CASTEL GANDOLFO Y EL
LAGO ALBANO
Un paraíso en la región de Castelli Romani
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Camino de Castel Gandolfo |
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Entorno forestal de frondoso arbolado |
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Desviación a la derecha hacia el Lago Albano. Al fondo queda Rocca di Pappa |
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Cruce y carretera de bajada a Castel Gandolfo |
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Puerta de entrada a Castel Gandolfo |
Parece impensable que
Roma, una ciudad tan extensa y visitada por peregrinos, viajeros y
turistas desde la antigüedad clásica, tenga a tiro de piedra, como
quien dice, tantas pequeñas localidades de increíble belleza y
singulares enclaves en los que la naturaleza se alía con muchas
obras extraordinarias realizadas por la mano del hombre, para
componer parajes idílicos en los cuales no sé qué cabe admirar
más, si el apacible regalo de sus zonas boscosas y románticos lagos
o las formidables ruinas, castillos, palacios, iglesias y abadías
que surgen como por ensalmo como perlas escondidas, incrustadas a lo
largo de las incontables rutas que encuentran en la Ciudad Eterna su
meta de salida y también de llegada, es decir, que se trata de
cortos itinerarios al alcance de cualquiera, porque es posible
recorrerlos en un solo día y que, por eso mismo, permiten conjugar
la estancia en la ciudad más monumental del mundo con cortas
excursiones a sus alrededores, que tienen como común denominador la
más exquisita belleza así como la completa ausencia de visitantes y
en los que, por eso mismo, la tranquilidad del viajero está más que
asegurada.
La razón de esta
aparente anomalía está en que las estancias medias del turista
romano se apañan con la visita a los lugares más conocidos y de
imprescindible conocimiento, en los cuales afluyen las riadas
viajeras llevadas de acá a allá por los guías, lo que permite que
muchos de los más interesantes lugares de la propia Roma sean poco
transitados y su visita suponga experiencias inolvidables para
cualquier viajero curioso o medianamente informado.
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Mirador en la carretera sobre los Montes Albanos y la llanura del Lacio romano |
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Castel Gandolfo y el lago Albano. En segundo término, la llanura lacial con el horizonte marino al fondo. |
Uno de los más
sorprendentes enclaves próximos a la urbe romana es Castel Gandolfo,
la pequeña villa pontificia de los Castelli Romani suspendida sobre
los taludes que descienden hasta el quietísimo azul del lago Albano
y que hoy ha cobrado meteórica actualidad por ser el lugar donde
residirá Benedicto XVI hasta que llegue el día de su instalación
definitiva en el convento situado en los jardines vaticanos. Por eso,
me ha parecido oportuno colocar en Facebook esta colección de fotos
que hablan por sí solas de la belleza de Castel Gandolfo y del lago
a cuyo borde se asoma la villa y el Palacio Pontificio, edificado en
el mismo enclave elegido por el emperador Domiciano para su
residencia campestre, la “Albanum Domitiani”, en cuyo
emplazamiento construyó, en torno al año 1200, su castillo feudal
la familia genovesa de los Gandolfos, alrededor sel cual surgió la
actual villa de Castel Gandolfo.
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Al trasponer la puerta de la villa, lo primero que se ve es el Palacio Pontificio |
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Piazza della Libertà |
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Fuente barroca en Piazza della Libertà |
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Fachada principal del Palacio Papal |
La Sede Apostólica tomó
posesión del lugar a finales del siglo XVI bajo el pontificado del
Clemente VIII Aldobrandini, aunque la transformación de la antigua
fortaleza en residencia papal fue llevada a cabo a mediados del siglo
siguiente por Urbano VIII, el primer papa que la habitó después del
acabamiento de las importantes obras de reconstrucción realizadas
bajo la dirección del gran arquitecto Carlo Maderno, artífice de la
fachada actual de la Basílica de San Pedro.
En la uno de los lados de la Piazza della Libertà, a la que se abre la fachada prioncipal del Palacio Pontificio, esta la Iglesia Parroquial de Santo Tomás de Villanueva, de exquisitas proporciones y elegante diseño de Gian Lorenzo Bernini.
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