sábado, 1 de septiembre de 2012


SIRIA: LA VERDAD, TODA LA VERDAD Y NADA MÁS QUE LA VERDAD

Cuando visité Siria, hace menos de dos años, no observé ningún síntoma avisador de la horrorosa espiral de destrucción, sangre y muerte que empezaría a arrasar el país a escasos meses de mi viaje. El periplo sirio abarcó casi toda la geografía nacional, y a pesar de que pude constatar que la sociedad siria compartía algunos de los problemas que son comunes a todos los países del Oriente Próximo y del Magreb, desde que aterricé en el aeropuerto de Damasco me encontré con una realidad que superaba mis mejores expectativas: la de una nación razonablemente bien organizada, cuyos habitantes apreciaban sobre todas las cosas una convivencia en paz que duraba décadas, manifestada exteriormente por signos evidentes de desarrollo económico y prosperidad visibles en todas las ciudades, grandes y pequeñas, que tuve ocasión de visitar, desde Damasco a Alepo, de Hama a Bosra, pasando por Maalula, Latakia o Tartús.


Mezquita Omeya de Damasco

Damasco. Thawara Street

Damasco y el Monte Casiun

Vista de Alepo desde la Ciudadela

Bañistas musulmanas fundamentalistas  
en la playa de Latakia

Maalula. Monasterio de Santa Tecla
 
Amanecer en Maalula

Monasterio de Santa Tecla

Iconostasio del Monasterio de Santa Tecla

También pude comprobar que las diversas corrientes del islam existentes en Siria convivían sin enfrentarse y que, caso único entre los países islámicos, las minorías no musulmanas asentadas desde hace siglos en territorio sirio no solamente gozaban de los mismos derechos y libertades que son habituales en cualquier país occidental, sino que contaban con la efectiva protección del gobierno de Damasco para realizar sus cultos y funciones asistenciales propias con una normalidad arraigada en la secular tradición de convivencia religiosa que ha caracterizado al pueblo sirio a lo largo de su historia y que no fue interrumpida cuando la nación alcanzó su independencia de Francia, culminada el día 24 de octubre de 1945 con la admisión de Siria como miembro fundador de las Naciones Unidas, en pie de igualdad con el país ocupante, cuyas tropas fueron totalmente evacuadas en la primavera del año siguiente.




Escudo y bandera de Siria

Mi interés hacia Siria, aunque vinculado a la pasión que he sentido por conocer todos los países ribereños del Mediterráneo sobre los que Roma ejerció su influencia civilizadora ━y cuya visión he tenido la oportunidad de ensanchar con mis recientes viajes a Israel━, reviste características especiales desde que escribí la novela “El fuego de San Telmo”, en la que uno de sus principales protagonistas es un sirio afincado en Marbella, Rifad Al-Midani, personaje para cuya construcción tuve que documentarme de manera concienzuda a fin de que sus coordenadas reflejaran una historia personal y familiar creíble, en consonancia con su país de origen. Desde esta perspectiva, y sin falsa humildad, puedo confesar que me siento satisfecho con el resultado obtenido, refrendado por los especialistas del Oriente Medio que conozco, así como por la crítica que ha tenido a bien ocuparse de mi libro. Sobre la historia siria volví unos años más tarde, cuando escribí mi novela “El octavo pilar. Historia secreta de Lawrence de Arabia”, obligado a realizar una nueva investigación , ya que este fascinante y poliédrico personaje incidió de manera decisiva en la conformación de Siria como Estado independiente con la desmembración del Imperio Otomano, librando una verdadera batalla para que al final de la I Guerra Mundial fuese mantenida la integridad territorial de la nación y, sobre todo, que no pasara a manos francesas, como estaba pactado secretamente entre Gran Bretaña y Francia según los acuerdos Sykes-Picot de 1916, cosa que no consiguió.




De manera sintética puedo decir que, desde antes de viajar por las tierras sirias, mi opinión sobre su sistema político era muy parecida a la expresada por el veterano corresponsal Robert Fisk, quien definió al régimen sirio con solo cuatro palabras: "Ordenado, mesurado, implacablemente inflexible". También sabía que tras la fachada de su su sistema político, declaradamente laico, se agazapaban fuertes tensiones religiosas que en décadas anteriores condujeron al país a terribles enfrentamientos internos, con el resultado de millares de civiles muertos, el reforzamiento del papel del Ejército como eje vertebrador de la nación, al igual que sucede en Turquía o Egipto, y con la instalación al frente de las principales instituciones nacionales de la minoría alauita representada por el partido Baaz y su máximo dirigente, el presidente Hafez Al-Assad, a cuya muerte, acaecida en el año 2000, sucedió su segundo hijo, Bashar Al-Assad, oftalmólogo educado en Inglaterra, ya que Basil, el primogénito, falleció prematuramente en 1994 a causa de un accidente de tráfico.

Hafez Al-Assad
Diputados sirios lloran la 
muerte de Hafez Al-Assad 

Los antecedentes históricos de estos acontecimientos hay que buscarlos en el hecho crucial de que tras la I Guerra Mundial, cuando desapareció el Imperio Otomano y el territorio sirio de la época (que incluía Líbano) quedó bajo control francés, la administración colonial encontró apoyo y colaboración en la comunidad alauita (el mayor de los grupos minoritarios musulmanes con un 13 % de la población siria), que consideraba la presencia francesa como un mal menor en comparación con la merma de libertades que les supondría el temido gobierno de la mayoría sunita, entroncada ya por aquel entones con el fundamentalismo islamista representado por los Hermanos Musulmanes, una organización fundada en 1928 por Hassan Al-Banna en Egipto, después del colapso del Imperio Otomano y para la que los alauitas eran herejes declarados, una categoría todavía peor que la de los denostados “infieles”. En un documento escrito en 1943, poco antes del final del mandato francés en Siria, un notable representante de esta influyente minoría pidió a las autoridades francesas que alinearan las áreas alauitas con Líbano, no con el territorio que constituiría la nación siria: “Los alauitas rehúsan ser anexados a la Siria musulmana porque, en Siria, la religión oficial del estado será el Islam y, según el Islam, los alauitas son considerados infieles… El espíritu de odio y fanatismo empotrado en los corazones de los musulmanes árabes contra todo lo que no sea musulmán ha sido perpetuamente alimentado por la religión islámica. No hay ninguna esperanza de que esa situación vaya a cambiar. Por consiguiente, la abolición del mandato expondrá a las minorías en Siria a los peligros de la muerte y la aniquilación”.

El autor de esta carta fue Suleiman Al-Assad, cabeza de una de las más poderosas familias alauitas, cuyas certeras observaciones siguen teniendo vigencia para su nieto Bashar, el actual presidente de Siria. La transformación de los alauitas en la élite más poderosa de Siria, detentadora de los poderes civil y militar, así como del control de los principales resortes administrativos, políticos y económicos, marcó el futuro de Siria y es un hecho que no cabe desconocer si queremos entender los trágicos sucesos a los que asistimos hoy entre la repulsa, la incomprensión y la indiferencia de casi todo el mundo.

Desde luego, no creo que haga falta ser un experto en la Historia Contemporánea para saber que los miedos de Suleiman Al-Assad no eran imaginarios, sino que, por desgracia, se vieron refrendados por la violencia que ha jalonado desde entonces la vida cotidiana de los sirios y que encontró su más trágica manifestación en la insurrección sunita que ensangrentó Siria en la década de los ochenta, cuya ferocidad vuelve a repetirse con mayor saña en nuestros días, cuando el régimen sirio ha sido señalado como el próximo enemigo a abatir por los guerrilleros yihadistas armados por Washington, como la CIA no ha tenido empacho en reconocer, protegidos por Turquía y especialmente financiados por las monarquías feudales de Arabia Saudita y Qatar, verdaderos protectorados estadounidenses, cuya política en el manejo de los asuntos árabes es tan subsidiaria de sus intereses como catastrófica para el mantenimiento de la paz en Oriente Medio. 



Es fácilmente comprobable que la estabilidad global no sólo no ha mejorado, sino que empeora cada día desde las intervenciones militares en Iraq y Afganistán, una de cuyas consecuencias directas es la potenciación e internacionalización del yihadismo islamista sunita, que utilizando el terrorismo como arma y la agitación popular, dirigida, financiada y canalizada desde el exterior, está acaparando el control efectivo de la mayor parte de los países musulmanes. Como ya denuncié en mi novela “El fuego de San Telmo”, publicada poco antes de que los atentados de Nueva York y Washington conmovieran al mundo, “resulta paradójico que a finales del actual milenio estemos regresando al mismo espíritu de combate irreductible que provocó en sus albores el gran enfrentamiento entre Oriente y Occidente que encontró su brutal concreción en las Cruzadas. Pero esta vez, con armas nucleares de por medio. No lo olvidemos”.




Explosión de las Torres Gemelas

Hace más de una década que escribí estas líneas, pero observo alarmado que la confrontación se agudiza conforme pasa el tiempo y que la ceguera política y estratégica de los países occidentales, liderados por Estados Unidos, adquiere tintes tan peligrosos como dramáticos en esa alocada carrera en la que al pueblo sirio le ha tocado el papel de víctima propiciatoria para mayor gloria de Alá, en su versión sunita. La vía para derrocar al régimen laico del presidente Al-Assad es la ensayada con éxito en Libia, sembrar todo el caos que sea posible, atribuirle las barbaries cometidas al Ejército sirio y provocar una intervención militar a la que dan aliento los medios de comunicación occidentales para crear en tiempo récord una opinión pública favorable a la “intervención humanitaria”siguiendo las mismas pautas estratégicas concebidas en el siglo XIX por Carl von Clausewitz en su tratado "De la guerra", todo un clásico, quien escribió: "Al hablar de destrucción de fuerzas enemigas hemos de observar que nada nos obliga a limitar este concepto solamente a las fuerzas físicas, sino que por el contrario, necesariamente han de comprenderse en ellas las morales". Declaración que ha sido puntualmente repetida hace poco por el general Abnoush, un alto mando de los llamados "rebeldes sirios", a una agencia de prensa local citada por The Wall Street Journal. Vean: "Al día de hoy estamos involucrados en el combate con todos los aspectos de la guerra, no solo militar, sino también culturalmente". Está todo tan claro que dan ganas de gritar. 


Carl Von Clausewitz

Parece evidente que el planificado incremento de la tensión en la escena siria no debería engañar a ninguna persona informada, porque sigue el procedimiento que es habitual en estos casos: dirigir las manifestaciones pacíficas para convertirlas en acciones violentas y a éstas en guerra civil para que los disidentes sean la carne de cañón que buscan las agencias de noticias vinculadas a los intereses del poder político-económico occidental, procurando que haya todos los muertos posibles para que desde la prensa y las televisiones se clame contra la barbarie del régimen sirio y su presidente. Si la tensión se calienta con unos cuantos atentados sangrientos que aumenten la represión y,  al mismo tiempo, se controla la información de las agencias encargadas de difundirla, la opinión pública creerá mayoritariamente que las acciones terroristas hayan sido realizadas por las fuerzas opositoras, sino que son obra de un gobierno criminalizado gracias a la propaganda servida y consumida por las masas como si de información verdadera se tratase. De este modo, cuando la situación esté suficientemente deteriorada, es decir, cuando haya sido sacrificada suficiente gente, la “intervención humanitaria” aparecerá como único recurso para “normalizar” una desestabilización extrema tan concienzudamente como criminalmente organizada.


Milicianos yihadistas en Alepo

No me cabe la menor duda de que la información que nos están facilitando nuestros medios –televisión, prensa y radio- es intoxicación pura y dura. Su objetivo: que aplaudamos cuando, por fin, el gigante benévolo aplaste al miserable dictador, lleve "su" democracia a Siria y libere al pueblo de su yugo. Como en Afganistán, como en Iraq, como en Libia. Solo que ahora no hay manifestaciones de aquellos que acosaron al presidente Aznar bajo la consigna del “No a la guerra”. El morbo televisivo pedirá que sirvan la invasión y el asalto a Damasco con un buen espectáculo de luz y sonido a base de bombardeos trasmitidos en directo, como ocurrió cuando la toma de Bagdad. Para animar la escena ya están las manifestaciones “espontáneas” ante las embajadas sirias dispersas por el mundo y, sobre todo, las organizadas en los los países del Golfo, que giran en la órbita norteamericana, ya que sacar a los propios musulmanes clamando contra Al-Assad y el apoyo que le brinda Rusia ayuda mucho a fabricar la tramoya y que cuelen las mentiras como verdades indiscutibles en la opinión pública occidental.

Hace unos días quedé estupefacto cuando vi en la prensa la foto que incluyo a continuación de las manifestaciones habidas en Kuwait ante la embajada rusa como protesta por el apoyo del gobierno de Moscú al presidente Al-Assad:



Ante la imagen cabe preguntarse: ¿Por qué motivo no aparece ilustrada la noticia con un plano general que muestre al mundo la multitud de indignados kuwaitíes? Por lo grotesco, llama la atención la pulcritud de los medios utilizados para fabricar la superchería: el cartel, ¡nada menos que en ruso!, está perfectamente impreso en material rígido y el mensaje se dirige al presidente Medvedev y al pueblo ruso. ¿Cómo no advirtieron que la escena habría quedado mucho más creíble con una pancarta fabricada a lo basto y el mensaje escrito con spray o rotulador vulgar en una sábana? Pero claro, si la pancarta fuera demasiado grande habría exigido abrir el plano fotográfico y entonces se vería que a su alrededor no hay más que cuatro gatos. ¿Y qué decir del retrato de Medvedev-Hitler? Puedo entender que los carteles de Medvedev sean tan comunes en Kuwait como las fotos de su emir, pero… ¡un cartel de Medvedev impreso a todo color en papel couché (¡ese brillo delator!) con bigote hitleriano incluido y la bandera nazi perfectamente impresa! ¡Vamos hombre! ¡A otro perro con ese hueso! Que a estas alturas ya sabemos todos que fue la hija del embajador de Kuwait en Washington quien inventó y fabricó, con fotos trucadas, la noticia, difundida por los medios informativos de todo el mundo, de los desmanes ocasionados por los soldados de Sadan Hussein en las incubadoras de un hospital materno de Kuwait City para justificar la intervención liberadora de EE.UU y sus generosos aliados.

Otra manipulación semejante fue urdida en 1962, cuando el Estado Mayor Conjunto y el Pentágono desarrollaron un plan de acción desestabilizadora contra Cuba que denominaron: "Justificación de la intervención militar estadounidense en Cuba" u operación "Northwoods". Consistía, básicamente, en asesinar a ciudadanos de EE.UU, preferentemente de origen cubano, y provocar con ello una "valiosa oleada de indignación en la prensa estadounidense" que justificara la declaración de guerra a Cuba. Su realización fue rechazada por el presidente Kennedy, pero esa misma estrategia viene siendo utilizada desde el atentado a las Torres Gemelas para justificar las guerras de Afganistán, Irak y Libia, aunque sus antecedentes se remontan a 1898, cuando dispusieron la voladura del acorazado Maine en el puerto de La Habana para justificar la guerra hispano-norteamericana y la posterior anexión por Washington de los restos del imperio colonial español.

En el caso sirio, los "medios informativos" occidentales, con sospechosa unanimidad, señalan a un único culpable del conflicto: el presidente Al-Assad. En la matanza de Houla, una localidad cercana a Homs, acaecida en mayo pasado, la oposición al régimen llegó a presentar hasta tres versiones diferentes, a saber: primeramente denunció que la población civil había sido masacrada por los bombardeos aéreos y todas las cadenas de televisión españolas emitieron imágenes descontextualizadas de aviones en misiones de bombardeo. Cuando los observadores de la ONU llegaron la aldea en misión de inspección, comprobaron que la mortandad se había producido de otra manera: la población civil había sido sacada de sus casas cuando el Ejército gubernamental perdió el control del territorio y, tras un cruento ataque, fue concentrada a la fuerza por el Ejército Sirio Libre en el lugar de la matanza. Rápidamente, los medios cambiaron el guión, responsabilizando de la carnicería al ejercito fiel al Gobierno de Damasco. Cuando los observadores demostraron que semejante atribución resultaba inverosímil, los medios cambiaron por tercera vez la información para afirmar que los autores de la masacre habían sido las milicias “pro-gubernamentales”. Una manipulación repugnante que, sin embargo, perdurará en la memoria de la opinión pública como un acto criminal del presidente Al-Assad.

Víctimas de la matanza de Houla


Días más tarde de que estas noticias fueran divulgadas, el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung, nada afín al gobierno sirio, en su edición del 8 de junio del 2012 señaló inequívocamente al Ejército Sirio Libre y a las fuerzas coordinadas por la OTAN como autores de la matanza. De forma paralela, la investigación del afamado periodista ruso Marat Musin recogió testimonios directos de los supervivientes, que señalaban a los rebeldes contra el régimen de Al-Assad como responsables de la barbarie. Las declaraciones de los testigos son escalofriantes: la primera familia masacrada, compuesta por casi treinta personas, era culpable de que uno de sus miembros fuera recientemente elegido parlamentario por el partido del gobierno. Otra familia fue acribillada porque un menor llevaba el brazalete con los colores de la bandera Siria…, y así una inacabable lista de casos comprobados a cual más horripilante. Pero estas minucias no afectan a la memoria colectiva de la gente, que seguirá responsabilizando de estos crímenes al gobierno de Damasco.

Yihadistas sunitas en Alepo se disponen a ejecutar 
a un civil partidario de Bashar Al-Assad 

Al mes siguiente de estos sucesos, y a requerimientos de la Santa Sede, fue elaborado un informe especial que fue enviado al Vaticano por el representante del Papa Benedicto XVI, Monseñor Philippe Tournyol Du Clos, Archimandrita greco-católico para el Oriente Medio, quién visitó durante varias semanas las regiones sirias azotadas por la guerra. Su informe, con el conjunto de las entrevistas a supervivientes y ciudadanos de todas las minorías religiosas afectadas, fue elevado al cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado del Vaticano. El informe de monseñor Tournyol Du Clos denunciaba la impostura mediática que suponía convertir en levantamiento popular una intervención mercenaria indudablemente organizada y financiada desde el exterior. También puntualizaba que, si bien la población siria esperaba profundas reformas, no deseaba de forma mayoritaria el derrocamiento de Al-Assad. El documento es de tal claridad que no ha sido recogido por ningún medio de comunicación occidental. Pero, ¿qué puede hacer un Papa que ha sido también frecuente víctima de la manipulación de los medios "informativos" cuando les ha convenido? Poco o nada: si el Vaticano hablase en voz alta, los mismos medios que divulgan las imposturas acusarían a la Iglesia de todo lo malo habido y por haber, sin contar con el incremento de las represalias contra los católicos que se producirían de manera tan "espontánea" como perfectamente sincronizada en la mayor parte de los países musulmanes.




Para  añadir más argumentos a este hecho escandaloso, cabe recordar las declaraciones del portavoz del Secretario General de la ONU para Siria, Martin Nesirky, quién ha declarado que, según los informes publicados por los observadores de la Organización de las Naciones Unidas, la oposición armada siria asesina a los civiles atendidos en los hospitales y que no duda en atrincherarse en los propios hospitales para abrir fuego contra la población y provocar de este modo la intervención militar, para atribuir luego al Ejército leal al gobierno de Damasco las tropelías cometidas, lo cual no quiere decir que las fuerzas gubernamentales no se excedan también castigando a justos por pecadores.

Yihadistas, llamados "rebeldes" en los países europeos 



Para colmo de la hipocresía, la diplomacia occidental aprovechó la oleada de indignación orquestada. Así, antes de poner en marcha ninguna investigación de la masacre de Houla, los gobiernos europeos llamaron a consulta a sus embajadores en Damasco y algunos hasta libraron importantes sumas destinadas a los resistentes con el fin de incrementar el ritmo de la contratación de mercenarios en diversos países musulmanes, incluyendo la de comandos suicidas,  que por importantes sumas de dinero para sus familias se inmolan, llevándose por delante al mayor número de civiles posible (fuentes de la inteligencia israelí calculan que el coste de un suicida es de unos 50.000 $). La matanza de Houla arrastra, pues, el tufo inconfundible de la ya mencionada “Operación Northwoods”.

Después de dejar constancia de todo lo que antecede, cuyas huellas históricas aparecen con nitidez meridiana para todo aquel que se moleste en examinar la historia siria reciente, quiero regresar a mi último viaje por las tierras sirias para ilustrar la realidad que vi y remachar que durante su realización, en noviembre del año 2010, no observé señal alguna de que la situación interna siria fuese más grave o preocupante que la de Egipto o Marruecos en esas mismas fechas, por citar dos países musulmanes de mayoría sunita representativos del entorno mediterráneo y que conozco razonablemente bien. Esto fue así, aunque yo estaba precavido, porque conocía que el profesor Itamar Rabinovich, catedrático de Historia Contemporánea de Oriente Próximo, ex-embajador en Washington y ex-director de la delegación israelí en diversas negociaciones públicas o secretas con el gobierno de Damasco, consideraba a Siria como “un gigantesco barril de pólvora", en consonancia con mi propia visión histórica de que el régimen de Al-Assad estaba asentado sobre un volcán religioso sólo transitoria o aparentemente dormido. También sabía que Siria compartía con todas las demás naciones del Oriente Próximo y del Magreb buena parte de los problemas sociales que conocemos: elevados índices de paro, agravados por la juventud de su población, la voracidad acaparadora de sus clases dirigentes y la corrupción vinculada a un poder político que mediatizaba la administración de una justicia independiente, taras de las que no se libran muchos países desarrollados de Occidente, como es público y notorio.

El caso es que, como vengo diciendo, el panorama de la Siria que pude ver no se correspondía con malos augurios respecto a su inmediato futuro, sino todo lo contrario. A lo largo de mis desplazamientos contemplé numerosas obras públicas y particulares en construcción, carreteras suficientes y bien trazadas, ciudades bulliciosas de tráfico endiablado, calles con apacibles terrazas, cafés y heladerías bien surtidas y zocos en los que la animación era casi permanente, pudiendo destacar la absoluta seguridad que disfruté en todo momento, tanto en Damasco como en el resto de las ciudades sirias, a pesar de que también salí de noche por zonas no demasiado transitadas, ya que los sirios no suelen ser muy trasnochadores.


Despedida a la Sra. Al-Attar, ministra de Cultura y Vice-Presidenta del Gobierno  en una calle del centro de Damasco. Puede verse que iba sin escolta alguna. 
Fue en noviembre de 2010 coincidiendo 
con mi estancia en Damasco 
 
El denso tráfico de Alepo

Zoco de Alepo

Lámpara en el zoco de Alepo

Puesto de zumo de granadas en la Ciudad Vieja de Damasco




Venta callejera en el bullicio de la Ciudad Vieja

Damasco. Pastelería en la Plaza de los Mártires

Descanso frente a la Mezquita Omeya de Damasco 

Paseo nocturno por la Ciudad Vieja de Damasco

No quiero dejar en el tintero que entré en las grandes mezquitas de Damasco (sunitas y chiitas) y de Alepo durante las horas de oración, sin que nadie reparase en mí o pusiera obstáculo alguno a la práctica de mi afición por la fotografía, algo que no sucede en Marruecos, el país musulmán más próximo a España y en cuyas mezquitas, como es sabido, está absolutamente prohibida la entrada a los no musulmanes.

Damasco. Nave central de la Mezquita Omeya

Sermón en la Mezquita Omeya

Echando un sueñecito durante el sermón

Descanso en la Mezquita Omeya de Damasco

Muchos de los mejores momentos que recuerdo de mi periplo sirio estuvieron en las ocasiones que aproveché para moverme solo, como cuando visité por segunda vez la gran Mezquita Omeya de Damasco, en cuyas naves interiores entré como uno más, mezclándome entre la multitud que siempre anda por allí, sin que nadie prestara atención a mi persona. Como pasaba en la Edad Media con nuestras antiguas catedrales, las mezquitas sirias no solo son lugares para los rezos, sino también de encuentro y hasta de relax. El momento de la oración al ocaso del sol o “magrib” me pareció especialmente electrizante, cuando a la llamada emitida desde los altavoces de la Mezquita Omeya se unen los ecos de todas las demás mezquitas de Damasco, mientras las esbeltas arcadas de columnas, los altos minaretes y los impresionantes mosaicos dorados de la fachada principal reverberan en el enlosado de blanco mármol del patio.

Damasco. Patio de la Mezquita Omeya

Confidencias en el patio de la Mezquita Omeya

Escena familiar

Posando con el permiso de la mamá
 
Mujeres vestidas según las estrictas normas del
 sunismo wahabita 

En el patio de la Gran Mezquita Omeya

   Arcadas de la fachada principal 

Mosaicos bizantinos originales del siglo VIII

Detalle de los maravillosos mosaicos

Vista nocturna del Patio de la Gran Mezquita Omeya


Mosaicos del Tesoro

Hall del Cham Palace Hotel de Damasco

  El centro de Damasco desde el Cham Palace Hotel 

Museo Nacional de Damasco

Después de los apacibles momentos vividos en el recinto de la gran mezquita damascena, el viajero se da de bruces con el frenesí vital de las calles adyacentes de la Ciudad Vieja, transitadas por una multitud que se mueve como olas entre el mar de tiendas, puestos y tenderetes que ofrecen a la mirada todo lo que cabe imaginar: ollas, sartenes, cacerolas, teléfonos móviles, relojes, cámaras fotográficas, ropa íntima de hombres y mujeres exhibida en maniquíes surrealistas, joyas, muebles antiguos, alfombras, frutos secos (los pistachos sirios tienen justa fama), exquisitos pasteles, helados y un etcétera tan innumerable como el fascinante escenario que los alberga: el Zoco Hamidie, construido por los turcos a finales del siglo XIX, cubierto con una alta bóveda de hierro fundido que solo deja penetrar la luz exterior a través de diminutas claraboyas, que intentan imitar un firmamento estrellado, interrumpido de pronto para abrirse o rendirse de estupefacción ante las enormes columnas del templo romano de Júpiter Capitolino, a cuyo lado se abre el gran espacio en el que está la puerta denominada Bab Al-Barid y uno de los minaretes angulares, el de Quait Bey, de la Gran Mezquita de los Omeyas.

Damasco. La Bab Al-Barid

Zoco Hamidie y portada del Templo de Júpiter

Terraza en la Ciudad Vieja de Damasco

Anciano en las ruinas de Apamea

Pastor beduino en Apamea


Tenderetes en el Zoco Hamidie

Calle principal del Zoco Hamidie

Partida callejera de backgammon

Como regla general, vi a los sirios tranquilos hasta la parsimonia, laboriosos y amables, aunque más distantes que los marroquíes y, desde luego, sin la soberbia altivez de los egipcios, y a sus calles y plazas mucho más seguras que la mayor parte de las nuestras. También me pareció notable que ningún vendedor cazaturistas me atosigara con su insistencia para que le adquiriese baratijas, como suele ocurrir en los lugares egipcios o marroquíes frecuentados por el turismo. Cuando el viajero ha comprobado por sí mismo estas tranquilizadoras circunstancias, perderse por las calles de la Ciudad Vieja y encaminarse por la Vía Recta para ver la Tumba de Saladino, curiosear por los patios de las antiguas madrasas, descansar en alguna sombreada terraza o rastrear las huellas de San Pablo por las iglesias cristianas del recorrido, supone un espectáculo tan apasionante como el viaje a otro planeta. Frente a la algarabía descrita, siempre cabe encontrar esa tienda perdida en el tiempo donde el viajero encuentra, a precios irrisorios, hermosas reproducciones de láminas antiguas, pergaminos y antigüedades, así como recoletos salones de cafés y restaurantes que se abren a patios interiores de exquisito sabor otomano o armenio, en los que la comida se convierte en una refinada e inesperada aventura, resguardados por las antiguas piedras de espacios tan adecuados a esa conversación en la que sentir en tiempo real la maravillosa experiencia de comprobar cómo nuestras vivencias y videncias, potenciadas por el entorno y una botella de vino tinto libanés del Valle de la Bekaa, son amistosamente compartidas.

Patio en el barrio armenio de Alepo

Restaurante en el barrio armenio

Comedor de un restaurante en el barrio armenio 
de Alepo
Alepo. Catedral Católica de San Francisco de Asís

Hablar de los intrincados zocos de Alepo y de su impresionante Ciudadela, de los increíbles castillos de los cruzados, de las maravillosas ruinas de Apamea, de Bosra, de Sergilla, de Rusafa y, sobre todo, de Palmira, así como de los nuevos y magníficos hoteles en los que el viajero encuentra alojamiento a precios razonables, haría mi relato interminable, alejándolo de la finalidad que me ha llevado su redacción: la necesidad de explicarme y explicar a los demás las verdaderas causas de la salvaje convulsión que en nuestros día desangra al pueblo sirio y que me llevará a repasar brevemente algunos hechos relevantes para comprender la turbulenta historia de esta infortunada nación.

Puerta de la Ciudadela de Alepo

Alepo. La Ciudadela

El sufí ciego de la Mezquita de Alepo 

Buscándose la vida en Alepo 

Alepo. De la huerta al consumidor

Aguador en Alepo

Patio de la Mezquita Omeya de Alepo

A nadie que conozca Siria puede extrañarle que en los momentos actuales, cuando los atentados terroristas son casi diarios, estos vayan preferentemente dirigidos contra las minorías religiosas, que apoyan unánimemente al presidente Bashar Al-Assad por ser continuador de la tradicional protección que el régimen laico del partido Baaz ha venido dispensando a la diversidad religiosa, considerada como contrapeso a la voluntad sunita de acaparar los resortes del poder religioso y ejercer su dictadura totalitaria de signo teocrático, cuyo modelo es Arabia Saudita. Ya en 1963, al hacerse el partido Baaz con el poder, los Hermanos Musulmanes pasaron a la ofensiva: los planteamientos políticos del Baaz eran de índole notablemente laica, ya que apelaban a una estricta separación entre la religión y el Estado, algo inaceptable para el sunismo. Este reconocimiento de la pluralidad venía exigido por la diversidad religiosa que concurría en el Partido. Pese a que la abrumadora mayoría de la población siria profesara la fe sunita (cerca del 70 % de la población total), el Baaz logró atraer a muchos miembros de las confesiones cristianas, así como a buen número de sunitas liberales partidarios de la laicidad del Estado. Por esta causa, los dirigentes de los Hermanos Musulmanes consideraron que el ascenso hegemónico de los alauitas suponía una insoportable amenaza para la implantación de la sharía, de modo que sus integrantes decidieron segar la hierba bajo los pies del Gobierno, apostando por la utilización de medios violentos.

A mediados de la década de los sesenta, los Hermanos Musulmanes formaron un movimiento de resistencia clandestino en Hama y en Alepo y sus militantes empezaron a reunir armas y a reclutar jóvenes en institutos y universidades para conquistar el poder mediante mediante la violencia. Con el golpe de Estado de noviembre del año 1970, que elevó al poder al general Hafez Al-Assad, la confrontación entre los islamistas de la clandestinidad con el Gobierno resultó inevitable. 

Los islamistas sirios no tardaron mucho en organizar sus ataques contra el régimen de Al-Assad. Después de frecuentes altercados y manifestaciones violentas, las bandas islamistas atacaron en junio de 1979 la Academia Militar de Alepo, por el simple motivo de ser alauitas la mayoría de sus estudiantes (doscientos sesenta de los trescientos veinte cadetes matriculados). Los terroristas mataron a ochenta y tres alumnos del centro, todos pertenecientes a la minoría alauita. La atrocidad de estos asesinatos sirvió de pistoletazo de salida para desatar la guerra abierta entre los Hermanos Musulmanes y el régimen de Hafez Al-Assad, una guerra que se prolongó con tremenda furia a lo largo de los dos años y medio siguientes, arrastrando una espantosa espiral de atentados terroristas y contraterroristas muy parecida a la que ahora ensangrienta el suelo sirio. Tras prohibir, bajo pena de muerte, la pertenencia a los Hermanos Musulmanes, la ofensiva gubernamental culminó en abril de 1981 con el envío del ejército a Hama, para dar un escarmiento a la ciudad que se había convertido en bastión rebelde. La represión fue durísima en la operación de castigo comandada por Rifaat Al-Assad, hermano del presidente. Según las diversas fuentes consultadas, murieron entre ciento cincuenta y varios centenares de civiles.


Funeral en Sweida por los militares 
asesinados en Alepo

Con motivo del asesinato en Egipto del presidente Anuar el-Sadat, perpetrado por militares pertenecientes a la rama egipcia de la yihad islámica, durante un desfile celebrado en octubre de 1981, los Hermanos Musulmanes sirios difundieron panfletos en los que se amenazaba con dar una muerte parecida al presidente Al-Assad. Preocupado por su vida y sabiendo que si el poder caía en manos de los radicales sunitas, llevarían a cabo un baño de sangre en el que caerían él, su familia, sus partidarios y los miembros de todas las minorías que lo apoyaban, decidió exterminar de raíz a los Hermanos Musulmanes en su bastión de Hama sin reparar en los medios.

El presidente egipcio Anuar El-Sadat


Hama. Noria medieval en el río Orontes


El Orontes a su paso por Hama 
http://sinolodigorevientas.blogspot.com.es/2009/12/anwar-el-sadat-el-fin-de-la-esperanza.html


El asedio y posterior asalto a la ciudad rebelde por parte del ejército duró más de una semana, saldándose con la destrucción de edificios y hasta de manzanas enteras de la ciudad, enterrados bajo los escombros sus defensores y sometidos los sobrevivientes a una represión brutal con ejecución de todos los sospechosos de pertenecer o ser simpatizantes de los Hermanos Musulmanes. Todavía hoy no se sabe con certeza cuánta gente murió en Hama en febrero de 1982. Los analistas estiman que entre diez mil y veinte mil personas. 

Como es natural, cuando visité Hama habían desaparecido las huellas de aquella destrucción y los paseos ajardinados situados junto a la gigantesca noria medieval, en la ribera del río Orontes, aparecían repletos de paseantes y familias enteras que conversaban apaciblemente mientras los niños jugaban o degustaban esos deliciosos helados a los que los sirios de todas las edades son tan aficionados, reparando en que el uso del pañuelo en la cabeza era general entre las mujeres. Trabé conversación con algunos de ellos, pero tuve buen cuidado de no mencionar los terribles sucesos de 1982. En mis archivos guardo la fotografía de un chico, seguidor del Real Madrid, que me pidió que lo retratara y que le contara cosas de España. Me horroriza ver que criaturas en la flor de la vida estén muriendo hoy en Siria a causa de un conflicto provocado del que no son responsables. Tal vez el muchacho de la foto haya muerto a causa de uno de los muchos atentados que se suceden en Hama o víctima de las balas cruzadas entre yihadistas y militares fieles al Gobierno. Hasta puede que él mismo haya sido captado por el yihadismo, pensando que el sacrificio de su joven vida servirá para la construcción de un porvenir mejor para su familia..., ¿quién lo sabe? Por eso, y en recuerdo de su amistosa curiosidad por conocer las cosas de Al-Andalus, coloco la foto que entonces le hice junto a la noria medieval situada en Hama, a orillas del río Orontes.


El muchacho de Hama seguidor del Real Madrid

Escudo del Real Madrid en una peluquería de Hama 

Muchacha de Alepo en el patio de la Mezquita Omeya

Chaval vendedor de postales en las ruinas de Apamea

Palmira. El Cardo Maximo

Puesta de sol desde Qaalat ibn Mann

Palmira y Qaalat ibn Mann

Dedeman Palmira Palace Hotel

Dedeman Palmira Palace Hotel. Comedor

Vista desde el Krak de los Caballeros

Bóvedas subterráneas del Krak de los Caballeros

Krak de los Caballeros Hospitalarios de 
San Juan de Jerusalén 

El enorme teatro romano de Bosra, del s. II d.C.

Monumental escena del teatro romano de Bosra

De la historia hasta ahora relatada no es difícil deducir que el actual enfrentamiento sirio será largo y terrible. Si resulta innegable que el Ejército fiel al Gobierno no se anda con remilgos a la hora de atacar los núcleos insurrectos en los que los yihadistas se refugian para parapetarse tras la población civil, convirtiendo a los civiles en rehenes y víctimas de sus criminales incursiones, no cabe duda que los eufemísticamente denominados "rebeldes moderados" son responsables de los criminales atentados que salpican de sangre y de dolor la vida diaria del pueblo sirio. Bashar Al-Assad no será un santo, pero tampoco es la réplica siria de Sadam Hussein que la propaganda nos presenta. El Presidente se sabe tan acorralado por los acontecimientos como como cualquier otro integrante de la población siria no sunita: es consciente del terrible final que les espera a ellos y a sus familias si caen en manos de los carniceros de la yihad islámica sunita. “La perspectiva de que los sunitas lleguen al poder en Siria es un problema que nadie quiere ni siquiera mencionar”, ha dicho recientemente Joshua Landism, profesor de la Universidad de Oklahoma que ha vivido en Damasco gracias a una beca Fullbright, quien añade: “Por una parte, está el hecho de que las minorías han sido tradicionalmente oprimidas en la región por los sunitas; por la otra, está la circunstancia de que estas minorías detentan el poder en Siria desde hace más de cuarenta años”. Lo que las coloca como enemigos a exterminar a las primeras de cambio por el extremismo sunita sin ningún tipo de contemplaciones.  


Enfrentado al dilema en el que se encuentra la población siria, que mayoritariamente sólo aspira a que la dejen vivir en paz, no me cabe duda que, puesto a elegir entre la muerte (o el exilio, en el mejor de los casos) y el régimen de Al-Assad, cualquiera apostaría sin pestañear por la permanencia del actual gobierno sirio. Me cuesta creer que, con conocimiento de causa y de manera sincera, pueda haber muchos sirios que se inclinen por lo contrario.


El presidente Bashar Al-Assad

Frente a la voluntad de dominación religiosa que buscan los sunitas, está la efectiva protección dispensada por el Gobierno sirio a todas las minorías religiosas, caso único entre las naciones musulmanas del Próximo Oriente. Es sabido que la esposa del presidente Hafez Al-Assad estudió en el colegio de las monjas cristiano-maronitas de Latakia y que sus hijos, incluyendo al actual presidente Bashar, fueron alumnos del colegio católico de los Hermanos Lazaristas. La paz efectiva y la libertad religiosa practicada al amparo de una Constitución laica hicieron posible en mayo de 2001 la visita del papa Juan Pablo II a Damasco, donde fue calurosamente recibido y aclamado por buena parte de sus habitantes, cosa inimaginable en la mayor parte de las naciones musulmanas. 


Juan Pablo II con Bashar Al-Assad a su llegada a Damasco en mayo de 2001 

Cariñosa acogida de Juan Pablo II por los niños de Damasco


El Papa en la Mezquita de los Omeyas de Damasco

Antes de que comenzaran los ataques terroristas, lo normal en Siria era la efectiva colaboración interreligiosa. Al Gran Mufti de Damasco le gustaba decir que las tres grandes religiones monoteístas son las “tres ramas del árbol de Abrahám”. Los musulmanes, cristianos y seguidores de la fe bahai peregrinan a la Mezquita Omeya de Damasco, donde, según la tradición, se conserva la cabeza de San Juan Bautista en un espléndido mausoleo donado por Guillermo II, káiser de Alemania.


Interior de la  Mezquita Omeya de Damasco 

Mausoleo de la Cabeza de San Juan Bautista
en la Mezquita Omeya de Damasco

Mihrab de la Mezquita Omeya de Damasco

Galerías altas de la Mezquita Omeya

Al convento de Saydnaya, dependiente del Patriarcado Ortodoxo de Damasco, acuden tantos musulmanes como cristianos para ver el icono milagroso de la Virgen "Theotokos", a la que suelen rezar las jóvenes musulmanas que no pueden tener hijos para que obre en ellas el milagro de la deseada maternidad. Sin contar a los católicos latinos, Damasco es la sede de varias iglesias cristianas orientales: la Iglesia ortodoxa encabezada por el Patriarca Ignacio IV Hazim, la Iglesia greco-católica, cuyo Patriarca, Gregorio III Laham, reside en el barrio cristiano de Bab Charki y la Iglesia siriaca-ortodoxa regida por el Patriarca Zakka I, históricamente favorable a los califas omeyas, por ser más tolerantes con las minorías cristianas que los fanáticos emperadores bizantinos.

Monasterio greco-ortodoxo de Saydnaya

Escudo de la Custodia de Tierra Santa 
en el patio de la iglesia franciscana de Damasco

Damasco.Tumba de Fatma en la mezquita chiita de Hussein


Tumba de Fatma, hija de Mahoma

Damasco. Fieles chiitas en la Mezquita de Hussein 

Patio de la Mezquita de Hussein

Fieles de la minoría sirio-chiita en el patio
 de la Mezquita de Hussein

A pesar de sus habituales rencillas, los cristianos también han venido practicando la colaboración con las otras iglesias cristianas. Así, la pequeña comunidad greco-católica de Deir Harasta, en las afueras de Damasco, compartía su iglesia con los fieles greco-ortodoxos. Por otra parte, los cristianos que viven mayoritariamente en los barrios damascenos de Bab Touma (Puerta de Tomás) y Bab Charki (Puerta de Oriente), gozan de derechos y libertades que en el represivo wahabismo sunita propagado por Arabia Saudita o en el Irán de los clérigos chiitas serían totalmente inimaginables. 

Dentro del campo musulmán, la minoría chiita tiene en Damasco la Mezquita de Hussein, que visité con la misma libertad que las sunitas. También custodian en las afueras de la capital un importante centro de peregrinación, el mausoleo de Zaynab, hija del Imán Ali y nieto del Profeta Mahoma, en el que durante muchos años han orado juntos sunitas y chiitas. Hoy los terroristas secuestran y asesinan a los peregrinos para desatar la misma guerra civil entre sunitas y chiitas que reina en el vecino Iraq desde la intervención americana y de la que nos enteramos, pese la indiferencia informativa de los medios occidentales, cuando se producen esos atentados que nadie intenta averiguar quién los comete, mientras la propaganda dice que el Iraq actual avanza por el venturoso camino de paz diseñado por EE.UU. Por estas razones, en los barrios chiitas damascenos de Jarub, Jura y Salihiya es unánime  el apoyo al presidente Al-Assad, así como entre los drusos y cristianos que comparten Jaramana, un suburbio situado a cinco kilómetros de Damasco, a donde llegaban diariamente, antes del actual conflicto, los refugiados sirio-iraquíes huidos del acoso que sufrían en Bagdad y en otras ciudades de ese Iraq pacificado y democratizado que, contra toda evidencia, intentan vendernos. 


No es casual que haya sido este barrio cristiano-druso de Jaramana el lugar escogido para la última matanza con coche-bomba ocurrida en Damasco, que tuvo lugar el pasado día 29 de agosto. La explosión, que produjo doce muertos y ciento cincuenta heridos, sucedió cuando se celebraba el funeral por dos seguidores de Bashar Al-Assad muertos el día anterior en otra explosión terrorista cometida en ese mismo distrito damasceno.


Yihadistas mercenarios sunitas disparan contra las tropas gubernamentales leales a Bashar Al-Assad

Atentado del 29 de agosto con coche bomba en el 
barrio  cristiano-druso de Jaramana, en Damasco 


A estas alturas, casi no es preciso decir que los rebeldes responsabilizaron de la masacre al Gobierno, acusándolo de querer achacarla a los opositores para atemorizar a las minorías y obtener su apoyo “como el único poder que puede protegerlas”, según señaló a la agencia Efe con el mayor cinismo Fahd Al-Masri, portavoz del Consejo Militar Superior del Ejército Libre de Siria (ELS). ¿Habrá alguien en su sano juicio capaz de creer que semejante barbarie, acaecida en un barrio cuya población apoya al presidente Al-Assad, que había sufrido varias explosiones ese mismo día, hiriendo a decenas de personas y destruyendo varios edificios, haya sido realizada por el propio régimen en contra sus más seguros partidarios? Pues por lo visto sí, los hay y hasta resulta que son mayoría. Desde luego, yo le concedo absoluto crédito a las declaraciones realizadas al día siguiente por Bashar Al-Assad, atribuyendo el criminal atentado a las milicias armadas desde el extranjero, porque sus acusaciones están fundadas, son lógicas y encajan sin esfuerzo con los antecedentes históricos que vengo desarrollando en mi análisis.

Manifestación de la minoría greco-ortodoxa
 en apoyo del presidente Bashar Al-Assad

Los cristianos sirios y las minorías musulmanas
 se manifiestan a favor del gobierno sirio de Al-Assad

Manifestación pro régimen sirio en Damasco

Los drusos en apoyo de Al-Assad

http://www.elmundo.es/elmundo/2012/08/29/internacional/1346265215.html?cid=GNEW970103&google_editors_picks=true

Para rematar el asunto de las minorías religiosas en Siria, creo oportuno mencionar que en el antiguo barrio judío de Damasco sigue funcionando la sinagoga Al-Feranj para la comunidad residual de judíos sefarditas que allí fue acogida y sigue residiendo desde que llegó en el siglo XV, cuando fueron expulsados de España, sinagoga que coexiste con las numerosas iglesias cristianas de la Ciudad Vieja de Damasco, muchas de las cuales tuve ocasión de visitar durante mi estancia en la capital siria. Desde estas páginas, apresuradamente escritas para que quede constancia de la realidad siria que viví y que hoy se encuentra amenazada de muerte por el terrorismo yihadista, doy fe de que, si exceptuamos a Israel, no existe país alguno en todo el Oriente Próximo o el Magreb en donde la libertad religiosa sea efectiva y, muchísimo menos, protegida y defendida por sus gobiernos. No cabe dudad de que el caso sirio es absolutamente excepcional.

El presidente Bashar Al-Assad aclamado en Damasco

Este apoyo sin fisuras que conceden las minorías religiosas y étnicas sirias al presidente Al-Assad, entre las que debo incluir a los armenios, es motivo suficiente para que sean atacadas ferozmente por las bandas armadas contrarias al régimen de Damasco, que en sus incursiones cometen los horrorosos crímenes que las agencias informativos occidentales atribuyen, casi sin excepciones, a las tropas regulares sirias. No les importa que los errores y las más burdas contradicciones delaten que se trata de manipulaciones tendentes a intoxicar la opinión pública occidental. El grito de guerra de estas hordas asesinas es “Cristianos a Beirut, alauitas a la tumba”, y todas las minorías saben que cumplirán con saña sus amenazas si el régimen de Al-Assad llegara a derrumbarse. En reciente entrevista publicada por The New York Times, Abu Thutha, miembro de Al-Qaeda en Iraq, dijo que “nuestra gran esperanza es formar un estado islámico con Siria e Iraq para los musulmanes y luego anunciar nuestra guerra contra Irán e Israel y luchar por una Palestina libre”. 

Como se ve, todo un programa para colocar a Siria dentro de la ortodoxia del islamismo sunita más radical, cosa que a Estados Unidos no parece preocuparle en absoluto, siempre que sus intereses geoestratégicos resulten favorecidos. Si bien es cierto que la inestabilidad de Siria inquieta a Israel, que ha llegado a un buen entendimiento con el régimen de Al-Assad, cosa que no puede ser oficialmente reconocida para no añadir argumentos a sus enemigos, no lo es menos que la ocasión puede ser propicia para que los estadounidenses satisfagan el deseo largamente acariciado por Netanyahu de realizar un ataque "preventivo" contra las instalaciones nucleares iraníes, aprovechando como desencadenante y cortina de humo mediática el apoyo que Irán ofrece al gobierno de Damasco. De la posibilidad de un eventual ataque israelí al arsenal atómico iraní trata un documento poco conocido elaborado por las más altas instancias oficiales de Israel, cuyo enlace transcribo a continuación y cuya visión recomiendo: 


A modo de resumen final, quiero remachar que Siria ha sido elegida como víctima propiciatoria para ser dividida y que EE.UU. y la OTAN ofrezcan la parte que le toque a la tutela de la Turquía de Tayyip Erdogán, la pareja escogida por Rodríguez Zapatero para su alucinante “Alianza de Civilizaciones”, así como trofeo de guerra a las monarquías teocráticas de los países del Golfo, fundamentalmente Arabia Saudita y Qatar, cuyos gobiernos organizan y financian directamente a los terroristas mercenarios integrados en el yihadismo sunita, cuyos matarifes están siendo masivamente reclutados para acabar con el gobierno del presidente Al-Assad, después de presentarlo al mundo como genocida de su propio pueblo, gracias a la utilización de la propaganda global servida como información única e incontestable. Dado el caso, la desestabilización de Siria podría servir de antesala y cortina de humo a EE.UU. para atacar posteriormente a Irán y, tras derrocar al régimen de los ayatollah, quedarse con sus enormes reservas petroleras y, de camino, satisfacer a Israel. 

Como declarar una nueva guerra en el Oriente Medio con el falso pretexto de apoyar a Israel no sería de recibo por una parte muy importante de la opinión pública americana y de los países occidentales, tal como sucedió con la guerra de Iraq, se precisa una estrategia de distracción que justifique “por razones humanitarias” el inicio del conflicto, para el que Siria podrá servir de detonante. A cambio del holocausto sirio, Turquía, Egipto y Arabia Saudita verían reforzado su liderazgo de potencias hegemónicas dentro del mundo islámico gracias a la eliminación del Irán chiíta, enemigo declarado del islamismo sunita en que se sustenta el reciente expansionismo turco, así como de la monarquía saudita, que representa la versión más dura del fundamentalismo musulmán, el wahabismo, que tiene al régimen de los ayatolah como enemigo principal. Las razones profundas de Washington son claras y precisas: asegurase la supremacía energética para las próximas décadas, sin la cual no podría ejercer su papel hegemónico global, y aislar a la Rusia de Vladimir Putin. Todo lo demás, incluida la potenciación del terrorismo islámico en Occidente, son los daños “colaterales” que habremos de pagar los demás como contribución al Nuevo Orden Mundial anunciado por el Presidente George W. Bush y que Obama parece apoyar a pies juntillas, acaso porque el guión trasciende su capacidad de acción. Mala época para meterse en fregados, o la mejor, según qué intereses se miren...

El portaviones Presidente George W. Bush 
en aguas sirias

La guerra de nervios realizada desde los medios informativos (?) lleva tiempo trabajando para que nos familiaricemos con la idea del gran enfrentamiento con que nos amenazan. La Armada estadounidense tiene tres grupos de combate con base en sus portaaviones desplazados a la zona: un despliegue bélico en toda regla que preferimos ignorar porque nos resulta atemorizante y los españoles ya soportamos demasiados problemas que desbordan nuestra capacidad de atención. Hace meses que el portaaviones George H. W. Bush se trasladó desde el Golfo Pérsico a la costa de Siria, al tiempo que la embajada de Estados Unidos ordenó a sus ciudadanos salir “inmediatamente”, y la Francia de François Hollande, para no ser menos que Sarkozy respecto a Libia en la protección de sus compañías petroleras, se apresuraba a proponer una intervención militar de la OTAN, como es natural “por razones humanitarias”, sin que se le caiga la cara de vergüenza al mandatario socialista francés por actuar como palanganero del presidente Obama, el mismo que inauguró su coronación como Premio Nobel de la Paz con un discurso en el que hizo una encendida defensa de la guerra cuando resulte necesaria como medio para preservar la Pax Americana. Entre otras cosas, llegó a decir: "Me enfrento al mundo como es, y no puedo obviar las amenazas a las que se enfrenta el pueblo americano". Por este motivo manifestó el presidente Obama que "la guerra es necesaria". Advertidos quedamos.


El presidente Obama en El Cairo,
 en junio de 2009

Para completar el panorama, Rusia persiste en sus esfuerzos para defender el régimen sirio y su ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, enmarca la violencia en el país como una guerra civil provocada desde el exterior, en contradicción con las acusaciones de las potencias occidentales que solamente hablan de la salvaje represión llevada a cabo por el presidente Bashar Al-Assad contra pacíficos manifestantes que solamente aspiran a mayores cotas de democracia. En consonancia con esta postura, barcos de guerra rusos navegan por aguas territoriales sirias para disuadir a la OTAN de cualquier posible ataque a Siria bajo el manido pretexto de la "intervención humanitaria", como ocurrió en el reciente caso libio. El incremento de las tensiones entre Oriente y Occidente estalló el pasado noviembre, cuando el embajador ruso, Vladimir Titorenko y dos de sus asistentes que regresaban de Siria, fueron brutalmente atacados y enviados al hospital por fuerzas de seguridad de Qatar, ayudados por agentes de la CIA y del MI6 británico, que intentaban acceder a las valijas diplomáticas que contenían informaciones secretas procedentes de la inteligencia militar siria acerca de que EE.UU. estaba trasladando a Siria e Irán buena parte de los comandos de mercenarios yihadistas sunitas utilizaron para derrocar al gobierno libio.

Las declaraciones de los mandatarios chinos y rusos son altamente preocupantes por su inusitada dureza. A las advertencias del presidente Hu Jiantao se unen las de Zhang Zhaozhong, contralmirante chino y acreditado comentarista militar, quien ha dicho que “China no dudará en proteger a Irán, aún si para ello se necesita una Tercera Guerra Mundial”. Por su parte, el general ruso Nikolai Makarov no le ha ido a la saga cuando hizo la tan poco diplomática afirmación siguiente: “No descarto que conflictos armados locales y regionales desemboquen en una guerra a gran escala, incluyendo el uso de armas nucleares”.

El presidente chino Hu Jiantao

Vladimir Putin con Ahmadineyad

Cabe especular sobre la voluntad real de actuar militarmente que pueda haber tras estas alarmantes declaraciones, pero está por ver si Rusia y China asistirán impertérritas a lo que se nos viene encima. ¿Qué va a pasar? ¿Cómo repercutirá este conflicto de intereses religiosos, políticos y económicos que tiene por escenario el Próximo Oriente en las naciones europeas tocadas por la recesión y la crisis? Eso lo veremos pronto, en un futuro cada vez más acelerado que, lo confieso, me pone los vellos de punta.

Como traca final, quiero dejar que floten en el aire unas preguntas terribles que cada cual podría hacerse, aunque resulte imposible que sean respondidas de manera inequívoca, dada la calculada desinformación que padecemos: ¿No será, acaso, que se está intentando destruir a Siria porque este país está considerado como centro de un islam sometido legalmente a un poder estatal laico? ¿Será tan cierto como parece que, para justificar su propia política de dominación, Occidente prefiere la existencia del Islam más radical propiciado por los gobiernos occidentales vinculados a la OTAN? Al oponer al mundo occidental, superficialmente cristiano, un mundo de barbudos fanáticos, ¿no estará justificando Estados Unidos su próxima guerra por el control de las enormes bolsas de gas natural que esperan ser explotadas frente a las costas sirias y que Rusia está en mejores condiciones de aprovechar mientras dure el régimen de Al-Assad? ¿No se tratará, en el fondo, de acelerar una estrategia de tensión, cuya finalidad última sea la de arrinconar a Rusia, con la ayuda de los países de la OTAN, y sustituir la bipolaridad radical que caracterizó la época  de la denominada "guerra fría" por el poder unipolar de la gran potencia estadounidense?  

Visto todo lo expuesto hasta aquí, mi respuesta no puede menos que ser afirmativa.

©  Copyright José Baena Reigal

El maldito oro negro

9 comentarios:

  1. BUENISIMO. LO COMPARTO EN MIS REDES SALUDOS DESDE VENEZUELA

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  2. Le agradezco mucho la atención que ha prestado a mi artículo sobre Siria, pero le recomiendo que lea la serie entera, cuyos enlaces le incluyo al final de este comentario.

    Como puede comprobar, en los últimos meses he dedicado muchas horas a intentar que la verdadera historia y las razones del holocausto sirio sean conocidas: los medios de comunicación españoles se han limitados a ser portavoces de las mentiras puestas en circulación por la CIA y el Departamento de Estado norteamericano. A pesar de que el tiempo me urge, ya que pasado mañana saldré de viaje hacia Italia, todavía me he propuesto rematar mi labor redactando otra entrada en la que muestro cómo testigos privilegiados y absolutamente fiables de los acontecimientos testimonian, sin ningún género de dudas que el ataque con armas químicas fue obra de las milicias yihadistas y no del Ejército sirio fiel al Gobierno legítimo de Damasco. Por el momento, será mi último esfuerzo por contrarrestar la desinformación orquestada de la que somos víctimas en la mayor parte de los países occidentales, sobre todo los que, como España, están vinculados a la OTAN, es decir, a los Estados Unidos. Será importante que lo haga porque hoy será anunciado oficialmente el resultado del informe de los investigadores de la ONU acerca del empleo de estas armas, que, como era de esperar, no se pronuncian sobre la autoría para no dejar en entredicho al presidente Obama y, junto a él, a la mayor parte de los gobiernos de las naciones occidentales, especialmente los de Francia y Gran Bretaña.

    Gracias por el esfuerzo que haga por dar a conocer la canallesca y horripilante verdad que ha servido de guión premeditado a tanta muerte y tanta destrucción como las que el pacífico pueblo sirio ha padecido y seguirá soportando mientras Estados Unidos y sus serviles aliados sigan suministrando a los guerrilleros yihadistas armas, muciciones y financiación económica.

    Reciba desde España mi más cordial saludo y un gran abrazo.


    SIRIA: LA VERDAD, TODA LA VERDAD Y NADA MÁS QUE LA VERDAD
    http://elsacodelogro.blogspot.com.es/2012/09/siria-la-verdad-y-solamente-la-verdad.html


    SIRIA: SANGRE, FUEGO, MENTIRAS Y CINTAS DE VÍDEO
    http://elsacodelogro.blogspot.com.es/2012/09/siria-sangre-fuego-mentiras-y-cintas-de.html


    EL HOLOCAUSTO SIRIO: POR EL BIEN DEL IMPERIO
    http://elsacodelogro.blogspot.com.es/2013/01/holocausto-sirio-porel-bien-del-imperio.html


    Siria: nuestro Gobierno miente hasta cuando dice la verdad
    http://elsacodelogro.blogspot.com.es/2013/06/siriacomo-siempre-nuestro-gobierno.html


    La amenaza islamista en Siria y Egipto, dos historias paralelas (1)
    http://elsacodelogro.blogspot.com.es/2013_07_01_archive.html


    La amenaza islamista en Siria y Egipto, dos historias paralelas (2)
    http://elsacodelogro.blogspot.com.es/2013_08_01_archive.html


    La amenaza islamista en Siria y Egipto, dos historias paralelas (3)
    http://elsacodelogro.blogspot.com.es/2013/08/elislamismo-en-siria-siria-y-egipto-dos.html


    Apocalyse Now: la hora de repartir Siria ya está señalada
    http://elsacodelogro.blogspot.com.es/2013/08/apocalypsenow-la-hora-de-repartir-siria.html


    Tres escritores españoles escriben sobre Egipto y Siria
    http://elsacodelogro.blogspot.com.es/2013/08/acercadel-islamismo-hastaahora-no-he_26.html


    El hundimiento del acorazado USS Maine: si la Historia se repite es a causa de nuestra ignorancia
    http://elsacodelogro.blogspot.com.es/2013/08/el-hundimiento-delacorazado-uss-maine.html


    Siria, patrimonio del espíritu, botín de guerra
    http://elsacodelogro.blogspot.com.es/2013_09_01_archive.html


    La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza.
    http://elsacodelogro.blogspot.com.es/2013/09/laguerra-es-la-paz.html


    Siria, víctima propiciatoria en la batalla por el control del gas natural
    http://elsacodelogro.blogspot.com.es/2013/09/siria-victima-de-la-batalla-por-el.html


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  3. Artículo espeluznante. Yo tuve la suerte de pasar unos meses en Siria, concretamente en Alepo, en 1997 y suscribo hasta la úlyima coma su opinión sobre la única raíz del conflicto de este maravilloso país con mejor gente. Occidente se traga a pies juntillas lo que dicta al jazira, cadena informativa del feudal Catar. Que fácil es buscar y encontrar razones para asentar a los yihadistas en el poder.
    Enhorabuena por su rigor y por su búsqueda de la verdad.
    Muchas gracias

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  4. Para poder disfrutar plenamente del tiempo que les consagro, antes de salir de viaje me desconecto y dejo los todos problemas en casa, guardados en un cajón. Pero a mi regreso de Roma me apresuro a agradecerle su comentario, especialmente valioso para mi por haber vivido en Alepo y ser conocedor directo de la realidad siria antes de que comenzara el baile de los malditos que, pase lo que pase en el futuro, ha destrozado Siria y diezmado cruelmente a su entrañable pueblo.

    Como aparece en los Evangelios, la verdad es lo único que es capaz de hacernos libres a nivel personal. Por eso su búsqueda no supone mérito alguno sino que debiera ser obligación prioritaria y conscientemente asumida.

    Gracias otra vez, amigo Carrillo, porque su testimonio me estimula. Reciba mi más cordial saludo.

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  5. Irán no es un régimen de locos. Hay minorías cristianas, sunnies y judías. De hecho es un contrapoder totalmente necesario. Quizá no haya un país tan desconocido para Occidente como este, jóvenes preparados...

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  6. Irán no es un régimen de locos. Hay minorías cristianas, sunnies y judías. De hecho es un contrapoder totalmente necesario. Quizá no haya un país tan desconocido para Occidente como este, jóvenes preparados...

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  7. No creo haberme referido a Irán en ningún momento, sino a Siria e Iraq. En cualquier caso, también considero a Irán un contrapoder necesario para equilibrar las voluntades hegemónicas de Arabia Saudita y Turquía, apoyadas por Israel. Conozco Irán y sé que su juventud universitaria es, posiblemente, la más preparada y abierta de todas las naciones del Oriente Medio, pero el régimen teocrático de los ayatolás constituye un pesado lastre para su desarrollo, así como un factor de represión política y social controlado por los elementos más retrógrados de la sociedad iraní.

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  8. Excelente articulo, intuyo que no es toda la verdad, pero si que es todo verdad o una parte sustancial de esta.

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  9. El título corresponde a una frase hecha y, obviamente, no ha de tomarse literalmente. En cualquier caso, es el primer eslabón de una larga serie de artículos que he venido dedicando a examinar el conflicto sirio para intentar acercarme a la mayor probabilidad de verdad que sea posible y que nunca aparece en nuestros medios de comunicación. Gracias por sus palabras.

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