 2017. Pedro Baños es coronel del Ejército de Tierra y diplomado de Estado Mayor, actualmente en situación de reserva. Ha sido jefe de Contrainteligencia y Seguridad del Cuerpo de Ejército Europeo en Estrasburgo. Ha participado en misiones en Bosnia y Herzegovina (UNPROFOR, SFOR y EUFOR), y es hoy uno de los mayores especialistas en geopolítica, estrategia, defensa, seguridad, terrorismo, inteligencia y relaciones internacionales.
El autor, partiendo de lo que él llama los “principios geopolíticos inmutables” nos hace un recorridos por las distintas geoestrategias, muchas de ellas recurrentes, en política internacional con el objetivo de saber como los diferentes países influyen, dominan y controlan territorios, poblaciones y mercados. La lectura de su libro permite el acceso a una visión muy certera en lo que a política internacional se refiere, ayuda a comprender cómo los ciudadanos somos objeto de un adiestramiento informativo en base a determinados intereses económicos y cómo la mentira de pretender instaurar el sistema de democracia occidental en todos los países ha creado un desorden intencionado de dimensiones descomunales con el fin primordial de mantener la hegemonía mundial norteamericana frente a la emergente China y a la Rusia de Vladimir Putin.
Como cualquiera puede comprobar en mi blog “El Saco del Ogro”, durante varios años he venido dedicado muchas horas a la apasionante tarea desentrañar las claves del conflicto para intentar que la verdadera historia del holocausto sirio fueran conocidas, ya que los medios de comunicación españoles se han limitados a ser portavoces mediáticos de las mentiras puestas en circulación por la CIA y el Departamento de Estado norteamericano. Los analistas coinciden en señalar que el primer acto del horror sirio tuvo lugar a escasos cinco meses de mi regreso de Damasco en octubre de 2010: fueron las revueltas de los días 17 y 18 de marzo que tuvieron lugar en la ciudad de Daraa, cerca de la frontera con Jordania. Cuando publiqué mi primer artículo sobre este asunto, “SIRIA: LA VERDAD, TODA LA VERDAD Y NADA MÁS QUE LA VERDAD”, el 1º de septiembre de 2012, no conocía siquiera la existencia de Pedro Baños. Pasaron algunos años hasta que descubrí la rareza de que un militar español coincidiera con la mayor parte de mis conclusiones acerca del conflicto sirio, radicalmente distintas a la vergonzante manipulación que nuestros medios de comunicación venían publicando, salvo muy raras excepciones. De entonces acá, el coronel Pedro Baños ha publicado varios libros, ha dado centenares de conferencias por todo el mundo y sus comparecencias en los programas televisivos lo han convertido en un personaje famoso, cuya mayor cualidad, según mi parecer, es que sigue manteniendo su insobornable rigor crítico a la hora de juzgar los terrible sucesos que constituyen nuestra realidad contemporánea, entre los que la más rigurosa actualidad viene marcada por la crisis de Ucrania, a la que se refirió el pasado jueves día 20 de enero en su comparecencia televisiva en TV4 y a la que me referiré más adelante. Dicho lo que antecede, transcribo sin más dilaciones los párrafos que el coronel Baños incluye en el aparatado “La OTAN se reinventa”. Escribe Baños:
"Desde que el Pacto de Varsovia, su razón de ser, desapareció en 1991, la Alianza Atlántica ha buscado reinventarse para seguir justificando su existencia. Poco a poco ha ampliado su campo de operaciones, saliéndose incluso del marco físico establecido en el tratado de creación —artículo t6 del Tratado de Washington de 1949— y llegando a considerar que tenía potestad para actuar en cualquier parte del mundo. Así, tras los Balcanes —Bosnia, Kosovo y Serbia—, llegaron a Afganistán y Libia. Pero, sobre todo, volvió a encontrar un gran enemigo con el que argumentar despliegues y gastos humanos y materiales. Rusia, a la que ha cercado paulatinamente mediante el ingreso en su seno de los países ex-soviéticos. La actual enemistad de los países occidentales ―representados militarmente por la OTAN― con Moscú ha estado propiciada por Washington, en el doble afán de, por un lado, contener a los rusos en cuanto que potencia emergente rival y, por otro lado, de crear un enemigo a aliados y amigos ―los países europeos― con la finalidad de que estos se le subordinen, le pidan protección y de paso le compren armas. Al margen de que el Kremlin tenga sus propias aspiraciones geopolíticas, como cualquier otra nación con sus mismas características, la gran geoestrategia de Estados Unidos al crear el enemigo ruso para el resto de los países europeos consiste en impedir, cueste lo que cueste, la amalgama de Rusia y Europa, porque como dice George Friedman, tal coalición daría lugar a una potencia a la que a duras penas podría contener.
"La unión ruso-europea supondría el surgimiento de una superpotencia con todo tipo de capacidades (tecnología, recursos naturales, energía, población, mercado, cultura, medios militares y nucleares, etc.), que sería una auténtica amenaza existencial para el gobierno estadounidense. Siguiendo el razonamiento, esta podría ser la verdadera razón para la que la Casa Blanca utilizara el asunto de Ucrania para provocar el enfrentamiento entre los europeos y los que deberían ser sus hermanos rusos, por nexos históricos y culturales, amén de cercanía física e intereses comunes. Washington consiguió convencer de la maldad de los rusos a los líderes políticos europeos ―que a su vez han hecho campaña para inclinar a la opinión pública a favor de sus decisiones antirrusas, los cuales, sea por ingenuidad o por haberse rendido a la causa americana, han caído en la trampa hábilmente tendida, con consecuencias aún imprevisibles. La creciente tensión, con muestras mutuas de músculo militar en contextos físicos muy próximos, puede terminar en degenerar en un incidente que encienda la chispa de la guerra abierta, cuyo escenario de combate sería el suelo europeo, con resultados catastróficos para una Europa que ya no volvería en años al puesto de influencia internacional que le corresponde”.
“La actual enemistad de los países occidentales ―representados militarmente por la OTAN― con Moscú ha estado propiciada por Washington, en el doble afán de, por un lado, contener a los rusos en cuanto que potencia emergente rival y, por otro lado, de crear un enemigo a aliados y amigos ―los países europeos― con la finalidad de que estos se le subordinen, le pidan protección y de paso le compren armas. Al margen de que el Kremlin tenga sus propias aspiraciones geopolíticas, como cualquier otra nación con sus mismas características, la gran geoestrategia de Estados Unidos al crear el enemigo ruso para el resto de los países europeos consiste en impedir, cueste lo que cueste, la amalgama de Rusia y Europa, porque como dice George Friedman, tal coalición daría lugar a una potencia a la que a duras penas podría contener.
Pedro Baños, Así se domina el mundo. Desvelando las claves del poder mundial. Ed. Ariel, Barcelona, 2017, págs. 235 a 238.
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