Otra
vez en mi tierra, en mi mar, en mi playa...
“Por
eso hoy, mar
con el polvo de la tierra en mis hombros
impregnado
todavía del efímero deseo apagado del hombre
heme aquí, luz
eterna
vasto mar sin cansancio, rosa del mundo ardiente.
Heme aquí
frente a ti, mar, todavía...”
Vicente Aleixandre
Llegué
hace cuatro días de mi peregrinación por el País del Arte y el
tiempo ha transcurrido perezoso e inasible porque me he sentido bastante desnortado. Las muchas jornadas en las que me he levantado ya programado y, como quien dice, con el piloto automático conectado para
recorrer las rutas e itinerarios previstos, han motivado que cuando me he visto de sopetón con las horas abiertas de par en par sintiera
una desazón difícil de explicar. Pero ha bastado que hoy decidiera
darme un largo chapuzón en mi mar de todos los días del año para
sentirme nuevamente en mi ser, en mi tierra, en mi playa...
La
proximidad de las cosas y su disfrute hace que algunas veces las veamos
desenfocadas o injustamente valoradas, pero a mí me han bastado cuatro días para reconocer
el paraíso en el que tengo la fortuna de vivir y que no cambiaría
por ningún otro lugar en este mundo. Ni siquiera de mi querida
Italia. Y es que no creo que exista en parte alguna otro enclave más
apto para el disfrute de la vida que este pedazo privilegiado de costa que va desde
Torremolinos hasta Marbella o Estepona y que representa el corazón mismo de la Costa del Sol.
Ha bastado la caricia en la
piel mojada de un sol atenuado por la brisa marina y el leve chapaleo de
unas olas más lacustres que marinas para sentir en cada poro de mi
cuerpo que el mar otoñal es el más dulce y acorde con la largueza
de los años vividos. Y también, todo hay que decirlo, constatar una
vez más que la relación calidad/precio en esta franja costera es
absolutamente única, acostumbrado, tal como he llegado, a los
exorbitantes precios de la hostelería y de la restauración italianas.
Para que me crean mi familia y mis amigos de Roma, ya que para
muestra con un botón basta, dejo el testimonio fotográfico de mi
almuerzo de hoy en una hermosa terraza de Torremolinos, junto al
paseo Marítimo de La Carihuela: de entrada, aceitunas aliñadas de
la tierra acompañadas de un tajada de pescada recién frita
(obsequio de la casa), ensalada con atún y aguacate (ahora es su tiempo), wok de verduras con pollo y arroz, mollete recién horneado,
botellín de cerveza y, como postre, un café expreso tan excelente
como los italianos, ¡y todo por 9 euros! ¿Que no lo creen? Vengan y
compruébenlo...
De
lo demás prefiero no hablar. Ya pueden figurarse a qué cosas me
refiero. Ahora me siento absolutamente incapaz de comprender que un país
entero, un gran país como lo es España, pueda vivir tanto tiempo
pendiente de los delirios psicóticos de un enajenado mental, como es el
que preside la Generalidad, y de su siniestra pandilla, sin otras
pretensiones que las de enfrentar a los españoles y conducir a Cataluña a un desastre si no aparece quien lo impida a tiempo. No soporto más a Mas, ni a la repetición de su puñetero nombre en cada boletín de noticias, en cada debate político, en cada telediario. Tampoco a Rajoy. Malditos sean el
uno y el otro. El primero por lo que hace y el segundo por lo que no
hace y debiera hacer.
De
mis vivencias italianas ya hablaré en las próximas entradas de este Blog. Necesito un poco de
tiempo para gozar del dolce far niente...
Un
saludo muy cordial a todos mis amigos de aquí y de allá.
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