sábado, 24 de marzo de 2012


Andalucía o el silencio de los corderos

Conforme han ido pasando los años y las décadas desde la muerte de Franco, la realidad andaluza, social, política y económica, ha ido derivando hacia un totalitarismo feroz en el que los aparatos de poder del partido socialista y su tela de araña clientelar ocupan todo el espacio visible, descalificada cualquier oposición democrática con una sarta de adjetivaciones muy parecida al discurso oficial empleado por la dictadura castrista con los disidentes cubanos y de los que la televisión del Régimen, mendaz hasta la náusea, ha procurado incrustar en las cabezas de los andaluces (y andaluzas, por utilizar la jerga del sexismo hembrista triunfante) hasta convertir al desgraciado solar andaluz en un desquiciado Patio de Monipodio en el que disentir lleva aparejado un ostracismo que, para los que lo padecen, viene a ser como vivir emparedados, reducidos a la condición de zombies por obra y gracia de una trama que, como hierba venenosa, retoña en todas partes.



Los apaños antidemocráticos, corruptelas, mordidas, abusos de poder, falta de controles en la gestión, filibusterismo intelectual y demás secuelas del pensamiento único que han asolado la nación española, encuentran aquí su expresión más exacerbada y hasta surrealista. Basta asomarse media hora a la programación de Canal Sur para darse cuenta de hasta que punto la realidad ha sido sustiuida por un universo paralelo hecho a imágen y semejanza del proyectado por el No-Do del régimen franquista, tan vivo en sus permanentes y denostadas referencias como si el Caudillo hubiera muerto anteayer mismo.

Los desafueros del zapaterismo, el hundimiento económico y la crisis subsiguiente han sido solapados con cuenta chistes de baja estofa, niñas cantantes a lo Pantoja, ancianitos felices sin otros intereses vitales que volver a enamorarse a los ochenta años en los pograms de Juan Imedio, todo eso envuelto en un patrioterismo de fortaleza asediada por esa derecha extrema de terratenientes, curas y señoritos más propios de una comedia de los hermanos Álvarez Quintetro que del tercer milenio o de esa “Andalucía imparable” pregonada urbi et orbi por la propaganda oficialista, venga o no a cuento.

Sin haber leído a Ortega, es sabido que el ignorante desprecia todo lo que desconoce, muchos andaluces han aceptado la jarana promovida desde la Junta y se ofrecen a sí mismos como espectáculo para el safari antropológico de turistas y visitantes, de tal manera que no hay programa de televisión, sea de lo que fuere, que no cuente con su dosis de casticismo meridional (la “grasia” típica esa) expresada por el chistoso, la flamenca o la choni rociera, elevados los estereotipos a señas de identidad gracias al aplauso institucional. El andalucismo de pandereta que aborrecimos los que vivimos la Transición es hoy el único incono cultural ofrecido por los próceres del Régimen, cada vez más montaraces (ellos y ellas) e impermeables al curso de una Historia que han pugnado por detener y reinventar tanto en sus aciertos como en sus fracasos. El reciente espectáculo ofrecido en Canal Sur por los lolailos subvencionados, mal leyendo los solemnes párrafos de la Constición gaditana, no hubiera desmerecido en una película de los Monty Piton.



Después de vivir tantos años soportando este desolador panorama, soy incapaz de creer que el soez espectáculo andaluz acabe con las votaciones de mañana. Vértigo siento ante la orgía de sectarismo revanchista que nos espera si Griñan y sus mariachis lograran perpetuarse en el poder. Como muestra, ahí están las encanalladas palabras de Felipe González, cada día más histriónico, prepotente, rencoroso y rebosante de veneno, previniendo el descalabro de Griñán, al que, dándolo por hecho de antemano, compara a su propia caída del poder, que achaca a las maniobras de la “caverna mediática” encarnada por “El Inmundo y el Abc monárquico de toda la vida”, la misma prensa que ha sacado de las cloacas a la luz pública las pestilencias de la Junta. Su discurso muestra bien a las claras lo que piensa acerca de la libertad de información y, como otras muchas palabras suyas, son dignas de figurar en las páginas de la Historia Universal de la Infamia. Y es que, para el PSOE andaluz, todos los escándalos que le afectan son producto de una conspiración del PP, en el que colaboran algunos jueces, la Conferencia Episcopal y la ínfima parte de la prensa que no soslaya sus desafueros. El enquistamiento en el poder durante treinta años del POSE de Andalucía lo ha desarmado de una estructura de valores capaz de garantizar que el poder político esté al servicio de los ciudadanos y no al revés, sin darse cuenta de que cuanto más se enroca, más nos acerca al precipicio. Resulta patético que los mensajes elegidos por los socialistas andaluces para su campaña electoral (“Con Griñán hay otro camino para salir de la crisis” o “Elije el camino hacia tus derechos”, con falta de ortografía incluida) apelen a la milagrería de los creyentes en vez de a la racionalidad que debe presidir nuestra inapelable condición de seres pensantes, sin querer ver que los menores de treinta años no han conocido otra cosa en sus vidas que el Régimen corrupto que dispone y manda en Andalucía como si se tratara de su coto particular. 

 
En consecuencia, harto de estar harto y por la cuenta que me trae, mañana iré a votar y apostaré por mandar la chusma que nos desgobierna a donde yo me sé. Y si entre todos no conseguimos echarla, me iré a vivir cuatro años fuera de Andalucía. Aunque tampoco descarto, las cosas como son, tenerme que ir a pesar de o como consecuencia de que gane por mayoría absoluta Javier Arenas. Cosas veredes, Sancho.

2 comentarios:

  1. Es difícil acertar en tan poco con tanto, un saludo y adelante D.Pepe.

    A superbia initium sumpsit omnis perditio

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario. He entrado en tu blog y su contenido me ha parecido sumamente interesante, aunque no puedo identificarte entre mis conocidos. El cualquier caso, recibe un saludo muy cordial.

      Eliminar